jueves, 17 de mayo de 2018

Deriva de una geografía doméstica





















QUEDAS ATRAPADO por sorpresa en una casa lejana. Ves a sus habitantes, hueles los olores, escuchas los ruidos, permaneces atento a las voces. Lo conoces todo pero no tienes nada. Sin embargo percibes con intensidad las luces y la umbría, los aromas de las estaciones, la textura de las paredes. Te ves corriendo por todos los cuartos, subiendo como un alma inquieta desde el zaguán a la azotea. La casa está tan abierta para ti como lo estuvo siempre. Los jacintos y los alhelíes te miman, y el aire que hace corriente acaricia tu cuerpo de púber. De pronto la casa se ha vaciado. Cada manifestación de vida se extingue. Estás solo y no lo aceptas. Al fondo del largo pasillo, junto a la puerta de la terraza, aparece ella. Hace gestos para que te acerques, te sonríe, da saltos para reclamar tu atención. Resistes a su llamada, te arrimas a los muros, tus pies desnudos golpean con extrañeza la tarima. Buscas los rincones. Oyes que te llama por uno de tus nombres. No soy mis nombres, has pensado con nerviosismo resistente. Cuanto más te alejas de donde está ella más te llegan sus voces. Te refugias en un espacio donde domina la oscuridad. Es reconfortante estar oculto y protegido por la oscuridad. La casa nunca había sido muda, pero tú has enmudecido del todo. Agitado y convulso por aquellas llamadas quieres ser sombra de las sombras. Razonas: es el olvido que no permite que se le cuestione. Es la memoria imaginada que rediseña una y otra vez el pasado para que no deje de reconocer su mérito. ¿Te has arriesgado a desaparecer para no quedar encerrado en un mundo que nunca puede suplir al que tuviste? Entonces decides no seguirle la corriente a ella. Para qué despertar.




(Fotografía de Mona Kuhn)


12 comentarios:

  1. El ingenuo convencimiento de los sensatos.

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    1. O de los insensatos, ¿no? Qué frase tan bonita.

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  2. Que nunca te atrape. Intenta siempre despertar. Aunque a todos, alguna vez, nos ganará por cansancio.
    Un abrazo
    P,d
    también yo suelo recorrer en sueños casas como esa, oscuro rastro de un feliz pasado

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    1. En sueños, en recuerdos, en ficciones sin más, en deseos de retornos imposibles...El individuo y la casa van estrechamente unidos. Aquí es cuando se me cae un poco la cara de vergüenza porque pienso en los grandes y forzosos éxodos donde la casa fue y no saben si volverá a ser. MIra el panorama en zonas del planeta.

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    2. Es cierto, desde ese punto de vista el desarraigo es un castigo del que pocas veces se sana. Otro abrazo 😊

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    3. Es que solemos de lo humano y lo divino como si todo el mundo fuera el nuestro, y ya ves.

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  3. Una de las experiencias más desoladoras es regresar a una casa en la que viviste.

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    1. Y encima es una fortuna, porque algunas de las casas donde hemos nacido o vivido existen y otras ya no están. Esa experiencia la he tenido alguna vez que otra y la he superado. Pero te diré que donde me entró una llantina fuerte hace algo más de dos décadas fue en una estación de ferrocarril, que yo consideraba una especie de casa circunstancial, de tránsito, la de Alsasua. En mi infancia tenía vida y movimiento de pasajeros, con circulación variada, y cuando por capricho la visité ya de mayor era la pura y dura desolación. Ni un alma, como te digo. Me conmovió tanto aquello que nos largamos rápidamente. Casa, estación, colegios, plazas, espacios de niñez que hemos considerado el amplio hábitat y que ha cambiado en muchos casos sustancialmente. Supongo que en Alepo sin remisión.

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  4. https://verne.elpais.com/verne/2018/05/14/articulo/1526307390_302886.html

    PARA PENSAR

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    1. Pasaré a ver el enlace. Para pensar ¿con salida o sin salida? Es que, Anónimo, últimamente me afectan mucho los pensamientos tras los que no hay luz. ¿O en todo hay siquiera un resquicio luminoso?

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    2. En lo relativo a agentes perturbadores cuando se confunde el efecto con la causa las luces se ven como en las catástrofes se ve a Dios. Es decir, de ninguna manera. Y a veces planean aires de tragedia.

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    3. Sin duda, sin duda. Se ven imágenes de deseo aunque la realidad maltrate y elimine. Aferrarse a la impotencia y dotarla de formas.

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