viernes, 29 de marzo de 2019

Naxos y el chico del océano















También yo vine del océano. No nací en él pero a veces me lo parecía. Navegué tanto que llegué a pensar que el  sol acosador era mi padre y el agua preñada de sal era mi madre. Mis años infantiles quedaron pronto atrás. Guardo escasa memoria de ellos. A diferencia tuya, pues aquí algunos te tienen poco menos que en un altar, no fui mimado por nadie, ni antes ni después de darme a la mar.  Si acaso por mis propios remos, que prolongaban mis brazos, fortalecían mis músculos, convertían mis manos en el duro madero que sujetaban. Daba lo mejor de mí. Las circunstancias me habían expulsado a la aventura. Pero quién no se ve obligado a buscar una salida para sobrevivir con mayor dignidad. Además, tan joven, me movía por impulsos y sueños, sin imaginar que unos y otros se desvanecerían. Nadie me instruyó en artesanías. Tampoco me interesó la milicia, si bien tuve que adiestrarme en ella. En cuanto pude me apunté a naves que comerciaban y en las que me sentía compensado por la camaradería. Anhelaba conocer, pretendía disponer, quería descubrirme. Remé, atendí múltiples labores de cubierta, descargué mercancías que enriquecían a muchos, defendí la nave de asaltantes. Arduos trabajos, sometido siempre a la inclemencia y a la agitación de las aguas, donde se ponía en evidencia mi vigor, y por lo cual otros me apreciaban, pero en los que se desgastaba imperceptible y paulatinamente mi cuerpo. Cuando tuve que usar la espada, pues algunas aventuras marinas también obligan a ello, no pude negarme, o no me atreví a oponerme, pero busqué la manera de no estar en primera fila de cualquier acción ofensiva. Seguro que en esto tú me comprendes bien. Supe entonces que no era lo mío enfrentarme con violencia a otros cuerpos. ¿Quién soy yo para inferir daños o eliminar vidas? Verdad es que se me proporcionaba a cambio un arma poderosa diferente, mis propios compañeros de navegación. Éramos una piña, alentados por el jefe pero a su vez para defendernos del jefe que, en sus virulentos cambios de conducta tan pronto nos arengaba con intención protectora como nos exigía tiránico, amenazándonos con insultos y castigos brutales. Muchas veces me preguntaba: ¿es tan importante un jefe? ¿Sabe llevar las riendas de la nave? ¿Acierta en la dirección adecuada o solo pretende que sigamos con sumisión sus instrucciones inciertas, en ocasiones desastrosas? Sí, nos mantenía unidos a todos, bien fuese por los incentivos prometidos o por la carga onerosa y desatada de su autoridad. A mis compañeros y a mí nos privaba sobre todo tener nuevas experiencias, llegar a una costa y disfrutar de las novedades inesperadas, pero todos coincidíamos en que el mayor castigo, el superior desquiciamiento, era cumplir las misiones de la visión enfebrecida, obsesiva hasta el infinito, del jefe. Sus fantasías, su tenacidad por buscar un territorio del que nunca supo decirnos cómo era, dónde estaba  y por qué había que alcanzarlo, nos condujo a enfrentarnos a múltiples peligros. Algunos compañeros perecieron fatídicamente por la confusión de un jefe obcecado. No saber a dónde llegar, y no solo por dónde ir, puede ser una de los mayores condenas, si no la más grave y dolorosa. 

Naxos habla al chico como si hablara a un adulto. Pélagos escucha con atención, sin pestañear ni hacer preguntas. Como si todo lo entendiera. Como si no tuviera prisa por comprender. Luego busca con la mirada a los otros chicos que han bajado hasta la playa. Pero no se mueve.



(Fotografía de Herbert List)

12 comentarios:

  1. La aventura de crecer en el mar, buscando la familia que sólo la camaradería de la nave puede darle. Llegar a cada playa nueva puede verse como un paso hacia la madurez.

    Muy buen texto, teñido de sal y mirada a proa, buscando quién sabe qué lugar. Un abrazo y feliz fin de semana

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    1. No se sabe qué lugar existe a priori. Solo del que se encuentra se sabe si es su lugar, y de alguna manera siempre lo es. Otra cosa es sentirse a gusto en él. Hay quien dedica toda la vida a buscarlo, como ese jefe. Hay quien se harta. Hay quien se conforma con lo asequible que sale al camino. Hay quien no tiene nunca lugar. En fin, posibilidades tantas. Gracias por leer, buen y provechoso fin de semana.

