El hombre formado
tras la lluvia incesante una leve claridad;me acosté como náufrago exhaustode la nochea escuchar el sonido de los ríos descendiendopor las entrañas de la playa;su rumor me hipnotizó;no vi llegar más nubes en legión;allí quedé dormidoacariciado por los guijarros que besaroncon la pasión de todas sus aristasy la calma de sus redondecestodas mis pieles;hasta tatuarlas...(sobre foto del hamburgués Bill Brandt)
No hay como percibir los sonidos del sueño, Fackel.
ResponderEliminarLa poesía siempre tan particular, pero siempre tan diferente. Debe ser como dice Zeleste, al servicio del sueño. Buena intérprete de lo soñado o de lo deseado, ¿no?
ResponderEliminarCierto, Zeleste. Pero a veces percibimos sonidos o silencios gratos, y entonces creemos que son sueño. Paradojas.
ResponderEliminarPardo, la poesía es lo más real que existe. Otra cosa es que sea lo más visible (la visibilidad siempre es una perpesctiva personal)La poesía, de acuerdo contigo, en que interpreta lo soñado, lo deseado, lo vivido y lo no vivido. Por eso tiene tantas dimensiones, a mi modo de ver.