jueves, 21 de mayo de 2020

Cuentos indómitos. La pesadilla



"...aquí yace mi sombra,
una mano de la noche"

Nelly Sachs, Nadie sabe.



El funcionario Pallarés no fue a trabajar aquella mañana. Estoy febril, dijo a su mujer. Siempre la lectura te ha llevado a excesos, Miguel. ¿Un mate o un café bien caliente que te anime? Él permanecía absorto. ¿Tú has sentido alguna vez, cuando leías un cuento, que te identificabas con lo que les pasaba a los personajes o con la misma manera de ser de estos?, respondió el funcionario. Por supuesto, dijo ella, es uno de los objetivos de quien relata, y es una percepción pasajera. El habla del funcionario salía lenta, a trompicones. Sí, pero cuando esa misma sensación la has tenido soñando y el cuento queda a un lado y el personaje eres tú y lo que se contaba antes en una novela te pasa a ti mismo, ¿cómo reaccionarías? La mujer, que de sobra conocía las manías de su marido, le dejó con la palabra en la boca. Déjame de pesadillas a estas horas, y se dirigió a la cocina a preparar algo que despejara la mente.

Yo recibía la visita de un policía que me informaba de que había desaparecido, dijo Pallarés siguiendo con pasos torpes a Jacinta. Imagina, yo mismo, al que le daban la noticia, ¿era el desaparecido? Estoy aquí, le respondía, soy yo. Pero el policía insistía. Solo vengo a comunicarle su desaparición. Me ignoraba porque mi presencia no debía ser evidente para él y en los sueños todo es posible, ya lo sé, hablar con quien no está, huir de quien no se sabe quién es, amar a una desconocida, hacer un viaje hacia lo ignoto y reconocer los paisajes como si se hubieran visto antes. No sé si el policía se daría por enterado o seguiría buscando al desaparecido por otros lugares, pero yo permanecía inquieto y asombrado de mi propia desaparición mientras él se marchaba. Y entonces, como si me pusiera a prueba e hiciera caso a aquel mensajero turbulento, decidía salir a la calle, y tú que estabas junto a la puerta me ignorabas como  marido tuyo y me hablabas como si fuese otro que vivía allí o pasaba entonces por la casa, y eso me llenaba de inquietud porque si tú no me reconocías como quien era realmente es que probablemente me estabas diciendo que no había estado nunca contigo, que ni siquiera era un advenedizo para ti porque no existía. Y esa posibilidad, ya no tanto de no existir sino de no haber vivido nunca contigo, me azaraba. Porque entonces, ¿podrían haber sido irreales otras situaciones en las que creía ocuparme? Y me seguía haciendo preguntas entre el enredo del sueño.¿Trabajaría en el juzgado realmente? ¿Me esperarían en los billares para la partida? ¿Me tomaría con los amigos de siempre un tereré bien frío? ¿Admitirían mis hijos que soy su padre?

Y el sueño me seguía poseyendo. Las calles están algo transitadas a la hora en que voy al juzgado, normalmente me encuentro con gente que se dirige a sus quehaceres, me saludan, me acompañan, pero en este sueño caminaba yo solo mientras seguía perplejo porque me habías obviado. Pero mis pasos no iban en dirección al centro, donde se ubican los edificios administrativos, sino que me alejaba de la ciudad sin darme cuenta, sin saber por qué, y me extrañaba por una parte, pero me atraía romper la rutina por otra, y empezaba a seguir el curso del río y yo caminaba y caminaba pero era como si no recorriera trecho alguno. Los mismos álamos, la vieja caseta del pescador, el remanso de siempre al que iban los vecinos más próximos a bañarse los domingos. Nada parecía cambiar salvo el movimiento de mis pasos y las miradas que yo echaba al entorno, y todo parecía ser lo mismo, incluso como que a veces se repitiera como en un espejo que se multiplica sobre otros y este sobre otro, sin fin, y ya notaba una desazón cuando de pronto allí, en el mismo punto por el que me había parecido pasar varias veces, salió a mi paso ella, una mujer joven, que decía si la estaba buscando. Y yo estaba dispuesto a negarlo, pero no podía hacerlo, porque a continuación me decía: sé que me estabas buscando, y yo quería que me buscases, y tú deseabas encontrarme. Y mi turbación era contradictoria, pues yo me veía como si no fuese yo, pero quería que fuera real su súplica y también la tentación. Y fue entonces cuando me acerqué a la orilla del río y no había paraje alguno alrededor. Solo ella y su voz desbordante y mis palpitaciones agitadas. Y al extenderme ella la mano era como si yo tocaba el flujo de un manantial y en el contacto con aquel curso creciente yo enmudecía. Callaba como si nunca hubiera hablado y tuviera de nuevo que aprender todas las palabras y ensayar todos los gemidos. 






