lunes, 29 de noviembre de 2021

Aquella alumna que miraba o no miraba (Serie negra, 51)

 


Parece que miro, pero no miro. Y eso que nos han dicho que estemos pendientes de lo que nos diga el fotógrafo. 

Quieren que sea la foto del curso. Esa fotografía que hay que poner en una pared o sobre una cómoda en casa. De dos en dos. Pulcras, ordenadas, modosas. La imagen perfecta para la posteridad. No miro. He abierto los ojos y he permanecido relajada. Mi compañera estaba más pendiente. Lograba una imperturbabilidad más natural. Yo no. Yo estaba fuera de todo. Un rato antes me habían castigado y tuve que hacer el esfuerzo de aparentar. Estar ahí delante y a la vez no estar en ninguna parte. Los castigos duelen más después de cumplirlos. ¿Lágrimas? En la fotografía que observo ahora en la distancia de mi vida no veo rastro de ellas. ¿Lloré o no lloré? Ahora que lo pienso mis lágrimas siempre fueron una corriente vertical que subía desde el estómago y luego descendía para no alojarse en ningún espacio. Tal vez se diluían en la indiferencia. No hacer caso. Creo que el secreto de no llorar en público es procurar ajustarse a una circulación interna y, por lo tanto, oculta. En la soledad llorar podría ser algo diferente. He llorado en ocasiones en exceso, pero nadie se ha enterado. Nunca di a nadie el gustazo de que me vieran llorar. La gente lo considera como un acto de contrición, de arrepentimiento por algo que no has hecho bien. Llorar por un mal, llorar por sufrir escarnio, llorar por impotencia, llorar por ser ignorado.

Formas diferentes del dolor. Hay a quien le gusta ver llorar al otro. Todo el mundo llora, por lo tanto si lloro no me acomplejo, parecen pensar. Conmigo no lo lograron. Siguen sin conseguirlo. Esa actitud mía era entonces peligrosa. Todavía lo es. Quiero decir que ha tenido siempre riesgo para mi integridad. Podía ser interpretada como niña díscola y suscitar doble castigo. O como un ser insensible nada presto a la colaboración. Pero yo me esforzaba en entregarme a los demás. Ocurrió en ocasiones. Tragué mi rabia cuantas veces alguien reaccionaba de modo condenatorio contra mí. ¿Por qué habría tenido que manifestar con lágrimas un disgusto o desacuerdo o bronca que me afectase? Hubiera sido lo fácil. Pero ignoro cómo nació en mí esa resistencia a mostrarme débil. ¿Se trataba de eso? ¿Que no soportaba la idea de debilidad? Hay gente que tapa su fragilidad con una dureza formal exagerada. Aparente. Un rostro apretado, la mirada analítica y escrutadora, sus movimientos bruscos, gesto de estar por encima de ti. O simplemente el alejamiento. Cualquier comportamiento de este tipo le delata. ¿Que tenía confundido a todo aquel que tratara de zaherirme o hacerme la vida imposible? Me daba resultado. Me sigue dando. Acaso por eso me temen y saben que soy tan fácil de tratar como invicta si me atacan. Dejo que accedan a mí pero paro en seco cualquier intento que perjudique siquiera al instante. 

Parece que miro, pero no miro. Mi compañera quiere esbozar un interés que yo rechazo. ¿En qué pensaríamos cada una de nosotras? Miro ahora a ambas y me pregunto si nos estaba emocionando el momento. Acaso yo seguía dando vueltas a la puntilla del cuello de la bata que exhibía mi vecina. Hoy me parece tan banal como yo tan alejada de la circunstancia. Pero, ¿ha cambiado algo dentro de mí desde aquella fotografía entrañable que contemplo?




(Fotografía de Jean Marie del Moral. Una escuela en Turquía, 1987)

24 comentarios:

  1. Las fotos más bellas son las que nos hacen sin darnos cuenta. Ahí, somos nosotros mismos, cuando parece que no miramos.
    Interesante relato.

    Un placer siempre leerte, Fackel.

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    1. Pero las fotos de colegio siempre fueron muy de pose, al menos en mi tiempo, y así salíamos todos de horrorosos. Buena noche, Rita.

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  2. Podría tratarse de cualquier niña de cualquier país del mundo. Siempre se ha querido doblegar voluntades con castigos, con el escarnio, con trampas psicológicas. No siempre se consigue. Afortunadamente. Llorar es sano, desde luego. Pero en un entorno hostil es mejor no hacerlo. Dejarlo para un momento más adecuado. Un momento de soledad.

    Me ha encantado tu texto...

