domingo, 24 de mayo de 2020

Cuentos indómitos. La visita del juez

























"Cada uno está solo y su corazón variable
mira siempre las mismas estrellas".

Sandro Penna, Extrañezas.



Oficial Pallarés, dígame si piensa volver al Juzgado. Mire que el trabajo se acumula y usted es imprescindible. Los informes y peritaciones permanecen paralizados. Los casos no se resuelven. Yo puedo aguantar presiones superiores hasta cierto punto. Cuenta con mi plena confianza. Pero dé señales, hombre.

Tal fue la tolerante misiva que el juez hizo llegar al domicilio del funcionario a través de un ujier. Lo recibió la esposa. A saber dónde se habrá metido mi hombre, farfulló para sí. Pero mantuvo el tipo. Dígale al juez que tendrá noticias pronto, dijo protegiendo el comportamiento de su esposo. 

El juez Ordóñez era un hombre que hacía valer su puesto con carácter. Pero no dudaba en mostrarse afable e incluso manifestar un cierto grado de humor y amiguismo. Distinguía los amigos de verdad, aquellos que no pedían nada cambio aunque no pertenecieran a la sociedad pudiente, de los amigos de circunstancias que no dejaban pasar la oportunidad de obtener alguno de sus favores. Cierto que tampoco él se quedaba atrás y veía a veces la posibilidad de sacar también un beneficio. Favor por favor, ya se sabe. Recibido en leyes en Asunción, Ordóñez había recorrido varias localidades de la nación con el fin de ganar puntos en la escala de la judicatura. Sin embargo, un oscuro affaire con un constructor y la no menos lóbrega relación con la esposa de este, frenaron en seco sus aspiraciones.

Ordóñez conocía el buen hacer de su funcionario favorito, por lo que su ausencia además de extrañarle le inquietaba. Era un hombre diligente y capaz de solventar dificultades que allanaban lo casos y se los ponía en bandeja para la consideración definitiva del juez. El riesgo de que la documentación se acumulara con el consiguiente retraso en los procedimientos le producía alarma. La reacción hábil y pronta de Jacinta le tranquilizó. Venga a casa, le explicaremos, indicó por teléfono al juez. Habló en plural, ya habría tiempo de clarificar el asunto, si es que era posible. El juez suspendió una vista por faltar el abogado de una de las partes y se dirigió al domicilio de Pallarés.

No va a poder verlo, magistrado, no está, le soltó a bocajarro Jacinta al juez en cuanto este pisó el umbral. Lleva tres días sin aparecer. Al principio pensé que usted le había enviado a investigar algún asunto de máxima discreción. Pero él, que siempre fue discreto con los temas profesionales, al menos tenía la delicadeza de informarme siempre si tenía que efectuar alguna salida. No sé qué decirle, y que estuviese raro últimamente me preocupa ahora más. El magistrado Ordóñez miró con ternura a la mujer del funcionario. ¿Raro por algo concreto, si me permite preguntar?, se interesó. Ella buscó argumentos ya que había lanzado la pista. Leía más de lo habitual, incluso permaneciendo en vela por las noches, explicó. Me contaba sueños que decía propios, si bien yo pensaba que eran producto de sus lecturas. Y tengo la impresión de que para remate le tenía algo perturbado el asunto de ese agrimensor desaparecido que tanto revuelo ha suscitado. ¿Le dijo algo sobre ese tema?, aprovechó el juez con delicadeza. Ella se sinceró. No solía hablar, como le he dicho, de las causas judiciales, pero en esta ocasión, ya fuera por obsesión o porque necesitaba desahogarse, me manifestó su desasosiego por no hallar pistas que dilucidasen el misterio del desaparecido. Tal vez he recargado sus espaldas con excesivo trabajo, terció Ordóñez. Ah, recordó la mujer, también me comentó que era probable que usted le ordenara indagar en lugares de procedencia del agrimensor, algo que me extrañó porque para eso está la policía judicial, ¿no?, y porque en todo caso solicitarían la información a las jefaturas de policía de otras poblaciones. El juez Ordóñez permaneció pensativo. Ausente incluso. Ella se levantó y fue a preparar un mate. La observó por detrás con cierta apetencia. Por un momento se abstrajo del objeto de la visita. ¿O aquel impulso interior podía justificarse como otro motivo de la visita surgido sobre la marcha?  Al volver Jacinta el magistrado preguntó: ¿y dice usted que Miguel lee en exceso y que incluso no duerme para poder leer?