(Escultura de Bernardí Roig)


36 comentarios:

  1. Toda una un inquietante pesadilla. ¿Habrá recordado lo de Ser es percibido, el funcionario? Entonces no ser percibido sería como no existir.
    Y parece haber algo de obsión por la desaparición del agrimensor. Y un posible atracción por la mujer del río.

    Bien contado.

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    1. Podría ser, Demiurgo, podría ser. También hay muchos que no quieren ser vistos.

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  2. inquietante historia. Sabe, he tenidos sueños así o parecidos y sobre todo he aprendido a memorizarlos solo en despertar. ¡Ah! ¿se imagina si se pudieran grabar en video los sueños? seria ARTE en estado puro.

    Pesadilla en catalan es: malson.

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    1. Uf, se alcanzará algún día eso de grabar los sueños. Cuando se conozca más el cerebro y se inventen mecanismos de extraer lo que hay dentro incluso en sueños. Pero solo pensarlo da pánico.

      Malson, suena francés, sin serlo.

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  3. Siguiendo el juego de las perspectivas, ahora pruebas con el sueño y el extrañamiento, otro punto de vista desde el que contemplas la misma historia. En el fondo -no del agua, sino de la cuestión-, una metáfora de ese ser cambiante que somos y que a veces no nos reconocemos cuando nos miramos en el espejo o cuando el Hyde que todos llevamos dentro se transforma en Jekill o viceversa...
    Un saludo, Fackel.

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    1. Viejos compañeros de aventuras vitales los tales Jekill y Hyde, de los que nunca sabemos quién es primero en la vida real. Sí, me gustan los juegos de perspectivas, aunque sea en mínimos. Gracias, Cayetano.

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    2. Has descrito con brillantez el proceso de despersonalización. Es un trastorno, pero aquí no es Pallarés quien se siente así, es la autoridad quien le dice que "ha desaparecido" a pesar de que está hablando con él.

      Aquí has logrado a la vez crear una situación de relato surrealista y de relato distópico de Ciencia Ficción.

      Me está gustando mucho cómo tus personajes van adquiriendo tintes imprevisibles.

      Espero con avidez la próxima entrega de esta serie del agrimensor.

      Un abrazo

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    3. La autoridad -los padres, el funcionario, el policía, el cura de otro tiempo, todo el que se cree con derecho a dictar nuestras vidas- suele decir e inducir. Pero cada individuo tiene que encontrar su sentido y su contrasentido, y hacer su vida y su contravida: Sobre los vericuetos de estos personajes se me tienen que descubrir antes pues de lo contrario no sabré hablar de ellos, son imprevisibles, los textos se van haciendo. Sobre la marcha. Quién sabe.

      Gracias, generosa.

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  4. Lo mejor de los sueños es que nos hacen sentirnos atemporales. También nos contrarían (generalmente los conocidos como pesadillas) al ignorar el concepto de unicidad personal y mostrar los aspectos poliedricos de nuestro psiquismo.

    Resulta enriquecedor que las lecturas estimulen el sector onírico, lo triste es que el consciente del individuo siga pesando tanto aun soñando, que lo incapacite para comprender /admitir sus potenciales oníricos.
    La ironía al respecto estará servida. Léase: En fin, así va la historia de nuestro género, y cuando así parezca que nos place, pues hale, doble ración de lo mismo, de cegata confusión onírica, y a correr que son dos días.
    La única condición para vivir las propias limitaciones con aceptación ciega y hasta alegremente debería ser la siguiente: “ No emitir queja ni protesta alguna tras cualquier sueño porque ello obraría en contra del feliz sometimiento físico más o menos asumido por cada individuo.” Fin de la ironía.

