lunes, 1 de marzo de 2021

El crimen o el que mata. Discurso del valiente Valerio Semir

 



La sangre llama a la sangre. Sobre todo a aquellos que hacen oficio de ella. Muerte por encargo. ¿Quién paga? Depende. El mercado del crimen es de los más antiguos y de los que más beneficios producen. ¿Son los enemigos del César capaces de arriesgar sus territorios? Se envían legiones contra ellos. No hay uno sino mil asesinos, a los que respalda la ley del Imperio. ¿Es tu competidor quien disputa las ganancias que tenías hasta ahora en tu negocio? Siempre hay un envidioso a quien tentar dispuesto a esperarle cuando cierra la tienda. ¿Ha cautivado tu esposa al galán más guapo de la ciudad? Tendrás un sicario a mano, quien por pocos denarios podrá realizar la tarea de eliminar al que te pone los cuernos. El candidato del partido opuesto a tu elección en la municipalidad o en el Senado tiene opciones de ganar y ninguno de tus intentos de soborno hacen mella en él. ¿Qué te queda si quieres mantenerte en tu provechoso cargo? Pagas a un mercenario de paso, que jamás volverá por estos lares, y utilizando el ardid de ladrón todos aceptarán que el robo ha sido la causa del infortunio. ¿Has perdido tu hacienda jugando en la taberna y estás desesperado? Tú mismo esperarás de madrugada, embozado y con una daga, al que te ganó, y a la primera que le claves en el cuello te liberará de compromisos. La vida te ha puesto a mano a aquel que dio órdenes de asesinar a alguien de tu familia hace años. Pues bien la sed de venganza que has incubado durante tanto tiempo, si bien la pensabas superada, te proporciona la posibilidad ahora de ser saciada. Pero sin ir más lejos, ¿no te has sentido en alguna ocasión hundido en la desesperanzada para salvar la cual has recurrido a pensamientos suicidas? Si sigues en pie es porque comprendiste a tiempo que cualquier clase de pérdida de horizontes no se soluciona con el arma de acero sino con la herramienta del pensamiento que sobrepone. En fin, matar siempre es un ajuste de cuentas con tus propios fracasos. Ser asesino de uno mismo es el mayor de los despropósitos, aunque parezca una decisión libre.

Así habla a otros ciudadanos en el foro el díscolo pero valiente Valerio Semir. Libre de ansias de participar en el gobierno municipal cree que la mejor manera de aportar ciudadanía es decir las cosas claras. Pero ¿ello le librará de venganzas y resentimientos por parte de aquellos a quienes acusa? Ciudadanos, la muerte es un instante, los motivos siempre sobran porque acabar con la vida es el objetivo supremo que ella, la pérfida muerte, persigue. La tentación abunda, pues quien más o quien menos ha sido objeto de agravios. Algunos diréis: si la muerte no se busca da lo mismo, porque siempre llega. Tal es la necedad con la que concluís para justificar vuestra ignorancia. Pero ¿quién eres tú para infringir la ley de la naturaleza más excelsa representada por la existencia? También dirán otros: la muerte es ley inexorable, y muchos se la merecen. Así va el discurso insano e insensato del populacho que a su vez emula a los poderosos. Si el poderoso mata, ¿cómo no voy a hacerlo yo?, es una justificación miserable bastante extendida. Y otros: tal personaje no se merece la fortuna que tiene, seguro que la ha labrado con oscuras mañas y aprovechándose de los infelices, y si a ti te falta la suerte de los bienes, ¿por qué no se la vas a disputar? Hasta estos extremos irracionales conduce la ambición más nefasta, de la que no se libran ni ricos ni pobres.

Valerio Semir, le interpela uno de los congregados. Mucho hablas tú contra los que incitan a la muerte, pero ¿acaso estás a salvo de recurrir a alguno de sus medios para solventar un problema? Valerio Semir, que se espera cualquier clase de comentario pero no uno tan personal se seca la frente sudorosa por el calor tardío de aquel agosto. Luego se muestra templado. Se crece en cualquier tipo de impugnación, incluso en los disparates. No lo estoy, pero combato cada día la idea más torticera que cabría esperar de una mente. ¿Cómo se hace eso?, replica otro. ¿Te imaginas mentalmente que ejecutas un crimen y eso ya te sirve? Varios ríen provocativamente, pensando ya te han pillado. También combato el deseo de la muerte de otros, que siempre se haya escondida en un rincón de nuestra alma. La imaginación es poderosa y a veces solo sirve para alimentar las más tenebrosas incitaciones. De lo imaginado a lo puesto en práctica solo separa una orilla fácil de atravesar. Mejor usar las fantasías para los placeres del saber y de la satisfacción de las apetencias pacíficas que la carne reclama. Los agitadores no cesan. Hablas de ese modo porque eres pudiente y te crees libre para poder pensar y mantener tu hacienda. Valerio Semir se sabe víctima de un ataque no tanto contra su persona sino contra sus ideas. Tergiversáis la realidad, les contesta algo airado. Mi situación económica es la justa. Ocupo el tiempo en el cultivo de mis huertas y de mi capacidad de razonamiento. Eso me basta, porque simplemente  no me planteo aspirar a nada que exija competencia. ¿Desear bienes ajenos? Eso os lo dejo a los que no habéis sabido jamás procurar los propios.

