lunes, 20 de enero de 2020

Cuentos indómitos. La Muerte va de visita a donde José Guadalupe, el de la Catrina















He oído que vas diciendo por ahí que te he tratado mal, dice la Muerte al grabador. No lo voy a negar. Tus íntimos no tenían la culpa y yo no los elegí por capricho. Pero tuvo que ser. El viejo dibujante se arremangó, corrió pliegos y lápices sobre el pupitre y miró con ojos turbios a la visitante. ¿Vienes porque me ves apesadumbrado y con el hígado débil o porque quieres un retrato nuevo? La Muerte, que está curada de toda clase de espantos, sonrió. No vengo ni por una ni por otra razón. No te tengo todavía en el punto de mira. Estaba de paso y me apetecía conocerte. Él le habló con voz cansina. ¿Y crees que a mí me apetece conocerte a ti? En persona solo conviene verte una sola vez y para siempre. Y si es posible de manera inesperada. Pero ahora llegas, entras en mi oficina, te paseas por la imprenta que apenas saca ya trabajo, y me dices optimista que solo es para verme la cara. En realidad he venido para agradecer la imagen que creaste de mí, respondió ufana la Muerte. No es eso lo que había llegado hace años a mis oídos, dijo el otro. Todos decían: a tu Catrina no le ha gustado ni la cara que le has puesto ni el nombre de bautizada. Los vecinos que me querían mal o simplemente gastarme el chiste me avisaron: no te andes descuidado, José, que si puede la cruel te buscará. La dama suspiró. Pues ya ves que no, José, soy más flexible y tolerante, sobre todo con los hombres que muestran agudeza.

La Muerte corrió una silla de anea y se sentó al lado del viejo ilustrador. ¿Sabes? Tuviste mucho ingenio. A mí nunca me importó que me sacaras huérfana de carnes en tus papeles. Además el sombrero floreado era gracioso. Y si a la gente le ha gustado, ¿qué podría objetar? Te revelaré un secreto. Yo me adapto a todo. Si tengo que ser un personaje severo, lo soy. Si alguien me ve como una actriz de comedia, me falta tiempo para brindarme a su voluntad caprichosa. ¿Que para otros soy el demonio? En los miedos de cada cual no me meto. Que indaguen por qué los tienen. Soy la que soy pero no soy el Mal. El Mal es otra cosa y lo habéis inventado los hombres. El bueno de José se echó hacia atrás en su asiento raído.  Ahora yo te haré otra confidencia. No dibujé a la Catrina pensando en ti, ¿te sorprende? Ni siquiera se llamaba así al principio. Ella era parte de un cortejo de personajes ridículos a los que yo satirizaba. ¿Que con ello perseguía mi pequeña y limitada venganza? Tal vez, y eso que siempre he tenido muy claro hacia quién iba dirigida mi ira. No como tú, que te despachas a gusto con todo el mundo.

Por un instante la Muerte, que piensa en humano, además de hablar el lenguaje de todas las demás especies, se sintió tocada. Pero no mostró afectación alguna. Echó un vistazo al local, donde se exhibía un innegable abandono, y bostezó. Llega un momento, dijo, en que me aburren los discursos humanos. Mi misión no es favorecerlos sino hacer que otros los ignoren y se libren de angustias. Créeme, José, que me cuesta permanecer al margen de vuestras manías. En ocasiones hasta me entretienen. El dibujante, no obstante la actitud sincera que trataba de mantener la Muerte, desconfió. ¿Te ha molestado acaso que durante estos años haya convertido a los paisanos en sombras huesudas que compiten contigo?, le preguntó dirigiéndola una mirada incisiva. Nadie compite conmigo, dijo ella. Es cada hombre el que compite consigo mismo y abrevia o alarga su tiempo. Yo solo aparezco cuando cada uno de vosotros me avisáis. Te insisto una vez más. Tu obra gráfica me ha gustado siempre. ¿Por qué no representarme con el desenfado con que tú lo has hecho? ¿No hay acaso mayor talento que hacer una vida paralela de tus compatriotas, descarnándolos y haciéndolos cabalgar como esqueletos a través de sus peripecias cotidianas?