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    1. Hay gente dura desde la niñez, que distingue el espacio privado del público, y con un sentido íntimo y muy propietario (¿por qué no?) del pudor, y de la manera de encauzar sus penas. Esta se reservaba en soledad para el llanto, que lloren otros pensaba ante el castigo. Buena nocturnidad y alevosía.

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  3. Curiosa interpretación, la que haces de la actitud de tu protagonista. Ya ves, yo la veo aún más atenta que la niña de las puntillas. Tu protagonista no está mirando a la óptica del fotógrafo. Se acerca, pero no lo mira; quizás la mano, la calva, el gorro o el reloj...
    En cualquier caso; demasiado joven para no llorar. No es bueno

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    1. Pues ya ves que hay de todo en la viña del viticultor, ese racimo imaginado tenía unas dotes de autocontrol, según el relato, muy claras. Claro que depende cómo le apretaran en público las clavijas. Todos hemos visto llorar a hombres en situaciones de gran presión y ante ojos de un grupo.

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  4. Texto que me fascinou ler. Intenso, profundo, para reflexão.
    .
    Cumprimentos poéticos
    .
    Pensamentos e Devaneios Poéticos


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    1. Es que a veces las imágenes nos sugieren reflexiones. Es muy difícil permanecer impasibles ante determinada fotografía, aunque no me interesan tanto las imágenes de la televisión, por ejemplo, me fío menos de ellas. Saludos, Rycardo.

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  5. Está abstraída, pero su mirada perdida y el rictus de la boca reflejan tristeza. A los niños les cuesta aparentar lo que no son ni se sienten.

    Salut.

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    1. Es probable, pero hay niños excepcionales (en el sentido que rompen la normalidad) en sus emociones y sentimientos, lo cual nos lleva a pensar en lo que puede haber detrás en sus vidas.

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  6. Llorar para muchos es una liberación de las emociones interna que hay que dejar ir. Una especie de terapia personal. También hay quien muestra su dolor o a veces de alegría de igual forma, llorando. Arrepentimiento también, pero no tanto, creo.

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    1. Por supuesto, llorar y llover supone oxigenación y ventilación y nutrientes, en el caso del humano fertiliza el mundo emocional, equilibra la mente, rebaja la tensión y el estrés. Lo más duro es cuando ves a personas llorando por sus fracasos, tan delicado el tema.

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  7. Pues sí que es entrañable la fotografía, como lo son también esas entrañas que nos expones de la mujer mirando a su niña. Me gusta esa mirada atenta en otra cosa de la niña y sus manos dispuestas sobre la libreta. Buenas.

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    1. Creo que todo individuo -mujer u hombre- se pasa toda la vida ya adulto contemplando el niño que fue. Gracias, Esther.

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  8. Mirar sin mirar. Alguna vez lo hemos hecho. Los que siempre nos hemos dedicado a la docencia desarrollamos mucho el sentido del "olfato" para detectar,por ejemplo, miradas de los que andan en otra cosa, expresiones de los que no se están enterando de nada o simplemente tienen su cabeza en otra parte.
    Saludos.

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    1. Te creo, y aunque no me he dedicado jamás a enseñar o como se llame aquel ejercicio entiendo ahora la posición del maestro, no podía, no puede, ser difícil detectar distintas actitudes ante el desarrollo de la clase y lo que dice el profesor. Ahora que lo pienso, he llegado a abstraerme hasta en estudios superiores. Pero es que ahí los cates solían soltar su discurso, salvo en clases prácticas, y era otra cosa.

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  9. Olha e não olha. O que esconde... só ele sabe a tristeza que o invade...E, sim, há várias formas de dor; há quem ache que chorar é ser-se fraco, infantil... mas acho que só depois de enfrentarmos esse momento em que estamos vulneráveis é que podemos reerguer-nos e isso é ter coragem. É a minha opinião.
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Por supuesto, te doy la razón, afortunadamente es así. Se aprende de todo, incluso llorando.

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  10. ...Sí, mirar sin ver. Estar sin estar. Es escapar del momento y del lugar donde se está. No sé, supongo que nos sucede a todos a veces, aunque no sea tan fácil captarlo como observando una fotografía. A mí, por lo menos, me suele pasar y no tan pocas veces, no creas.

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  11. Qui és ella, la de la dreta o la de l'esquerra? No ho tinc gens clar!
    Però m'agrada tot el que t'ha suggerit la foto!

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    1. De libre elección, Helena, no te condiciones por la foto.

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  12. Fáckel:
    una mirada de mirar sin mirar. Hay que estar muy absorto.
    Salu2.

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    1. ¿Quién no hemos mirado sin mirar cuando estábamos en la clase? Si yo te contara mis viajes a Babia...

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