Estas últimas palabras fueron jaleadas favorablemente por numerosos ciudadanos. El grupo de instigadores se retiró entre abucheos. Ninguno de estos evitó apuñalar con la mirada al sabio. Entre ellos, a medida que se alejaban, corrió una consigna. Esta tarde en la tasca de Venancio el hispano. A Valerio Semir habrá que proporcionarle otros argumentos más directos para que ejercite su perfección moralista. Una extraña y pesada calima que llegaba desde la parte de Vesubio les excitó aún más. 




(Pintura pompeyana en el Museo Arqueológico de Nápoles)

38 comentarios:

  1. Matar cuerpos directamente o por encargo nada arregla, y la sensación de poderío acaba en podredumbre. De qué sirve matar al portador o realizador de ideas si la clave consiste en secar las fuentes de procedencia?; pero la vida común se desarrolla en la superficie, ay.
    Lo más terrible es la miseria mental.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues no sé si arregla o desarregla, pero hay que ver cómo se practica, ¿no? Desde el principio de los tiempos. Vae humanorum!

      Eliminar
  2. Hay puñales y puñales. La mirada, como bien señalas, puede ser uno y también hace daño

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Naturalmente y en muchos casos avisa de algo peor. Aunque sea simplemente el principio de un acoso.

      Eliminar
  3. Hoy escuchando las noticias me he acordado de ti. Si; porque resulta que en "Pimpolla" también conocida como Pompeya, han encontrado una carroza que...como no! esta repleta de adornos con imágenes de contenido "sersual". Jolines con los pimpollanos, les iba la marcha. Hay que ver como les obsesionaba las cosillas del pirulo y la almejilla.
    Jajajaja!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En Pompeya había una clase que vivía muy bien. Las casas que se fueron descubriendo y que evidencian gente de categoría superior muestran un despliegue de pinturas extraordinarias. En parte en estas pero también en tabernas o lupanares hay una gran exhibición de prácticas amatorias. ¡Libres de prejuicios! A ver si dicha carroza la acaban de limpiar y la recuperan y nos enseñan su valor ar´tístico.

      Eliminar
  4. Eres un gran escritor No eres un blogger
    saludos y un abrazo
    gracias por comentar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué dices, se trata de pasarlo bien imaginando que uno vivió en aquel tiempo y aquel lugar...Gracias a ti, R.

      Eliminar
  5. Todo queda resumido en esa frase del texto: "matar siempre es un ajuste de cuentas con tus propios fracasos".
    Un saludo, Fackel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues seguramente. Y ello ha trascendido al conocimiento psicológico. Recuerda aquello de matar al padre, por ejemplo. Una metáfora que nos persigue toda la vida.

      Eliminar
  6. Mal le pintan las cosas a Valerio, ha levantado ampollas con sus comentarios, algunos se sienten señalados. Solo el Vesubio, sabrá si se cobra su arrogancia o perdona su cordura.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En cierto modo en esta vida los valientes se ponen la soga al cuello desde el momento en que denuncian. Pero ¿hay suficientes valientes que saquen a relucir la corrupción de un país que cada vez se revela como más estructural? Más bien si los excrementos salen es por traiciones o por no cargar con el muerto que por valentía. Perdona la disgresión.

      Eliminar
    2. Estas más que perdonado. Por cierto, comparto tu opinión. La corrupción que aflora, es por que a alguien le han pisado un callo, y le da por cantar.

      Eliminar
    3. Me alegra sentirme comprendido.

      Eliminar
  7. En cuanto al uso de sicarios, está a la orden del día. En según que lugares de este mundo para llevar a la muerte al que más le convenga a quien hace el encargo. Y si no la apropición de bienes ajenos también. ¿Son sicarios esos que la facilitan?
    No sé qué fue o qué se encontro Valerio Semir en la taberna del Hispano aquella noche. El ambiente, el contexto final bien que lo apunta. Cada cual que saque conclusiones.
    Y estoy de acuerdo con el que infringirse la propia muerte no resuelve problemas, si de eso se trata. Pero aunque no guste a muchos lo que diré allí va y lo suelto. El hombre es dueño de su cuerpo y si se cansa de llevarlo puesto pude decidir terminar y desaparecer aunque no tenga ningún problema a resolver.

