viernes, 3 de noviembre de 2006

Las otras muertes



Recuerdo los versos del poema que un íntimo escribió hace muchos años: Un hombre muere en mi cada vez que un hombre muere/ por la mano y la injusticia de otros hombres. Fue entonces la respuesta juvenil a un acto de sangre de manu iuridica, podría decirse, tan común en España hasta hace treinta años. Llegóse al pacto, pero la sangre siguió corriendo luego desde otras manos milenaristas, y en nuestros días mostróse rediviva desde las garras maritales. Siempre hay un motivo para la sangre, entre todos aquellos que no quieren saber de los motivos para la vida.

El entorno mundial (cuando se castellaniza alegremente el vocablo anglosajón inglés global parece que estamos quitando hierro, sial y sima a la dimensión y profundidad de lo que es el planeta y las sociedades) no depara avances superiores precisamente. Un simple vistazo a los periódicos, un veloz zapping de telediarios y...y Palestina está ahí, Irak está ahí, Chechenia está ahí, Darfur está ahí (por cierto, ¿quién y cuántos saben dónde está Darfur?) ¿Dentro de poco Oaxaca estará ahí? Sí, están ahí. ¿Algunos creíais que están allí, lejos lejísimos e inalcanzables (nosotros)? Partes de una respuesta: 11-M, 11-S, cayucos, etc., por ejemplo.

Pero cuando digamos muerte no pensemos sólo y automáticamente en la inapelable, la categórica, la eximente. Pensemos en las otras: en la falta de opción, en la ausencia de decisión, en el obligado sometimiento, en el ineligible acatamiento, en la cruel resignación. Los otros vocablos de la muerte. Los que más pronuncian las mujeres globales, ah, perdón, las mujeres de cada rincón de la Tierra. Una pronunciación con sonido a silencios, a llantos, a represiones, a desestimaciones.

Quietos: yo soy de los que creo que esto no se puede decir de todas las sociedades por igual. Que aunque el ángel exterminador se desplaza etéreo y vengativo por cualquiera de los pueblos y ciudades más recónditos, hay no obstante culturas más favorecidas (con harto esfuerzo e iniciativa tras su historia anterior) y culturas donde aún tiene que desarrollarse mucha contrastación, mucho debate, mucha resistencia, mucha ruptura con leyes y tradiciones. Tomando en ello parte hombres y mujeres, aunque tengan que tambalearse preceptos religiosos, ideológicos e institucionales (pienso especialmente en el mundo islámico, cuya cultura ha cabalgado paralela a otras y de la que, lo ignoremos o no, también somos bastante herederos)
Después de todo, tras las formas y los mecanismos instrumentales está siempre el poder por el poder, y de los mismos que quieren mantener el poder.

En la fotografía de Rudolf Koppitz veo a las mujeres tiroteadas hoy impunemente en Gaza por las autoridades sionistas de Israel o a la última mujer asesinada por su pareja (eufemismo) en cualquier pueblo o ciudad española, pero también a Muazzez Ilmiye Cig, venerable mujer turca laica que ha sido exculpada por un tribunal en el que la habían demandado los integristas islámicos de su país por revelar sus investigaciones sobre el origen del velo musulmán, o a Seyran Ates, abogada turcoalemana amenazada por el marido de una mujer maltratada que había defendido, o a María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional español, recusada por el incalificable partido de la oposición...Siempre las mismas intenciones, las mismas manos, las mismas envidias...

(Los ejemplos están extraídos con simplemente abrir un periódico de cierto interés informativo; Rudolf Koppitz era un fotógrafo checo-austríaco, nada fácil de entender el nexo, pero entre 1884 y 1936 se entendían muchas cosas, o no)

2 comentarios:

  1. Abrir hoy un periódico es como asomarse al averno. Cómo podríamos defendernos del ataque continuo y del dolor?

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  2. Siempre abrir un periódico (o las imágenes de los noticiarios de televisión) fue asomarse a lo terrible. ¿Terrible por el suceso en sí o porque cada vez tememos más por nosotros mismos? Las muertes, los sufrimientos directos de las poblaciones, las opresiones múltiples...son la punta del iceberg. La montaña de hielo sumergida es lo que importa. Hoy me abatí ante el cambio en la correlación de fuerzas que puede venir -que está viniendo- cuando leía dos páginas sobre la política comercial de China en África. O sobre la política energética rusa. Vaya juego de ajedrez, cuanto jaque se está arriesgando.

    Tu aparente ingenua pregunta cada vez tiene más vigencia. Pero ¿defendernos de un ataque y un dolor será siempre contra otro dolor y otra defensa? Esta es la contradicción terrible de las civilizaciones (poder de por medio)

    Buena noche (no demasiado angustiosa,) Álvaro.

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