...o tal vez no dejó nunca de hacerlo, ni de ejecutar aquellos pasos, pasos sobre la fría novedad, pasos sobre la inexperiencia, pasos sin dirección, pasos dirigidos, ¿aprendieron en el camino por el que le conducían o empezaron a saber por sí mismos?, y aquella danza, cuyas primeras zozobras sabían confusas, se nutría de tímidos intentos, de pequeñas transgresiones, y fue en ese perfil inseguro en que también se probaban las audacias donde la identidad tenía un nombre: la caída
hablan las piedras: somos las aristas, antes de que te enseñen geometría nosotras te mostramos algo más que la forma: te revelamos la sustancia consistente: el dolor, la marca, el encogimiento, y tu caminar será un baile de desequilibrio, te librarás de una de nosotras pero te acechará la siguiente, y con ello conocerás los límites, lo que puedes y no puedes avanzar, sortear a una de nosotras te conducirá a un desvío y así será hasta el último de tus días
habla la madera: tus pies sabían de mí incluso antes de haber nacido, te engendraron en una cama cuyo testigo fui yo, te parieron en otro lecho de lágrimas y mi materia fue de roble, te he acunado hasta cerrar tus párpados, te he dado calor y has olido mis vetas, has iniciado tu caminar sobre mí y te has arrastrado hasta el balcón para ver los juegos de otros niños, te he escuchado declamar y he presenciado tus lloros de rabia sobre mi vientre, he besado tantas veces tus pies que los distinguiría entre la multitud
hablan las baldosas: estamos ahí para que compruebes los dos rostros de las sensaciones, no solo el frío y el calor en contraste, sino también la materia, somos una transformación, la muestra de lo que son capaces los hombres, el sentido del perfeccionamiento del hábitat, la protección y el bienestar que proporciona higiene, no nos enfadamos cuando observamos la sensualidad que te empeña cuando caminas sobre la madera y, sin embargo, cómo huyes despavorido y vuelas sobre nosotras, te deseamos tanto como pueda desearte la otra materia pero te nos muestras evanescente y fugaz
habla el barro: no soy piedra ni tierra ni agua ni musgo ni fósil, y sin embargo todo ello, y algo de luz, mucho de luz, y en tu chapotear sobre mí te sobrecoges, te hundes, te vuelves más denso, y en la inmersión vas sintiendo que necesitas realizar un esfuerzo superior, el barro engaña, piensas, no es nada, piensas, pero cuando oculto tus pies temes por ellos, pero cuando los sujeto a mí te invade el calor de la seguridad, pero cuando asciendo más allá de tus tobillos te toma una dulce y admirable lubricidad porque sabes, entonces te das cuenta, de que soy tu propia materia
creyó haber soñado aquellas revelaciones de las formas de la materia, y se palpó los pies, y los frotó y los mimó y de ellos se desprendía un aroma confuso y divergente, y a cada sustancia que había moldeado sus pies ponía un calificativo alegórico, y él tuvo conciencia de que era lo que era por el amor que habían recibido sus pies, y en ellos vio al cazador primitivo y a la madre de la tribu y al obrero constructor de obras grandiosas y al artesano de las ciudades y al combatiente de las estepas y al observador que ascendía cada día a lo alto del zigurat y a la filósofa peripatética y al chamán de las praderas y a la mujer del amor, y se admiró al mirar sus pies del signo de aquel día sin fecha y lejano en que empezó a caminar erguido en pos de la aventura