Más o menos todos hemos jugado de niños a la guerra. Más activos o más pasivos, e incluyo a las niñas que no entendían el juego de la guerra que nos traíamos, tal vez porque en ocasiones éramos muy brutos, tal vez porque no era un rol otorgado a ellas, pero a veces se sumaban en el papel que propusieran o se les designase. Aquellos juegos de la guerra podían ser más suaves, porque los gestos de las manos con fusiles imaginarios y los sonidos de las balas emitidos por la boca eran la pauta, o más duros, pues siempre había alguno que tumbaba al otro con cierta violencia pretendiendo ser fiel traductor de lo que veía en las películas de eso, de guerra. ¿Qué nos quedó de aquellos juegos lejanos? A algunos el olvido. A bastantes el gusto por los filmes bélicos. A muy pocos cierta repugnancia por las armas.
Pero a lo que no hemos jugado nunca, porque no parece ser interpretativo y nada ocurrente, es al hambre o, mejor dicho, a la hambruna. El hambre no es un juego. ¿Cómo podría jugarse a estar hambriento? En las guerras hay una épica, pero ¿en las hambrunas? Pienso en ello mientras hojeo una cartilla de racionamiento heredada de mi familia. Recuerdo lo que me contaba mi padre sobre las carencias de los años cuarenta del siglo pasado, esa década mortal de después del triunfo fascista. La cartilla aún traspasó el 1950 y mi padre solía decir: fueron peores los años de posguerra. El hambre no es juego. Hoy sigue presente en muchas zonas del planeta. Fue un agente activo en casi todos los siglos de la historia europea. Stalin condenó a Ucrania a una hambruna en la década de 1930 con el precio de cuatro millones de muertos, por citar un caso extremo. Mucho antes, Irlanda padeció entre 1845 y 1849 la gran hambruna denominada de la patata, causante de un millón de fallecidos y otro millón al menos de emigrantes. Ya digo, ejemplo.
En la calle Stephen's Green de Dublín hay un monumento recordatorio de aquel episodio trágico. Realizado en bronce por el escultor Edward Delaney el Monumento a la hambruna reproduce cuatro figuras de gente famélica. Escuálidos, abatidos, tirados unos por el suelo, otros manteniéndose dudosamente en pie, uno ofreciendo una cuchara a la boca de otro, todo el conjunto resulta estremecedor. Cuerpos en las antípodas de Los burgueses de Calais de Rodin si bien unidos ambos por el sufrimiento y la angustia. Estilísticamente las esculturas de Delaney son de una especie de expresionismo abstracto, pero por eso mismo me parece que se prestan mejor a representar algo tan patético como el individuo humano dominado y destruido por el hambre.
Que cada cual dedique un punto de reflexión sobre un tema que ignoramos en esta época de exceso alimentario. Sin olvidar que las guerras pueden traer el jinete del hambre, mientras los otros jinetes sonríen bárbara y sardónicamente.
No hay que ir muy lejos para ver a gente hambrienta, los tenemos muy cerca, y nos importan como sociedad lo mismo que los que están muy lejos....,nada.
ResponderEliminarPor supuesto que hambre hay o sobre todo necesidad cercana, pero no hambrunas, donde afecta a millones.
EliminarLas cartillas de racionamiento provocaron el llamado "estraperlo" (comercio ilegal de bienes) que enriqueció a bastantes...
ResponderEliminarSiempre escuché de mis padres lo del estraperlo, muchos tenderos estaban involucrados en él y los mayoristas, con afecto fiel al régimen, ni te cuento. El régimen era corrupto desde sus inicios. ¿No sobornaron los británicos a militares de altura para que España no interviniera con los nazis en la guerra?
EliminarA los que no hemos sufrido "hambruna" nos cuesta un poco imaginarlo, pero debe de ser más que dramático...
ResponderEliminarDebe ser simplemente de muerte, y además lenta, y con procesos de degradación moral y física inenarrables, por lo que se ha contado.
EliminarParece que lo que da sentido al monumento, sea el personaje vivo.
ResponderEliminarMuy oportuno el sin techo, sí.
EliminarLa guerra no es eso que sale en las noticias, ni lo que se ve en las películas. La guerra es eso que todo el mundo imagina y que solo puede medir cuando está en el centro de una. Me dan asco esos comentaristas, blogueros y bocazas en general que dicen que "estamos en guerra". Qué sabrán! Se nota que no tienen piel que la sienta.