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  2. Se dice que para llegar a jefe hay que tener determinadas características enfermizas y cuando estas se aplican a jefes naturales de sí mismos la tragedia por ambos mandos está servida.
    Resulta interesante que tanto el sol como la mar así como la imagen que nos suscitas con ello resulten imprescindibles tanto para mantener la vida como para aniquilarla. Y nos volvemos a topar con la polaridad decantadora de universos.
    Me resulta curioso que el primer trabajo de mi padre aún adolescente fuera el de pescador y lo abandonará por el de emigrante en el Paris de entreguerras. Finalmente fue esclavizado, tan libre el pobrecito, como padre. Yo me acabaría vengando de sus cadenas! Fue todo un placer participar conscientemente de la gran revolución silente de los genes. Su nieto mayor recibió su legado y también ejerce de emigrado pero de altos vuelos debidos su gran potencial infantil evaluado por la aparente fuerza puntual ejercida por su progenitora , curiosamente atiende al nombre de Nacho y recientemente se ha montado una guarida para sus escapadas psicológicas y futuro retiro justo frente a la catedral de Segovia y tras el hogar/museo de Antonio Machado.
    Ahhh la vida qué interesante puede resultar cuando se ven y sienten sus entresijos, una pena que en nuestra hélice helicoidal exista y domine por número tanta ceguera e inconsciencia en sus planos más profundos.

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    1. Pues sí, tal como describes en términos de nuestros días, la vida es interesante y con ganas de contarla si salen bien las cosas. De todos modos hay muchas maneras de relatar la vida de uno, y el modo literario permite licencias y encubrimientos que dan satisfacción terapéutica, que tú dirías, y permite recordar, recobrar y recrear si es preciso muchos ángulos. Quien más o quien menos tenemos vivencias en antecesores y en nuestro pasado personal que no dejamos de revolver en nuestra mente siquiera por buscar pistas de entendimientos. Estos días ando leyendo un libro sobre Cervantes del catedrático de Literatura de nuestra universidad, Javier Blasco, titulado "Cervantes. Un hombre que escribe", y me tiene arrebatado. No fue una vida cómoda ni fácil la del escritor, plena de avatares, penurias, estrecheces y complicaciones múltiples, pero...sin las cuales no habría llevado la obra literaria que acometió.

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    2. Debe ser una obra interesantísima. Por diversos medios he aprendido que las vidas de quienes nos fueron mostrados como modelos, nuestro Cervantes por supuesto,
      resultaron harto difíciles y por supuesto denostadas en su pinza espacio temporal. Tienes razón los ángulos resultan básicos para enfocar cualquier cuestión......mejor no mencionar ciertos ángulos mal utilizados y aún peor interpretados en el mundo convencional :)
      Fíjate qué curioso, en inglés: “angles y angels”

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    3. Leyendo ese libro entiendo que muchas de las historias que Cervantes narra en el Quijote o en La Galatea o en El Trato de Argel reproducen vivencias de lo que ha visto y vivido, valga la redundancia.

      Los ángulos y los ángeles ¿acaso vuelan de la mano en la Britannia feroz?

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  3. La importancia de un buen guía, un buen jefe que logre entusiasmar sin extorsionar, sin obligar a esfuerzos inauditos que no sean para el beneficio de todos los que constituyen el grupo resulta ser fundamental a la hora de lanzarse a cualquier mar, a la hora de intentar alcanzar algún sueño. Me quedo pensando. Un abrazo

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    1. Sigue habiendo de todo en cuestión de jefes, guías y consejeros en la viña del señor. En lo que yo he conocido durante décadas las empresas han pasado de jefes déspotas (muchos no sabían hacer la O con un canuto), mal preparados y malos ejecutores incluso a otros niveles de mejores aptitudes, temple accesible y comprensión más próxima. Pero es que las mismas empresas han evolucionado cara al trato con el personal, se ha desarrollado la inteligencia emocional y la preparación del personal trabajador, incluidos los jefes, ha tenido cambios de calidad. No obstante, no es un tema fácil de considerar. Sobre los guías espirituales, en los que todavía muchos creen, prefiero no opinar, suelen desacreditarse por sí mismos. De cualquier modo, ¿no pasa que todos llevamos, siquiera para nosotros mismos, un jefe dentro? O al menos una cierta clase de especie de jefe, jej. Un abrazo.

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  4. ¿Cómo es eso de que Naxos no fue mimado por nadie ni antes ni después de darse a la mar?
    Ah, pero su trabajo le permitía una ingesta diaria de sedante belleza.

    Adriana

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    1. Tal vez nos cuente en algún momento cómo actuaba sobre él esa sedante belleza. Aunque no creo que el rudo trabajo se la proporcionase por las buenas.

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  5. Lo que nos da la vida, nos la puede arrebatar. El mar se mueve en esa dicotomía tremenda: puede favorecerte o complicarte la vida hasta el infinito. Los antiguos griegos lo explicarían todo a base de dioses favorables o adversos. Del mar puede venir una pesca abundante, pero también las serpientes que mataron a Laocoonte y a sus hijos.
    Saludos, Fackel.

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    1. Yo creo que los griegos antiguos tenían claras la metáforas de los mitos, que no eran pazguatos ni ingenuos ni creyentes ciegos. La vida cotidiana, el esfuerzo por sobrevivir y superarse, deja las cosas muy claras. Pensemos en el mismo trabajo: tener una actividad, lo que hoy llamamos puesto de trabajo a través del cual nos permitimos mantenernos, puede depararnos en un momento dado la puntilla, no hay más que ver la cantidad de accidentes laborales. Ese es el mar cotidiano en el que vivimos o hemos vivido durante décadas. Bien de razón tienes, Cayetano.

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