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    1. Cuidado que lo que dices en el último párrafo va al alza en el mundo. Los soñadores de lo despierto estarán peor vistos. Lo onírico se estimula por lo poliédrico, como bien dices, sean o no lectores los humanos, y todos sueñan, cada individuo debe ser un libro que se borra en cierto modo en cada noche y se deja la página en blanco para el siguiente sueño, aunque hay páginas que suelen repetirse.

      Me gustaría saber de los sueños que los españolitos han tenido esta temporada de cuarentena sucesiva y más todavía los que ttendremos después, da vértigo pensar en ello.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    3. Cuando desahogamos son penalidades nuestras que pueden coincidir o no con las de otros humanos, el desahogo siempre es un sano ejercicio personal, muy higiénico. La asunción de la soledad voluntaria y con capacidad de llevarla bien es un don, no lo despilfarres, hermana.

      Recuerdo un aforismo antiguo: nada de lo humano me es ajeno, que algunos tomamos como lema durante décadas. Al cien por cien no estoy seguro que hoy lo ratificase en su dirección moral pero uno no sabe bien dónde empieza y dónde acaba, así estamos.

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    4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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    5. Pues no te puedo quitar razón. Además cuando ves gente alrededor, incluso de la misma edad, que parece no haber aprendido casi nada, que opta por mantenerse en ignorancias múltiples o bien recular más, pues me resultan poco atractivos y convivencia la justa, es lo que me pide el sentido común propio.

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  5. Una pesadilla sí; un sueño angustioso... Una especie de trasposición del contenido de la instrucción y del diario del agrimensor, perteneciente a la vida real y consciente, a la vida personal a traves del sueño y del subconsciente... lo que viene a revelar que había quedado impresionado por el caso del agrimensor y había suscitado en él una cierta envidia...

    ¡Qué mundo el de los sueños!, misterioso e intrigante... ¿cómo interpretar lo que soñamos con respecto a lo que vivimos? ¿Durante el sueño y la vigilia se procesan claves para nuestra vida que hay que casar? ¿Qué debemos interpretar de los sueños premonitorios? ¿Cuánto sabemos del lenguaje y significado de los sueños? Según el antiguo testamento José salvó a Egipto del hambre interpretando un sueño del Faraón... ahí es nada... Entiendo la intriga de Pallarés, yo también la tendría, de hecho, las tengo cuando sueño y me acuerdo de mis sueños... me gusta el tema de los sueños, creo que en él, sea química o energía, hay muchas claves que nos vendría bien saber descifrar...

    Abrazo

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    1. Puedo ratificar tus preguntas pero me siento impotente de responder a ninguna. Yo me preguntaría sobre aquello de nuestra vida subconsciente que no plasmamos en nuestra realidad cotidiana -anhelos, aspìraciones, comparaciones, deseos, etc.- y que nos configuran como continuos seres en búsqueda y ansia por lo inalcanzable. Tal vez los sueños de cada noche tengan que ver con nuestras frustraciones por lo que no hacemos o no logramos, etc. Complejo, pero da juego el tema onírico. Ese jemplo bíblico que citas ya da idea de cómo inflluía en las culturas antiguas todo lo relacionado con el sueño. Saludo hacia la noche.

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  6. Inquietante. Si esa mano del final, desde el río, tiene tanta fuerza, capaz que un día nos rapte de verdad.

    Un abrazo y porque sepamos encontrar en esta vida todo lo que ella nos brinda, de sabiduría, de experiencias, de eternidad.

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    1. Huy, algo, Albada, vamos encontrando, en lo de eternidad -término difuso para mí- no sé no sé, uno se siente tan limitado y relativo...Bueno siempre me puedo convencer a mí mismo de que soy parte del Universo incluso cuando no sea y no sé no sé. JUgarretas del lenguaje, supongo.

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  7. No creo que haya que buscar el sentido de los sueños más allá de su función fisiológica. Son inercias, brotes o rebotes sobre ese enorme tinglado que es el cerebro. Normalmente se trata de monólogos, la mayoría de las veces inconexos, diálogos o frases sueltas entre los que se intercalan secuencias, imágenes fijas o en movimiento. Pero la otra noche soñé (quiero decir que al despertarme recordaba el sueño) con algo precioso, tan leve como un tallo de hierba. Yo a eso lo llamo ensueño.