ResponderEliminar¿Y los que llenan su boca de paz, paz, paz sin hacer nada más por evitar la guerra? Cada vez me convenzo más que todos estamos en el mismo sacos y somos cómplices, por acción u omisión, de lo que llegue. Sí, hay mucho simplismo -¿interesado?- en comentaristas, tertulianos y blogueros al respecto.
EliminarYo, ya solo me conformaría con que llamáramos a cada cosa por su nombre y acorde a lo que es. Si nos dejáramos de eufemismos a cada cual más «ingenioso» (es un decir) quizás sabríamos acotar mejor las dimensiones de cada cosa.
EliminarHemos olvidado el principio de al pan, pan y al vino, vino. Los eufemismos han suplantado mirar cara a cara a lo existente. Hasta qué punto llegan algunos indeseables que reducen el número de muertos de la pandemia en Madrid porque les interesa políticamente. No respetan ni a los muertos. Es que lo estoy escuchando ahora en la radio.
EliminarHola maese, que tal?...años hace que no subo nada, pero me alegra ver que sigues desafiando a los orcos psicópatas.
ResponderEliminarun abrazo estés donde estés.
Caronte
Pues espero que aún no me quede próxima la travesía de la laguna Estigia porque mi navegación es de vida y no de procelosos destinos ineludibles antes o después.
EliminarY según dicen España es uno de los paises que más desecha alimentos los datos dicen que más de 65kg van a la basura.
ResponderEliminarOlvidamos la guerra, olvidamos los muertos, olvidamos el hambre, es lo que tiene el querer olvidar.
Seguro que es como dices. ¿No lo vemos cada día en nuestras casas o en el mercado? Olvidamos todo. Los muertos se convirtieron hace tiempo en incómodos incluso nada más morir. Los rituales auténticos han desaparecido (aunque muchos de ellos yo los cuestionaría) Algunos te animan a que huyas del duelo, el íntimo derecho de quien ha perdido a un familiar cercano. En fin, lo que decía antes, se manipula a los muertos por interés de los cainitas.
EliminarUma realidade visível e à qual muitos viram a cara....Porque a verdade pode ser incomoda...e é melhor ficar escondida...
ResponderEliminarTexto interessante para reflectir...
Beijos e abraços
Marta
Es un tema que soslayamos porque siempre les pasa a otros y lejanos. Y a los cercanos no queremos ver. Obrigado.
EliminarFáckel:
ResponderEliminarcuando mis padres me contaban esas historias de hambre no podía ser consciente. Con el tiempo, se comprende el dolor que tuvieron que soportar. Mi padre me contaba que se comían las mondaduras de las patatas fritas, las cortezas de las hablas, las algarrobas tiernas... Y mi madre, que se pasaba la tarde pegada a la falda de su madre pidiéndole pan.
De ellos tengo la costumbre de no tirar nada comestible a la basura. Por poco que quede, se guarda en una fiambrera y sirve de aperitivo para la siguiente comida.
Salu2.
En efecto, todo lo que te contaba tu padre me contaba el mío. Así que andando el tiempo y superando aquellas miserias recuerdo que mi padre no tiraba el pan del día anterior, o lo comía en las sopas del café con leche o al mediodía en la comida. Yo tengo esa costumbre, siempre que el pan sea merecedor de tal nombre. Porque hoy hay cada pan malo...pereo esa es otra historia.
EliminarEl hambre, los mutilados, las vidas acorraladas, el picadero de carne de la historia. El lado malo de las guerras es, en realidad, el único, lo otro, el honor, la gloria, las medallas es una mentira.
ResponderEliminarEse monumento me ha recordado a este otro, con permiso.
https://www.elartistadelalambre.net/civilizacion/
Pues no faltaría más, gracias por el enlace. ¿No son esculturas del mismo autor y también en Irlanda?
EliminarSi tomamos como referencia de los estragos bélicos con ver lo inmediato en Ucrania nos basta. Pero por todos los contendientes se está llevando un grado de ocultación de las miserias bastante elevado. Y las imágenes que nos llegan de los territorios ocupados por los israelíes no te cuento, ahí se ve el hambre a paladas y todo lo demás. Pero la geopolítica supera las buenas intenciones de los occidentales, si es que quedan. Yo no lo veo, aquí la gente prepara sus vacaciones de puentes y de verano. O sea, que no hay una sola Humanidad. Y menos una humanidad.
Una versión dulcificada de lo que fue la posguerra
ResponderEliminarhttps://el-macasar.blogspot.com/2009/09/los-ninos-de-la-posguerra.html
Lo leeré con atención, Mr. Citizen; muchas gracias.
Eliminar