domingo, 21 de agosto de 2011
veintiuno de agosto
Cáspita, que si creo en las casualidades. Después de escribir mi segundo devaneo de ayer abrí La obsolescencia del hombre, de Günther Anders. Me lo había prestado amablemente mi librera para echar un vistazo. Como tengo un método antimétodo y muy caótico, practico la costumbre de dejarme seducir por un libro en base a hojearlo por diversas partes. Si los destellos que percibo me atrapan es probable que me proponga pasar a otra fase del cortejo con él. Esto suelo ejercitarlo me hayan hablado de la obra o no. Y a veces da resultado y me lleva al huerto, otras no tanto y toma que lo devuelvo. Así que entiéndaseme que al abrir la página 134 y caer en la red del título del capítulo (El fantasma, se titula) me encuentro para mi perplejidad lo siguiente:
“El mundo nos es suministrado en casa. Los acontecimientos nos son servidos con profusión. Pero ¿como qué nos son servidos? ¿Como acontecimientos? ¿O sólo como sus copias? ¿O sólo como noticias sobre los acontecimientos? Para poder responder a estas preguntas, que guían los siguientes parágrafos, vamos a traducirla a otro lenguaje; y preguntamos: ¿cómo están en casa del receptor los acontecimientos emitidos? ¿Cómo está el receptor en ellos? ¿Están realmente presentes? ¿Sólo en apariencia presentes? ¿Ausentes? ¿De qué manera están presentes o ausentes?”
Francamente, que uno, en su insignificancia, se sienta atraído sin pretenderlo por planteamientos como los que expone Anders me sorprende gratamente. No andaré tan loco, me digo. O si lo estoy, comparto los puntos de loca lucidez con otros. Cuando leo esas preguntas, ¿tan descaminado ando al dudar de lo que me venden? ¿Tan equivocado al mantener un escepticismo inquisitivo? ¿Tan rebelde como para no afirmarme en la necesidad de serlo? La rebeldía es una condición del Ser; ya sé que lo tengo crudo, pero ya llevo muchos años de contradictorio inconformismo. ¿Que no me hace feliz? Por supuesto. Pero ¿es que acaso me hace feliz la oferta sistémica, que llaman ahora? Presiento que puedo avanzar más allá de Camus, sin negar a Camus. Presiento que una antorcha se prende desde esas páginas. Puede ser el comienzo de una gran amistad (con Anders)
Compartimos método en la forma de acercamiento.... a los libros. Ja,ja, y yo que me creía "unica", menudo chasco. ;). Beso.
ResponderEliminarLo bueno de comprobar que no somos únicos es que se nos quitan todos los complejos. Eso le pasa también al otro...solemos pensar. Míralo por ahí, para las dura sy para las maduras.
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