José movió la humanidad de su cuerpo en dirección opuesta a su hígado. Ofreció a la dama beber de una botella de tequila, pero ella rechazó. Me entra carraspera, dijo, y eso asusta a la gente, que piensa que tengo el tifo. Pero quiero decirte algo más. La gente de tu país me teme y, sin embargo, muchos me invocan a menudo, y no precisamente en broma. Así que el hecho de que me hayas convertido en una caricatura no me desagrada. Que hagan fiesta con esa mofa sana contra mí es bueno. Que fabriquen máscaras de catrinas y jueguen en sus fiestas a ser yo no solo no me importa sino que me divierte. Si eso les libra de pesares y angustias me parece inteligente. Diría más, es hasta saludable. Pasarán muchos años, tal vez se hayan olvidado de ti, José, pero no de la hija que creaste. Por mi parte, cuando tú no estés, seguiré mirándome en tu Catrina como en un espejo. Te aseguro que no ahorraré carcajadas.




(Ilustración de José Guadalupe Posada)

22 comentarios:

  1. Estaba aburrida y se dijo: voy a darme una vuelta por el mundo y a darle la brasa al ilustrador este para meterle el miedo en el cuerpo, que sepa quién manda y que le espero a la vuelta de la esquina. Será osado. A quién se le ocurre dibujarme con esa pinta y con sombrero.
    Un saludo.

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    1. Pero es que el grabador recogía una tradición antigua, que más tarde se multiplicó, de culto a los muertos y a poner en solfa a la Muerte. Claro que eso no quitaba la afición de machos que tenían y tienen ciertos tipos para resolver los problemas vía llamando a la dama, y no pretendo generalizar pero de todo es sabido. Buen martes sin Gloria a ser posible.

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  2. Me agrada cada vez más esa versión que presentás de la muerte. Es cierto que se lleva todos los que no son inmortales, que ni los Ases, los dioses nórdicos se libran de ella. Pero tiene cierta vacilación, un saludable sentido del humor.
    Y es capaz de soltar carcajadas.

    Saludos.

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    1. Pues así es, veremos lo que da de sí, pero es que el personaje, que no deja de ser como la sombra otro alter ego que se declara solo una vez, aunque se aproxime otras, las que quiera, da juego de ficción. Gracias, Demiurgo.

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  3. Llevas unos días dándole caña a la Señora. Déjala que duerma, no sea cosa que se sienta llamada y nos haga una visita, ya sabes que pocas veces deja de cumplir su cometido...eso lo he leído por aquí.
    Un abrazo

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    1. Ya sé que es tabú el personajes -no deja de ser un personaje a lo largo de nuestras vidas y solo un hecho en el momento que decide- pero nos conviene hacer bufa del mismo. Hombre, no porque se escriba sobre ella -y eso que lo oye todo, jaj, toma más miedo- va a venir. Cree mucho en la libertad de expresión, no como algunos que andan por la política española, así que no digas aquello de "lagarto, lagarto" que decían los de Martos o de Chiclana cuando yo era pequeño.

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  4. La calavera garbancera, de José Guadalupe Posada, la de veces que ha sido recurso para pintar la muerte, flaca pero con flores. Una conversación muy adecuada entre autor y obra, ya lo creo.

    Porque la Parca esté lejos hoy. Un abrazo

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    1. No era la intención directa de José Guadalupe ir contra la Muerte. Catrinas se llamaba en Méjico a aquellas mujeres peripuestas que iban a la usanza europea y renegaban de los orígenes indígenas, y al dibujante eso le indignaba, más todo tipo de sociedad que había en el entorno. De ahí su sátira. Luego la gente desvirtuó la idea crítica de Posada para convertir su imagen en la Muerte por extensión, aunque manteniendo a su vez la visión satírica, sarcástica digamos. Esta Catrina que conocemos triunfó en el imaginario popular.

