Amanecer, ese fenómeno que siempre percibo como extremadamente vertiginoso. Si me preguntaran ¿dónde viste el amanecer más impactante? respondería sin dudar: desde el tren, por los campos yermos y pedregosos, entre llanos de pinares que se convertían en aledaños de sierra, en Castilla la más vieja. Ibas saliendo de la noche a golpe de traqueteo y, aun disfrutando del día que se iba iluminando, sabías también que aquel tiempo que te tocaba vivir seguía siendo oscuro. Y junto al mar, se me podría preguntar, ¿no has tenido análoga impresión? No sé, en la costa la alborada me parece más estática, se subordina al ímpetu del oleaje de las grandes masas oceánicas que, pues conocen auroras y ocasos, se perturban en grado sumo seguramente. En su rumor ciego e incesante insisten en acercarse a ti, en apoderarse de ti. Y cuando habitaste durante un tiempo allá en el desierto, ¿cómo percibiste el rayar del día? Allá en el desierto había tan intensa luz como abrumadora negrura, y el vacío podía cambiar su geometría cada jornada, cada hora, cada golpe de simún, sin que tu vista apenas poseyera el amanecer. Yo estaba justo en la línea donde el cielo y la tierra se confunden, imaginándome a salvo del deseo y también del riesgo, o eso creía. Entonces, aun convencido de que estaba solo, alguien, que no sé de dónde apareció, se acercó delicadamente, se colocó a mi lado y me dijo: dejadme ver amanecer con vos. De aquella contemplación quedaron unas huellas que se fueron extraviando por la curvatura del horizonte.
No estamos solos siempre hay alguien que nos acompaña en los amaneceres, a veces se viste de conciencia dolida con cascabeles como un bufón incordiante y otras de silencio elocuente.
ResponderEliminarMis auroras más estimadas son las que miran a gregal, a orillas del mar antiguo, las olas plácidas me traen un eco de mármoles viejos.
Salud
Pues semejante referencia consuela, Francesc. Los amaneceres cotidianos, salvo que los envolvamos en referencias amplias como la que indicas, son muy mediocres. No es el amanecer en sí, es la perspectiva cotidiana que se nos ofrece. Creo que Orior se ríe a carcajada suelta de nuestras cuitas cotidianas, y que seguramente no son sustancialmente diferentes a los de los pobladores de antiguas civilizaciones, eso sí, más estresantes y contradictorias.
EliminarDéjame ser positivista ( la antítesis de mi pensamiento).
ResponderEliminarDéjame decir que a 30 kilómetros por segundo nos movemos con relación al Sol.
Nos movemos, siempre nos movemos. Giramos, rotamos, trasladamos...nos movemos.
Y se mueven nuestros pensamientos, aun pensando que siempre pensamos igual; pero cambiamos. Cambiamos.
Como cambia la curvatura de nuestra espalda y la anchura de nuestra mente.
Y esas son las, "...huellas que se fueron extraviando por la curvatura del horizonte..."
Amén.
Perfecto, nada que objetar. ¿Por qué el humano prefiere sentir seguridad con lo estático, que puede derrumbarse en cualquier instante y no se deja empapar por los ritmos dialécticos, dinámicos, del continuum? No sé, error de percepción, supongo. De ahí que convenga contemplar amaneceres y atardeceres. Da la medida de nosotros mismos.
EliminarLo de la “curvatura del horizonte” me agrada. Curiosas y supeditadas palabras de ese alguien presente en la escena del amanecer. El conjunto del texto me ha hecho recordar cierto reportaje sobre Galileo. Ya te lo enviaré porque desde aquí me resulta más complicado y me siento demasiado cansada para pensar con propiedad, si es que alguna vez tal cuestión “me perteneció”.
ResponderEliminarOh, sí, pásamelo cuando te venga bien. Ah, y ninguna de las cuestiones nos son ajenas (por aquello que dices de...si alguna vez tal cuestión “me perteneció”)
EliminarY al amanecer, y al amanecer, se le llama aurora...
ResponderEliminarhttps://m.youtube.com/watch?v=PUbWDnihK08
No es mi palo favorito los tangos, pero a veces me alegra.
Por cierto, ¿ ese campo pedregoso cercano a pinares aledaño a la sierra qué concreción tiene en nombre? Pongamos que soy de Castilla y presumo que cerca de Soria andan esos recuerdos....
Y también de Ávila. Los cataclismos que operaran hace miles o millones de años desperdigaron desde la sierra en alza los pedruscos, digamos, por amplias áreas. Masas graníticas por doquier. No en vano las construcciones de aquella ciudad son tan poderosas.
EliminarPues Mercé está muy bien, sí.
"No se puede contemplar sin pasión. Quien contempla desapasionadamente no contempla". J.L. Borges
ResponderEliminarEn mi colección de instantes tb.guarda mi retina un atardecer de Castilla desde un autobús.Intensa y espectacular
eclosión de colores para despedir un día tb intenso.
Adriana.
Comparto esta cita de Borges en su vertiente de contemplación sensorial. Admiración y pasión emocionales para intentar captar el momento y sus manifestaciones: colores, luz, olores, clima...o el mismo hábitat de un tren o un autobús en marcha, que proporciona el mínimo espacio del que viaja. Este punto de vista puedo aplicarlo a un amanecer o un ocaso, a una tormenta o al descubrimiento de una obra de arte. Se llegue o no al éxtasis, el asombro nos pone en su camino. Yo recuerdo perfectamente cuándo y en qué lugar tuve una conciencia de que me atrapaba el Arte, y solo con once o doce años. Me sentí extraño porque el resto de escolares no participaban de mi entusiasmo. Pero en modo absoluto me sentí extraño conmigo mismo. Fue un flechazo. Del mismo modo que tengo conciencia clara de cuándo tumbé el mito de Dios, también edad juvenil y agradeciendo a la naturaleza y a ciertas peripecias que me mostraran el camino de la iconoclastia.
EliminarHay otra contemplación analítica, la llamamos observación y desencadena indagación, comparación, etc., pero esa es de laboratorio. Y no es por llevar la contra al inventivo Borges, eh. Gracias.