domingo, 9 de junio de 2013

¡Vivan los estudiantes (díscolos y testimoniales)!
















¡Vivan los estudiantes! Bueno, la minoría de estudiantes que ignoraron al ínclito e innombrable ministro al recoger el típico diploma de ser uno de los mejores en la carrera. Fueron doce sobre ciento veintinueve. Si hubieran sido casi todos aquello habría sido un reventón. Pero ya se sabe que la cultura de la disciplina y del buen comportamiento (ejem) tienen sólidas raíces en este país para las cuestiones formales, y que siempre hay díscolos (saludables díscolos) Como España no es una sino dos o más, por mucho que se obstinen los innombrables en aparentar, pues ya se ve que muchos de los elegidos o premiados o considerados mejores o con mejor currículo para ser más productivos que nadie,  no estaban por la labor. Pesaba más la euforia de sus resultados estudiantiles. Aquel era su día de gloria para todos ellos, pero pobres si se lo creen, porque su gloria no es el acto del innombrable de turno del innombrable gobierno, que no les va a dar nada. La gloria de los estudiantes es su esfuerzo, su capacidad, su interés, su tesón. Estaría bueno que se apuntasen los que encarnan la cultura del pelotazo y la corrupción el logro de lo que es solo la valía y el mérito de los propios jóvenes. 

Vivan esos doce estudiante, pues, por negar el saludo a los intermediarios mediocres que repartían el papel. Han abierto otro frente de protesta, otro ejercicio de resistencia pacífica pero crítica. Negarse a dar la mano al verdugo. Están en su derecho. Porque ese mismo personajillo innombrable que da los títulos para salir en la foto (de dar nada, que los han labrado los chicos) es el verdugo que a continuación va a segar bajo los pies de los nuevos titulados sus posibilidades de investigar, trabajar y aportar al desarrollo del país. O simplemente, el que les va a negar la vida en esta España cuyo silabeo tanto gusta ejercitar a los falsos e innombrables. Ahí, tanto los estudiantes díscolos como los aquiescentes y mansos van a encontrarse con el mismo panorama. 

Negar el saludo, un gesto nuevo. Mahatma Ghandi se mostraría orgulloso de la docena de resistentes.Negar el saludo a las autoridades podría ser una forma de desprecio tan práctica como los pitidos o los gritos. Algo a compaginar. ¿Os imagináis un acto público y que gran parte de los asistentes se levantara ante la presencia de un innombrable y se ausentara de la sala? Que no me invoque nadie la cortesía. Los tiempos de la cortesía acabaron hace mucho. Se ha llegado a una línea roja, como se dice ahora, en que los temples no están para formalidades vanas. Además el primer descortés es quien niega con sus actos, su política, sus medidas, sus leyes, sus recortes, sus desahucios, sus impuestos...la amabilidad de la vida a la que tenemos derecho los ciudadanos. Hay que saludar sí, pero otra cosa, otros rostros, otras actitudes. Saludar es acoger, recibir, vincular un compromiso, tender puentes, permitir que alguien llegue más allá de la superficie de nuestra piel. En ese sentido, no ha lugar para dar ni besar la mano de quienes nos hunden.



10 comentarios:

  1. ...para que luego lleguen los estómagos agradecidos de intereconomía y hablen de la mala educación. VIVA LA MALA EDUCACIÓN! A por las Bastillas!

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  2. Nada que añadir. Se podrá expresar de otras maneras, pero no mejor.
    En mi opinión, la cuestión gira en torno a eso que tan acertadamente apuntas: "Negarse a dar la mano al verdugo"... ¡Así se presente bajo palio! -añado.

    Salud.

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  3. Yo también me uno a tu "Viva los doce estudiantes", solidarios con la mayoria...Lástima que el viva no alcance a todos...
    En este caso tocaba dar el plantón, y no pensar en la cortesia.
    Besos.

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    1. Roser, te agradezco el comentario. Me siento menos solo opinando.

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  4. me sale aquella vieja canción de mis años de estudiante "no todo es azul, no todo es azul, en el cielo claro de la juventud"
    "por eso pongamos el pie, al mundo sin alma que está por caer"
    ...
    eran 12, que mañana serán cientos, y en el devenir miles, porque toda revolución comienza en el pie
    saludos solidarios

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    1. Me debato siempre entre la seducción de los buenos y grandes deseos y la jodida realidad que parece dictada por la maldad de unas minorías depredadoras.

      Alabo tu optimismo; a mí me pilla flaco. Un abrazo.

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  5. Estoy contigo en que el saludo implica complicidad y semejante elemento no merece esa atención aunque ello suponga cargarse los buenos modales, creo que esta más que justificado.

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    1. Ante los destructivos hay que negarse. Un hombre rebelde es el que dice que No -cito a Camus- Pero si dice que no, no renuncia; dice que sí desde su primer movimiento.

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