Me había quedado traspuesto, el café ya frío y sus posos indescifrables a un lado, el poeta varado y su lenguaje excéntrico más allá, y del sueño repentino tejí sueños, y estos me llevaban lejos, a geografías dispersas donde tan pronto se alzaban edificaciones hanseáticas que bordeaban canales como rompían el paisaje de arrozales sencillos palafitos o mis pies hollaban caminos de sirga a la par de navegaciones fluviales que conducían a la corte de un imperio, y mi asombro era no saber cómo había llegado a cada territorio, y mi perplejidad no quedaba desvelada cuando entraba en contacto con gentes de cada lugar, individuos dispares que no obstante me resultaban cercanos, y yo entablaba conversación con ellos, me hablaban de sus oficios, me relataban sus viajes, se quejaban de sus insatisfacciones, me mostraban recónditos templos que aún latían en lo más íntimo de las selvas, fantaseaban acerca de sus conquistas afectivas, y casualmente uno de aquellos personajes, agotado por las tareas de la jornada me invitaba a beber con él un estupendo sake en una taberna de su aldea, y allí me estuvo hablando de aquella familia pudiente de la comarca, a cuyas hijas él jamás tendría oportunidad de acceder, pues solo deseaban exhibirse ante otros hacendados tan peculiares y anodinos como ellas, pero eso a él no le importaba, me decía, porque la mejor mujer de la casa era la sirvienta, esa sí que es de mi condición, me decía con euforia, pero mucho me temo que ella no quiera nada conmigo, pues ve que solo sé trabajar como un asno de sol a sol en el molino y no puedo ofrecer ningún futuro, y ella, así seguía afirmando, se siente bien acogida en aquella casa y sé que allá envejecerá, sin que haya condescendido con ningún otro vecino de su clase, sin que tenga mayores pretensiones, y cuando el sueño iba a revelarme algo más sobre aquella sirvienta mi codo se escurrió violentamente de la mesa, y por un momento no supe si salía de un sueño o de un cuento del Genji monogatari.
Quien desee saber algo más de aquella sirvienta de una casa japonesa, puede pasar por Chitón.
Enhorabuena por tan prolíficos sueños. Eso de poder viajar oníricamente no tiene precio!
ResponderEliminarImagino que como mi vida es muy tranquila, aunque me “deslome”, la fuente de los sueños ya no mana... al menos quedo agradecida por haberlo pasado tan oníricamente bien en el pasado.,
No tiene precio pero es muy intrigante, e incluso tras soñar y olvidar los sueños hay algo en nuestro cerebro que le está dando vueltas sin que nuestra conciencia sepa fijarlo.
EliminarInteresante .He disfrutado lo que has escrito e iré a ver lo que recomiendas
ResponderEliminarGracias por compartir lo que escribes
A ti por leer y opinar, R.
EliminarLeí a Chitón. Me encantó cómo maneja a esa sirvienta que sueña con ser hija del amo. Tu planteas que ella seguirá viviendo en esa casa, y yo estoy de acuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que de momento tiene seguridades (laborales y emocionales), ¿no? Buen día.
EliminarVamos, que después de leer a Chiton entraste en un estado de duermevela, y el sueño te jugó una buena pasada: leemos para soñar, soñamos lo que leemos...
ResponderEliminarUn abrazo Fackel...
Debió ser así, después de ser Chitón me vienen sueños añadidos, jaj. Otro abrazo.
EliminarOs melhores sonhos são aqueles que não terminam... controlamos o destino nesses momentos... e somos uns heróis.
ResponderEliminarEla poderá ficar para sempre naquela casa onde se sente protegida ou ter uma desilusão tão grande e sair.
O fim fica em aberto....
Beijos e abraços
Marta
Los sueños nunca terminan, simplemente cumplen horarios y toman el relevo unos a otros. Cierto que el tiempo es efímero en un sentido, pero la capacidad de reproducirse dura lo que dura nuestra vida. Saúde, Marta.
EliminarTendré que ir a ver la otra parte para comprender el alcance de tan peculiar sueño.
ResponderEliminarSueño lleva señuelo.
EliminarQue malos son los despertares siempre escondiendo la resolución de los sueños para bien y para mal.
ResponderEliminarYuko parece manejar bien los asuntos de la casa. Seguro que sus memorias darían para una novela.
Un saludo.
Lo que dices sería aplicable para mucho humano del entorno. Nuestras vidas, en mayor o menor medida, contienen elementos narrativos. Su interés está en función de los receptores. Saludo.
EliminarHas complementado muy certeramente el texto de chiton. Has hecho un viaje onírico , de principio de sueño, (más incontrolables que los de despertar), que aún así te ha llevado al japon de chiton, con quién parece que compartes afición por la cultura japonesa.
ResponderEliminarUn placer leerte
Saludos
Tal vez son los Ukiyo-e los que desde hace tiempo me trasladan, y si la visión que nos ofrece se complementa con lecturas no es difícil ser un admirador de aquella cultura, que a la postre no resulta tan distante de la nuestra. Agradezco tu lectura atenta, G.
EliminarTengo que visitar tu otro blog. Allí sabré algo más de estos peculiares personajes.
ResponderEliminarLas fusuma están abiertas para acceder a sus habitaciones.
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