sábado, 4 de noviembre de 2006

El hombre formado




















tras la lluvia incesante una leve claridad;
me acosté como náufrago exhausto
de la noche
a escuchar el sonido de los ríos descendiendo
por las entrañas de la playa;
su rumor me hipnotizó;
no vi llegar más nubes en legión;
allí quedé dormido
acariciado por los guijarros que besaron
con la pasión de todas sus aristas
y la calma de sus redondeces
todas mis pieles;
hasta tatuarlas...


(sobre foto del hamburgués Bill Brandt)

3 comentarios:

  1. No hay como percibir los sonidos del sueño, Fackel.

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  2. La poesía siempre tan particular, pero siempre tan diferente. Debe ser como dice Zeleste, al servicio del sueño. Buena intérprete de lo soñado o de lo deseado, ¿no?

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  3. Cierto, Zeleste. Pero a veces percibimos sonidos o silencios gratos, y entonces creemos que son sueño. Paradojas.

    Pardo, la poesía es lo más real que existe. Otra cosa es que sea lo más visible (la visibilidad siempre es una perpesctiva personal)La poesía, de acuerdo contigo, en que interpreta lo soñado, lo deseado, lo vivido y lo no vivido. Por eso tiene tantas dimensiones, a mi modo de ver.

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