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    1. Ya, pero mira que lo que dices habla por boca del llamado estado de consciencia, pero ese otro onírico, sea inercias, brotes, disparos fugaces o caos de vivalavirgen, tiene su ámbito, sobre el cual se puede o no interpretar, o simplemente tener en cuenta sobre su insistencia, sobre todo cuando los sueños son recurrentes. Oye, ¿y cuando sueñas algo precioso que quieres aprehender o el encuentro con alguien que te resultó grato en el sueño y te apetece llamarle al despertar?

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    2. Freud y otros se me antojan histéricos y obsesivos. Yo no guardo ni atesoro los sueños. Los sueños pueden atraparte, pero nosotros nunca podremos aprehenderlos. (No lo es, aunque se parece. La foto bien podría ser tu cuerpo)

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    3. A mí tampoco me obsesionan, simplemente me llaman la atención y observo de qué manera me persiguen los sueños durante un ratito por las mañanas, si es que hay memoria de ellos. Sobre Freud, Jung y otros no tengo suficiente conocimiento como para emitir opinión.

      (Lo del paréntesis no acabo de entenderlo)

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    4. Eres ancho como el hombre de la foto. A eso me refiero.

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    5. Creo que estoy hecho de otro material, jaj.

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  8. Tus sueños dan para escribir un libro de relatos- ¿Te lo has planteado? yo sólo sé de los míos que son interesantes y fantasiosos, pero no logro recordarlos. Se quedan ahí, sobre la almohada, mudos....

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    1. Pues no me lo he planteado. Lo que sé es que el borde entre lo soñado y lo ficcionado a veces suele ser muy imperceptible. De todos modos que los sueños se queden sobre la almohada o frente al espejo durante las abluciones es muy sano. Saludo.

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  9. ¿Y si fuera verdad que a partir de la palabra relatada uno trasformara su vida hasta suspender la antigua?

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    1. Tal vez fue lo que hizo Alonso Quijano.

      Tal vez es lo que acabaremos haciendo algunos simplemente para poder vivir de otra manera menos afectada.

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  10. El enigmático y fascinante mundo de los sueños. Suelo tener más pesadillas que sueños agradables.
    Salu2, Fáckel.

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    1. A veces parece que es así, pero va por temporadas, según aquello que nos aflija o perturbe o nos obsesiones...Saludos.

      Por cierto, cada vez que pincho en comentar en tu blog me sale una página rara y el otro día se me quedó enquistada, ignoro por qué, me preocupa; trata de indagar.

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  11. A fronteira entre os sonhos e a realidade. Ás vezes, torna-se num pesadelo...
    Mas devo confessar que "visto" a pele de uma das personagens do livro que estou a ler e vivo intensamente as aventuras...
    Obrigada pela visita
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Si nos identificamos con personajes de la novela que leemos ya se cumple uno de los objetivos del autor. Y para el lector es un placer sumergirse en la aventura de otra vida. Obrigado, Marta, por la visita.

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  12. Hola:
    lo siento mucho.
    A mí también me pasa. Pincho en cualquier de los blog que sigo y me aparece una página de publicad. La borro y a la segunda vez consigo llegar al blog en cuestión. Me pasa en cualquier ordenador e incluso en el móvil. El virus está asociado a la página y no he conseguido quitarlo. Lo siento. También me he dado cuenta que tal cosa ocurre cuando pincho en el enlace de la entrada pero no cuando pincho en el enlace directo de los blogs.
    En fin, no sé arreglarlo. Lo siento, de nuevo.
    Salu2.

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    1. Te lo decía para que lo supieses. No tienes la culpa. Pero esta vez me mosqueó, ya había sucedido antes, porque se quedó enquistada, ignoro por qué y no conseguía quitármela ni reiniciando. Habrá que ver más adelante, no te preocupes, estamos vendidos al sistema.

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  13. Menuda pesadilla. A menudo los sueños muestran nuestras angustias, nuestros miedos, nuestros deseos. A veces nuestros sueños son en parte premonitorios, pero no en el sentido que se sueña, sino en la simbología que albergan. Me fascina el mundo de los sueños, desde niña.

    Mil besos.

    Mil besos.

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    1. Claro que muestran todo eso que indicas. Y las pérdidas, y los fracasos, y los desentendimientos. Pero me pregunto con frecuencia si no les concedemos más importancia de la que tienen...una vez nos hemos despertado. Ellos están en su mundo, que es también nuestro, pero cotidianamente nos tenemos que encarar con realidades que muerden. Gracias, Lucía Conde.

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