martes, 17 de diciembre de 2024

Ecos lejanos, 30

 


¿Te buscaba Judith para intentar llevarte a su radicalismo o para conducirte a su calor? Me esperaba esta pregunta de Else, no obstante el abismo de tiempo que nos había separado. Pero he simulado no esperarla. Preguntas de manera tan delicada, Else, que le dan ganas a uno de retornar al pasado y aprovechar más el calor afectivo que nos faltó a todos en lugar del ardor bélico. Else se pone seria. El ardor bélico era importante. No juegues con la ventaja de saber el resultado de aquello, primero porque tú también te involucraste con generosidad, y segundo porque muchos cayeron y no se puede decir que estuvieran del todo errados. Al menos no en la intención, y mucho menos en los anhelos. Y además, mi apreciado amigo, y aquí el retintín de Else me pareció castigador, a ti no te faltó calor amoroso de mi parte. Ni tampoco por el que te ofrecieron desde otro lado. Soltarme esta invectiva cuando todo está apagado prácticamente no tiene sentido ni me parece bondadoso, replico mostrando cierta molestia. ¿No se supone que todo lo tenemos superado con creces? ¿No hemos atravesado un destino con distintas fases de crueldad, a las que hemos sobrevivido como elegidos de los dioses? Nunca te sentiste propietaria de mí ni yo de ti, eso decías al menos entonces, ¿o acaso mentías? ¿Te las dabas de abierta para no quedarte atrás de la conducta de otros guerreros, llamémoslos así, que valoraban tanto la nueva moral que se pretendía establecer como la implicación en la gesta que se frustró? No nos va ni a ti ni a mí ponernos cínicos cuando peinamos canas, me interrumpe. Y menos esta agresividad con su elegido tono verbal pero que huele a vengativa. No sería bueno para el recuerdo de ambos de aquí en adelante, una vez que nos hayamos separado. Por un instante me he avergonzado de mi enfurecimiento. Es como haberme retrotraído a un pasado conflictivo. Quiero corregirlo. Siempre retendremos los mejores recuerdos de nosotros y de lo compartido con aquellos compañeros, ¿verdad, Else? Algo que ni Judith, ni Helmut, ni Joachim, ¿te acuerdas de Joachim?, y muchos otros no podrán experimentar como consuelo. Nunca tuvimos certeza sobre si sobrevivieron o perecieron todos, prolonga Else mi reflexión, como si no quisiera zanjar nuestro turbio diálogo. No todos los testimonios que nos llegaron fueron fiables. Algunos me comentaron que habían visto a Judith tiempo después, pero bastante demacrada. Y que Helmut fue de los primeros en desaparecer. Respecto a Joachim alguien me comentó que salió mejor o peor de aquello y se implicó después en una resistencia peligrosa en la nueva y tenebrosa etapa del país. Quién sabe, puede que ande todavía por ahí. De pronto Else me mira intrigada. Pero, ¿por qué mencionas ahora a Joachim? Yo lo tenía casi olvidado. No sé, Else, asocio recuerdos, supongo, y este encuentro que estamos teniendo lo propicia. Aquella obsesión que tenía Judith por él y cómo esta me utilizó para darle celos, no sé, es vaga remembranza. No tan olvidada por ti, suelta Else con una carcajada. Me justifico. Hay marañas del pasado que nunca logramos desbrozar del todo, digo. Cosas del subconsciente. Le debo parecer hilarante a Else. Pone la última guinda. Ah, el subconsciente. Qué gran invento.




18 comentarios:

  1. Ay, el subconsciente. Por más que tapemos, adornemos o escondamos lo que no queremos admitir, llega para dejarnos en evidencia. No digo que sea su función, pero lo hace.

    Me da por pensar que Joachim no sólo era el objeto de la obsesión de Judith, sino que algo tiene que ver con Else. Lo digo por la pregunta de ella (¿por qué mencionas ahora a Joachim?), que al menos yo leí con cierto tono a la defensiva, y por el hecho de que él lo menciona después de que Else le pregunte por Judith. Suena más a traer otro personaje que me haga parecer menos "culpable".

    Besos

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    1. No sé tampoco, si el personaje que narra nos lo aclara pues bien, y si no, se lo perdonaremos. El subconsciente como invento y como excusa, un término que acaso se sustituya en algún momento cuando se sepa más del cerebro y sus funciones intrincadas y maravillosas.