(Escultura de Bernardí Roig)

24 comentarios:

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    1. Todas las sociedades son crueles, unos las sufren más que otros, no lo olvides.

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  2. El juez sabe cómo valorar al funcionario, lo que no sabe, es que al ir a su casa, la esposa puede que sea mucho más interesante que el objeto de la visita.

    Un abrazo y por la lectura, placer que tal vez tiene
    secuestrado al funcionario en cualquier rincón de un bosque al que saliera a pasear, con su libro.

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    1. Son visiones colaterales que, al menos entre hombres, se suelen producir aunque luego estos acallen. Paseo con libro en lugar de con perro, mancha menos aunque envenena más, jaj.

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  3. Lo último que puede hacer un juez es perder el juicio.
    Un saludo.

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    1. Muchos los pierden. Algunos en los dos sentidos. O en los tres. Salud, perspicaz.

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  4. "Cada uno está solo y su corazón variable
    mira siempre las mismas estrellas"


    Pero cada uno las ve diferentes, eso el que es afortunado y puede verlas.
    salut

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    1. Y evidentemente no todas se muestran con la misma intensidad de brillo para los mismos ojos. Salud y cuidarse.

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  5. Déjame que hoy me aparte un poco de tu texto para centrarme en la imagen que, por alguna razón, has elegido para ilustrarlo (no es la primera vez que utilizas una de esta exposición). La muestra de B. Roig en el Museo de escultura de Valladolid también me impacto. De hecho, usé alguna de sus esculturas para mi blog en aquellos meses. Me hizo reflexionar sobre muchas cosas y, sobre todo, sobre algunos conceptos trasnochados museísticos. Ojalá María Bolaños, la directora del Museo, pudiera quedarse al frente más allá de su jubilación. Todas y cada una de las exposiciones que ha programado son absolutamente ejemplares.

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    1. Fue muy interesante aquella muestra, Te paso un enlace dealgo que hacía entonces:

      http://elojoheterotopico.blogspot.com/

      Creo que hay ahí al menos un par de entradas sobre el tema.

      Para mí María Bolaños ha sido la directora más emprendedora y acertada de estos tiempos. Comparto sus conceptos museísticos -la muestra permanente del retablo desmontado de Alonso Berruguete de San Benito lo demuestra con creces. Esperemos que cuando se jubile deje estela que continúe su obra. Ojalá se supere la mezquindad de los repartos de tarta que los cambios políticos trajeron en el pasado.

      Obra ejemplar la la de la directora, sin duda.

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  6. En estos tiempos que corremos, el absentimos laboral está muy penalizado, incluso el justificado por enfermedad ¡qué ya es decir!

    Lo laboral y lo personal forman parte de lo cotidiano, se enreveredan sin remedio... pero cuando lo laboral se instala de forma obsesiva, sin poder desconectar, la cosa se torna chunga...

    Cada cual es impresionable según su yo y sus circunstancias... según su idiosincrasia... y el agrimensor está impesionado y obsesionado con lo que a través de tus relatos hemos ido viendo... y seguiremos viendo, supongo... porque yo estoy intrigado...

    Hoy en día la acumulación de casos en los juzgados es es una realidad a la espera de recursos materiales y humanos... así que todo efectivo es necesario y más siendo Pallares tan diligente en la tramitación de los casos y en las propuestas de resolución...

    También en tu relato resaltan las preocupaciones humanas que van surgiendo, encarnadas en la esposa, y las pasiones carnales más básicas aflorando en la mirada lasciva del juez...

    Bueno, tu relato es un retrato posible de la vida y las relaciones laborales y personales que pueden darse en ella...

    Ya iremos viendo cómo se desarrolla el nudo de esta historia... ahora ya me tienes muy intrigado...

    Abrazo

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    1. Bueno, el tema de la situación de juzgados en el relato es tangencial, el juez seguramente se ahoga en un vaso en cuanto no está el oficial. Pero no digo más, porque estos quequierensercuentos fluyen anárquicos y sobre la marcha. Te doy la razón en que cada cual es impresionable según su yo y circunstancia, es decir tiene diferente receptividad, capacidad sensible, actitud afectada o estoica, e incluso el mismo individuo puede cambiar a lo largo del tiempo su propio yo, porque el suelo bajo los pies no se nos garantiza al cien por cien a nadie.

