¿Quieres venir conmigo? me pregunta la mujer que hay apostada ante un forjado portalón. Depende quien seas, la respondo. Mientras atraviesa un zaguán con olor rancio, ella sigue explicándose, pero no la escucho porque no sé dónde me encuentro y la sigo a ciegas.
Seguir a ciegas es muy peligroso, conviene abrir los ojos.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó.
Vivimos a ciegas, más de lo que nos pensamos. Salud, Francesc.
Eliminar"Depende de quien seas", y sin saberlo, porque no lo sabes, las sigues a ciegas, y no lo sabes porque tan siquiera la escuchas.
ResponderEliminarCon Cornadó. Es muy peligroso el asunto.
Salut
El fatum, Miquel. Guiados por la inercia, solo cabe esperar la sorpresa, el riesgo, el error. El aprendizaje, al fin y al cabo.
EliminarMientras vuelvas para contarnos quién era, por mí bien...
ResponderEliminarDifícil. ¿Sabemos acaso con quién nos jugamos los cuartos?
EliminarPeligrosos los cantos de sirenas ...... salvo que se trate de Neptuno. Ese esta inmune.
ResponderEliminar¿Segura? Es un fantoche, un cuentista. Las sirenas hacen de él lo que quieren. Le ponen la coronita, le dejan el tridente, se tira a la bartola y ellas, mientras, a seducir-nos, que es lo suyo.
EliminarUn padrazo "traga" las fechorías de sus nenas...... lo vi, lo veo. ....y Maria arquetipo idem. Es la historia puñetera de la madurez.
ResponderEliminarBendita madurez siempre.
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