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  2. No hay mayor peligro que el que venga de una mujer malquerida.

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    1. O dejada en la estacada, que dirían otros. Habría mucho que hablar sobre el bien o el mal querer. Cuando dos personas están en esa lid ambas comparten complicidades y también responsabilidades, pero cada uno es personal e intransferible (¿a qué te suena?)

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  3. En esta foto , ella sí que podría ser, pero él , parece el hermano calvo de Einstein (calvo de tanto pensar, más que su hermano obviamente).
    No me parece la respuesta de él como para la andanada posterior.
    Creo wue estaba esperando algo otra saltar. Aunque fuera que le preguntará la hora.
    PERo sí que tiene dazon en el invento del subconsciente, que por aquel entonces debía ser un recién nacido.
    Abrazooo

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    1. No te dejes guiar por las imágenes que pongo, Gabi, pero es que esta, cuyos personajes no quiero revelar para no condicionar más el texto, pues nada tienen que ver, me resultaba curiosa, porque admito la mirada felina de ambos y los felinos se atraen de manera misteriosa.

      En un encuentro al cabo de mucho tiempo puede salir de todo y de manera un tanto contradictoria. Tienen su encanto los reencuentros: expurgan, reconcilian o alejan definitivamente, pero siempre hay catarsis detrás.

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  4. Há acontecimentos que nunca são esclarecidos......e há várias versões para o mesmo...
    Depende da leitura de cada pessoa....
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Por supuesto, pero los reencuentros deberían servir para sumar versiones que aportaran claridad. Obrigado, Marta.

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  5. El subconsciente como excusa... al que atribuimos carencias, debilidades...
    Mucho aún parecen tener pendiente de decirse, de aclarar, de batallar, Elsa y protagonista.

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  6. Pienso que, tanto en el consciente como en el subconsciente, las heridas abiertas del pasado pesan más que los buenos recuerdos y cualquier "tecla" que las active (fotos, encuentros, etc.) las hace emerger brotando de ellas reproches que tienden a calcular y a asignar el tanto por cuanto de culpa de cada cual o de cada muchos/as... Y las razones o las sinrazones que las ocasionaron y las perpetúan...

    En fin, no sé si esto que digo es muy acertado en cuanto a la interpretación de tu texto, pero es lo que me ha sugerido...

    Abrazo

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    1. Si las heridas del pasado siguen abiertas es obvio que pesen más que los buenos momentos, pero cada cual debería preguntarse por qué siguen abiertas. No es bueno llegar a viejo en esa circunstancia. Las frustraciones no deben pesar ya cuando se ve que no hay vuelta de hoja, por lo tanto la razón se debe imponer aunque el subconsciente o esa memoria clara se obstine, simplemente por higiene mental. Es verdad que una carta, unas fotografías, el encuentro con amigos comunes, etc. activa recuerdos sobvre lo que fue, lo que dejó de ser o lo que nunca fue pero se deseó, que esta es otra y pesa a veces como losa. Nos conviene ser ecuánimes con nosotros mismos pero sujetar la balanza, ser fiel de la misma y encima jueces de nuestra propia experiencia casi es misión imposible.

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  7. Si en un reencuentro no se va a reemprender nada mejor manifestar que de ahí no se pasa. Conque uno demuestre desinterés vale por ambos. Bien estuvieron los recuerdos, pero nunca mejor que las experiencias vividas en su momento.

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    1. Interpreto que más vale dejar que mueran pacíficamente las aguas en el océano del pasado, Anónimo. Y sí, las experiencias y su contenido es lo que cuenta en cada momento.

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  8. " Hay marañas del pasado que nunca logramos desbrozar del todo" ¡Cuántas veces he pensado esto!

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    1. ¿Sabes lo que más lamento? No haber llegado a tiempo de enterarme y de preguntar a los mayores, o incluso a los coetáneos, y así cantidad de vivencias del pasado han permanecido sin ver su trasfondo. La vida es irrepetible y no hay que dar vueltas y bien vale lo que ha valido bien.

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  9. Fáckel: supongo que, como el subconsciente no descansa, siempre nos pilla en un renunció.
    ¡ Qué puñetero es a veces!
    Salu2.

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    1. Es como el consciente mirado desde el otro lado. Hay que quererlo también.

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