    Me gusta ese final abierto. Muy buen relato.

    Salud, Fackel

    Anna Babra

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los sicarios lo son por precios bajísimos. O por otros favores en especie.

      Ah, no empiezo a estar tan seguro de que el hombre sea dueño de su cuerpo. ¿Controla el llamado individuo sus microbiotas extensas y variadas? ¿Sus bacterias, sus protozoos, sus patógenos, sus hongos, sus...? Es decir, todas esas otras manifestaciones que forman parte del complejo entramado de un cuerpo?

      El hombre controla a veces la representación de su cuerpo. Más que dueño es medio. Pero ya sabemos que ese gran invento llamado conciencia (ojo, que no niego ni reniego de él) simplifica que nos creamos que somos alguien, cuando acaso apenas somos algo. Lo siento, Anna, estoy por deconstruir.

      Y en el orden de la conciencia...cuando un individuo está entero ¿desea acaso acabar con su vida? ¿No será que tiene una precipitación de fallos y fracasos que le conducen a la desesperación y de ahí tomar decisiones drásticas? Es un tema complejo que no se puede abordar en dos líneas.

      Final abierto...hasta el día siguiente (rio con humor negro)

      Eliminar
  8. Quizás sea la conciencia del bien y el mal el primer atisbo de civilización, el primer paso para diferenciarnos de aquellos bárbaros que, sin más ley que la propia supervivencia van resolviendo sus discrepancias con la violencia y el ojo por ojo. Miro la realidad y pienso que muy poco hemos avanzado en ese camino. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, entender la diferencia entre el bien y el mal es muy primigenio, y por eso mismo sigue siendo un eje central de las conductas humanas. Pues además sabiendo las diferencias, ¿por qué nos obstinamos en el mal? Ah, ya, el mal es un recurso infalible para intentar conseguir algo que de otro modo parece que la sociedad no propicia. ¿O se trata solo de una elección?
      Yo creo que hemos avanzado extraordinariamente, pero hay cuestiones esenciales que van a estar ahí toda la vida terrestre. El bien y el mal, la felicidad o la insatisfacción, el dolor y el placer, el odio y el amor, la pulsión de la vida y la muerte...Oye, y no llames bárbaros a nuestros abuelos paleolíticos, jaj.

      Eliminar
  9. Si matar solucionara algo la especie humana estaría genial porque a través de sicarios, guerras, ejecuciones, venganzas personales, atentados, crímenes varios...se ha matado mucho y se sigue matando. ¿Y dónde estamos? En el control de los impulsos de matar en la prehistoria todavía...

    Interesante tu texto.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es uno de los rostros del Jano que llevamos todos, ¿no? Pero no infravaloremos la muerte inducida para lograr los objetivos más abyectos. Las guerras conllevan vencidos pero también vencedores. Ahí tienes el efecto de la muerte. Aunque sea a través de un complejísimo proceso y factores que pueden salir bien o no para quien desencadena las matanzas. Ejemplos hay a mansalva en el siglo que muchos hemos vivido mayormente, el XX.

      Un abrazo, Ana.

      Eliminar
  10. Incluso a los oradores del ágora les llegó la erupción.
    Es difícil encontrar la verdad, salvo que vaya uno a buscarla con los demás, como dijo el poeta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Y cuando los demás no está claro que quieran buscarla con uno o unos? Mira qué dilemas vivimos.

      Eliminar
  11. La imaginación del supuesto relato, le deja a uno con la pregunta clave: ¿es de ayer o es actual, lo que se cuece en las intrigas del poder y la ambición? Sin llegar a "matar siempre es un ajuste de cuentas con tus propios fracasos", la zancadilla política para medrar o alcanzar el poder, depende del dinero para lograr lo que se quiere.
    Fackel, tienes razón, ahí siguen los ejemplos conocidos a través de los siglos. El relato es duro, pero las injusticias manifiestas, si la ley no se impone, suelen retar o desafiar a los débiles o descontentos. La venganza y el descontento están ahí, y se agitan, si alguien las agita...
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El tema es de siempre, recurrente, como se dice ahora. En el pasado se urdían unas intrigas y decisiones tajantes y en el presente las intrigas tienen otros caminos y luego ya sabes, juicios y jueces, abogados y fiscales, poderes que se echan pulsos, tiempos que se van pasando y que luego ya se valoran las cosas de otro modo...Y claro, la pregunta del millón: ¿hasta qué punto la Ley es dura, se impone y se aplica con los personajes que han tenido y tienen poder? Miro a mi entorno español y me encuentro lo que tú y yo vemos. Otros no quieren ver, se prefieren dogmáticos de los suyos. Ay, Señor.

