sábado, 8 de junio de 2013

Equívocas equivalencias


















He aquí dos verbos que traducidos suenan semejante.
Y cuya conjugación confunde: menos a unos pocos,
que se congratulan de que la mayoría la interpreten de modo equívoco.
Dos verbos en cuya pronunciación se refuerzan mutuamente.
Dos verbos que no son equivalentes simplemente porque el juego de rima les acerque. 
Para tener equivalencia  dos cuerpos deben disponer de análogo peso específico.
Dos términos que pueden emitirse a la inversa para mayor gloria de los hiperrealistas.
No basta con una simetría formal, pues ésta puede ser engañosa.  
La positividad de una imagen no es la realidad.
La negatividad de un hecho real no es la negación de una otra posibilidad.
No es suficiente una división vertical, axial:
solo es una entre tantas particiones, no tiene por qué ser la verdadera.
Lo que es no suele ser siempre lo verdadero.
Lo que es verdadero es su falsedad.
Solo se trata de una accidentalidad, a veces una elección, entre otras posibles;
pero sobre todo de un desenlace que se estabiliza frenando el saber. 
Saber no implica conocer; puede ser tan solo propiedad sobre un/unos conocimiento/s.
Toda propiedad sobre el conocimiento lleva adjunta una disposición del mismo.
El conocimiento verdadero no se reduce ni es singular.
Lo que es utilizable es un fragmento del conocimiento llamado información.
La información sí es parcial, limitada y con frecuencia mínima expresión.
Disponer de información facilita una cierta clase de dominio.
Denominar al dominio como poder es solo la confirmación de una opción.
El poder es siempre más relativo y no tiene el rostro de dominio.
El dominio tropieza siempre con sus propios límites.
A la jerarquización del dominio se opone la dispersión del poder ideal.
El dominio se alimenta más que nunca de las imágenes 
que se reproducen a su vez sobre otras imágenes.
Es la fotografía que proyecta los espejos hacia una estancia infinita.
Donde el objeto de la imagen que se cree sujeto
queda desplazado por los espejos que juegan a no tener fin.
El saber ad hoc y el poder ad hoc hacen creer al individuo que sus dos lados
son imágenes ficticias sobre las que tiene que elegir.
Naturalmente se le dice al individuo qué lado debe elegir.


* Filosofías de andar por casa y perderse antes que rendirse a la fragilidad de un realismo ad hoc.



(Composición de Barbara Kruger)


4 comentarios:

  1. Sé que es una frase rimbombante pero creo que incitar al descubrimiento es importante. Y es cierto que el saber es un arma de doble filo y que se puede usar con maldad pero a nivel individual, sin intereses mezquinos, creo que adquirir concocimiento de las cosas nos da perspectiva.

    Estoy mezclando saber y conocer, hay algo que no he comprendido en tu razonamiento ¿donde esta la diferencia?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mucha gente basa el conocimiento (cree que basta con ello) en la información ad hoc y bastante líquida y manipulada que abunda en nuestro entorno. Saber implica arriesgarse en descubrir: saber eleva el conocimiento o lo lleva más allá de los datos que nos proporcionan: implica permanecer en una búsqueda. Cuidado, son matices míos que no tienen que estar en verdad alguna.

      Eliminar
  2. Creo entender a lo que te refieres, es la observación la que nos hace ser conscientes de la realidad y la información que recibimos no aporta gran cosa si se acepta sin más.

    Gracias por la aclaración, creo ahora que llevas razón, el análisis es clave para saber realmente de algo.

    Es un placer leerte Fackel, un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por ahí van los tiros, pero ya sabes que los debates son abiertos. Gracias.

      Eliminar