      Yo no la invoco a la tal, desde luego, salud de martes sin Gloria.

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  5. Estos cuentos indómitos son estupendos.
    ¿Qué respondería la muerte si se la juzgara por llevarse por delante a gente sana,joven,bella y buena?.

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    1. Tiene su punto de vista al respecto, no lo dudes. Habrá que preguntárselo, no obstante. Gracias Anónimo por tus opiniones.

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  6. Al final va a resultar que "Doña Finiquitando" tiene un excelente carácter. Si a mi me retratan en los huesos, con esa sonrisa Profiden de ancho largo, dentuda y con eso sombrero estilo, no se sabe bien, si de tarta o de ensalada; si además me ofrecen tequila, sabiendo que no hay papilas gustativas, ni tráquea ni estómago... francamente cojo un cabreo "mortal"

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    1. En la imaginación todo es posible y se la puede pintar como se quiera (bastantes años de Barroco post Trento hemos tenido como para no tener otra mirada) y en la realidad pues cuando le toque a cada cual se verá. En los casos que conozco de familiares con padecimientos largos la innombrable los liberó. Por lo demás, lo que dices, que comparto y me hace reír, pero me pregunto qué lo mismo nos dará cuando no estemos sobre cómo nos pinten, nos imaginen o nos rechacen. El muerto también se quedará para otros.

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  7. Por razones que no hacen al caso aprendí a exorcizar la palabra cáncer y descubrí que a día de hoy mata mucho más el hambre, la guerra, la  contaminación, el tabaco, el infarto y la muerte súbita. También que la única enfermedad terminal y mortal de necesidad es la propia vida.

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    1. Buenooooo. Pero es que esta enfermedad larga que dices nos gusta tanto, mientras no tiene grandes alteraciones, claro. Me haces pensar en´las expresiones que tenemos, al menos los españoles. Me matas de aburrimiento, muero por ti de amor, me mata ese baile, muero porque no muero, murió por nosotros, etcétera. Vaya sociedad tan tenebrosa hemos debido heredar, la gente no cae en ello.

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  8. Y a lo que iba: Buena, muy buena narrativa la tuya.

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    1. Oye, que yo solo me divierto (y de paso conjuro fantasmas)

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  9. Pues sí, coincido con Anónimo; tus cuentos sobre La innombrable son estupendos. Cada vez la retratas mas humana, mas comprensiva y familiar.
    Dime, que pasaría si Doña Inevitable se acostumbra a leer tus Indómitos y le gustan y quisiera nombrarte su Cronista Oficial en propiedad definitiva, in aeternum?... Firmarías el contrato?...

    Feliz jornada, Fackel

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    1. Por Zeus, no quiero ni imaginarlo. Mira que si me hiciera vivir mil años sería terrible, aunque claro depende en qué edad y condición de vida y de clase social me mantuviera...bueno, no, mejor no lo pienso, no me quejo de mi presente (por prudencia)

      Gracias por ese humor sano, Soco, Salud.

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  10. Es cierto que la Muerte no es el mal, sino el destino natural al que todos nos dirigimos. Creo que es sano poder hablar con ella de naturalidad, incluso hablar con ella como hacen tus personajes.

    ¿Alguna razón por la que lleves varios relatos hablando de la Muerte?

    Es sólo curiosidad. He disfrutado mucho los relatos

    Besos

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    1. Bueno, eso dice la Muerte, pero yo tampoco lo considero un bien salvo que venga a aliviar el sufrimiento extremo, y por supuesto es un hecho que tiene que producirse por motivo diverso, simplemente cuando el organismo tiene una quiebra definitiva.

      No hay más razón que la apetencia por sacar el personaje en acción literaria, digamos. Durará hasta que dé de mí o me canse o cambie el registro o yo qué sé...(o una noche reciba la visita de queja del personaje y me diga: para)

      Gracias por seguirlo, Alís.

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  11. Fáckel:
    tiene la Muerte un sentido del humor muy peculiar. ¡Como sabes que va a ganar siempre la partida!
    Salu2.

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