      Eliminar
  12. Recordar, Fackel, como lo has hecho, a Machado en el aniversario de su muerte en el exilio, dice mucho de ti, que eres capaz de sacar del pozo del tiempo, con una simple foto, el sufrimiento de un exilio y el dolor incomprensible de quien lo había dado todo, por su amor, por su tierra, verso a verso, paso a paso, desde Sevilla, pasando por Soria, Baeza, Segovia, Madrid y Paris.
    Mi paisano Gerardo Diego, que llegó a Soria en 1920,cuando el recuerdo de Machado era entrañablemente vivo, llegó a decir de Antonio, que "hablaba en verso y vivía en poesía". Es que enseño en el Instituto, y encontró el poema "A un olmo seco", que hoy el olmo viejo, hendido por el rayo, siguen en pie inseparables. Lo escribió poco después de la muerte de su mujer, Leonor, con la que llevaba solo 3 años casado, y cuyo dolor, le dejó muy tocado y tuvo que pedir el traslado.
    Hendido por la herida, del amor, de Soria, se transformó en incomprensión de la otra España, que en el exilio terminó helándole el corazón, un 22 de febrero.
    Soria, también merece una escapada, me parece. Por muchas razones.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto. Soria se la merece. Antes de que lleven a cabo la última tropelía urbanística que pretenden cometer, por lo que he leído.

      Tu información sobre Machado es interesante. Hay un libro imprescindible sobre su vida: "Antonio Machado. Fragmentos de biografía espiritual", de Juan José Coy.

      Qué curioso, un poeta cantó a un olmo seco y otro al ciprés de Silos. Aquel soneto que aprendimos: Enhiesto surtidor de sombra y sueño, etc.

      Bien estar, José Manuel.


      Eliminar
  13. "...Ser asesino de uno mismo es el mayor de los despropósitos, aunque parezca una decisión libre..."

    Estamos condenados a ser libres, (Sartre dixit). Encuentro una decisión acertada si el sujeto desea acabar con su existencia.
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La libertad de la autodestrucción ¿es comparable a la libertad del mantenimiento de la vida y su prosperar en ella?

      Eliminar
  14. Muy valiente por supuesto el discurso del ciudadano Valerio Semir, en su discurso sobre los que hacen oficio de la muerte, sea como sea.

    Uf, no sé, matar, romper la vida de alguien, se deberá sentir instintivamente, como algo imposible.
    Y me pregunto si se podría vivir, sintiéndose responsable de la muerte de otro.

    Buenasnoches, Fackel.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues depende, depende. Hay un filme que siempre me gustó mucho y que me hizo sacar bastantes conclusiones. "Perros de paja", de Sam Peckinpah. Con Dustin Hoffman y Susan George. O como un hombre pacífico, entregado a su oficio y a su esposa (y ella a él) puede cambiar al extremo cuando las circunstancias (léase otros hombres) le hacen la vida imposible. Viéndola es como una lección de etología humana.

      Bona nit, Soco.

      Eliminar
  15. Não podemos deixar que a raiva tome conta de nós...nem encarar a morte como uma solução.
    Ás vezes, é impossível evitá-la...
    Interessante o texto...
    Beijos e abraços
    Marta

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es. De hecho no nos imaginamos cada uno de nosotros mismos en esas circunstancias. Pero a veces los hombres callan cuando en nombre de ellos un Estado o unos clanes de poder deciden acabar con la vida de otros seres. Obrigado, Marta.

      Eliminar
  16. Una constante en todos los tiempos, matar al que está arriba para ocupar su puesto.
    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Se da ese caso, y también el de arriba ordenando la muerte de otros. Saludo.

      Eliminar
    2. Formaba (forma) parte de su trabajo.
      Saludo.

      Eliminar
    3. Pues sí, desgraciadamente.

      Eliminar
  17. FáckeL:
    ¿por qué somos el único animal que se complace matando?
    Salu2.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Respuestas:

      1. No sabemos (o yo al menos no) si otros animales no tienen sus complacencias, aunque se diga que lo hacen solo por necesidad de territorios y alimentos.

      2. No sabemos hasta qué punto es complacencia en los humanos o también una retorcida exigencia de nuestros instintos más complejos.

      3. Tal vez porque somos más animales que los demás animales. Nuestra evolución ha afinado para bien y para mal.

      Etcétera. Salud D.

      Eliminar