      Tiempos raros, inesperados, que nos están descolocando en mayor o menor medida, y espérate que aún queda camino. Hacia no se sabe muy bien dónde.

      Salud y sentido común.

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  7. ¡A ver si vamos a estar en presencia de otro quijote que pierde el seso con tanta lectura...!
    Salu2, Fáckel.

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    1. No te extrañe, pero creo que eso se da más de lo que nos parece, lo que ocurre es que nuestro entorno no trasciende, ni siempre la pérdida de interés por el mundo -más que pérdida de razón- hace ostentación de orate. Suele ser muy reservada, pero se da, te lo aseguro.

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  8. Vaya, el juez no sabe que no se debe mirar a la mujer del prójimo?.

    Por otro lado, no soy de consejos pero os diré por si le sirve a alguien que el pasado sábado decidimos darnos un homenaje con una cena. ¿ Sabéis lo que ha ocurrido? Hoy, uno de los asistentes nos comunica que es positivo asintomático. No creo que ocurra nada porque mantuvimos la distancia reglamentaria y estábamos al aire pero porfa tened paciencia en reuniros porque nadie está libre de nada.

    Adriana

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    1. El juez de sobra sabe lo que sabe acerca de lo obvio, que no de los misterios. Pero él no hace ostentación de su observación, mira discreto, se reserva las sugerencias (imaginarias) que lleguen a su instinto.

      Se agradece tu testimonio acerca de la cena homenaje. Y ese positivo asintomático, ¿no sabía nada antes de la cena o se lo calló? Sinceramente, me fío muy poco del comportamiento de mis paisanos españoles. Por supuesto, los hay precavidos y cautelosos, pero las fechas pre veraniegas, la represión por la contención ambiental y lo vivalavirgen y bibaezpaña que son muchos no me hace confiar en que progresemos. Y prefiero no pensar en retrocesos peligrosos. Ojalá me equivoque, yerre y no tenga razón, y copiaré mil veces que era pesimista.

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  9. No, no lo sabia. Nos comentó que el viernes le habían hecho pruebas porque un compañero había dado positivo y que los resultados se los darían está semana.
    Al resto no nos importó, no está en la franja de riesgo y es muy deportista. Se mantuvo bastante alejado y fue el primero que se marchó.
    Tampoco me ha extrañado porque ha dado el callo mientras el resto se ha mantenido confinado.

    Adriana

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    1. Situaciones análogas nos esperan en el presente, sepamos o no si hay algo. Vivir y convivir, con el virus y con sus portadores hipotéticos. Gracias por contar la experiencia, viene bien.

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  10. Increíble Pallarés. Su obsesión por el agrimensor roza la locura.

    El juez parece lascivo al contemplar a la esposa de Pallarés.

    El agrimensor está tan ricamente con la muchacha mágica.


    Todos estos personajes tienen algo en común. Son ordenados y previsibles, pero han perdido la cabeza o la están perdiendo.

    Interesante cómo se entremezclan las realidades tangibles con las más etéreas.

    Un abrazo

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    1. Bueno, acaso no todo es lo que parece en esos personajes. Y tras las obligaciones, compromisos y rituales cotidianos la gente ocultamos otras vidas -en potencia o en acto- y las lecturas o las seducciones de otra clase -todas las seducciones tienen un denominador común: el ansia de ser y ese alcanzar más en cada individuo- son los territorios paralelos de las vidas.

      Hasta lo etéreo es tangible. ¿No lo es la imaginación o la obsesión?

      Gracias por seguir la historia y bien estar y mejor cuidarse, Ana.

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    1. Pues me alegro por Horacio Quiroga y por ti. Otros apenas estamos iniciándonos en aprestarnos en el armamento o en el bagaje. En lo que a mí concierne tiene, perdón, tengo mis límites. O simplemente que yo lo veo de otro modo. Cabe que sea factible, ¿no? También es efectivo, pero por otras sendas.

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    1. Anda, perdonar ¿por qué? Está bien que cada cual exprese lo que estime oportuno. ¿Quién soy yo para restringir libertades de expresión o de otra clase? Gracias, .Chiloé.

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