sábado, 3 de febrero de 2018

Günther Anders poniendo la guinda, y bien puesta




















Cuántas veces nos justificamos los de mi generación en aquella tesis 11 de Marx: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". (Tesis sobre Feuerbach, de Karl Marx, 1845) Dicen que Engels la matizó así: "Los filósofos, hasta el momento, no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, ahora de lo que se trata es de transformarlo", la cual resultaba más firme y enérgica, casi una exigencia si no una incitación a intervenir. Cuántos nos lanzamos a la acción harto descarnada, poco reflexiva en ocasiones y siempre generosa, y no digo que no nos guiara una sana y justa intención, de la que se beneficiaron tirios y troyanos del sistema con sus diversos rostros e intereses internacionales. Creímos que las palabras de un filósofo y economista político importante, y las de muchos otros de su época y posteriores, eran cuasi religiosas, que habían descubierto el universo y como tal inequívocas, sin vuelta. Poco menos que axiomas, vamos. Pero el mundo del pensamiento no se agota y menos con verdades reveladas, que muchas veces carecen de veracidad, esto es, de suficiente comprobación en un mundo cambiante e inagotable en sus contradicciones y novedades.

Andando el tiempo y con la manía que uno ha ido adquiriendo de leer -o de tantear y picar lecturas- de todo lo posible, y con el riesgo asumido de no saber siempre comprender todo lo que lee, se ha ido topando con libros intensos y jugosos, de harto esfuerzo y no siempre fácil y lineal comprensión. Pero sobre los que se presume que dan una visión ampliada, abierta, relativizada y más elaborada de las circunstancias históricas, sociológicas y, en general, de vida, que acontecen. Por eso no me resisto a reproducir la cita -sin duda una dedicatoria al lector-  que me encuentro al abrir el tomo II de la obra del filósofo Günther Anders La obsolescencia del hombre, apellidada Sobre la destrucción de la vida en la época de la tercera revolución industrial, que dice: 

"No basta con transformar el mundo. Eso lo hacemos sin más.
Eso sucede ampliamente incluso sin nuestro concurso.
También tenemos que interpretar esa transformación.
Y precisamente para transformarla.
Para que el mundo no siga cambiando sin nosotros.
Y no se transforme al final en un mundo sin nosotros".

Disfruten de su sabio contenido.


(Fotografía del filósofo alemán Günther Anders /Breslau 1902-Viena 1992/ de joven)

20 comentarios:

  1. No es fácil que los textos soporten brillantemente el verba volant. Sin embargo aquí, ahí y allí, en las tres ubicaciones, hay abundantes muestras de ello. Todas y cada una de las entregas que he leído lo resisten, por poner un ejemplo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las palabras vuelan pero también anidan. Los autores están ahí, no se han ido nunca, sus interpretaciones están para seguir desarrollándolas.

      Eliminar
  2. Confieso que no he leído lo suficiente de este autor. A ver si me hago con el libro en la biblio.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tampoco, a trompicones, pero es sumamente interesante y necesario, y sin concesiones a las modas.

      Eliminar
  3. Para Fackel, por enseñarme a leer.04 febrero, 2018 16:43

    "ELOGIO DEL CRIMEN"

    PEQUEÑO HOMENAJE a Marx por su gran ironía (que no apología) sobre la hipocresía de una sociedad corrompida hasta el tuétano, que toma como carne  de cañón a los desposeídos, pisoteados y renegados cuando éstos no hacen más que agotar el único camino que se les permite tomar.

    El "ELOGIO DEL CRIMEN" (sin perder de vista La fábula de las abejas de Bernard de Mandeville, su poema inspirador) revela la ingente  productividad resultante de la existencia de la criminalidad:

    El filósofo produce ideas, el poeta poemas, el cura sermones, el profesor compendios, etc. [...] El delincuente no produce solamente delitos: produce, además, el derecho penal y, con ello, al mismo tiempo, al profesor encargado de sustentar cursos sobre esta materia y, además, el inevitable compendio en que este mismo profesor lanza al mercado sus lecciones como una mercancía. Lo cual contribuye a incrementar la riqueza nacional, aparte de la fruición privada que, según nos hace ver un testigo competente, el señor profesor Roscher, el manuscrito del compendio produce a su propio autor.
    El delincuente produce, asimismo, toda la policía y la administración de justicia penal: esbirros, jueces, verdugos, jurados, etc., y, a su vez, todas estas diferentes ramas de industria que representan otras tantas categorías de la división social del trabajo. [...]
    El delincuente produce una impresión, unas veces moral, otras veces trágica, según los casos, prestando con ello un servicio al movimiento de los sentimientos morales y estéticos del público. No sólo produce manuales de derecho penal, códigos penales y, por lo tanto, legisladores que se ocupan de los delitos y las penas; produce también arte, literatura, novelas e incluso tragedias, como lo demuestran no sólo La culpa de Müllner o Los bandidos de Schiller, sino el Edipo de Sófocles y Ricardo III de Shakespeare. El delincuente rompe la monotonía y el aplomo cotidiano de la vida burguesa. La preserva así del estancamiento y provoca esa tensión y ese desasosiego sin los que hasta el acicate de la competencia se embotaría. Impulsa con ello las fuerzas productivas. [...]
    Podríamos poner de relieve hasta en sus últimos detalles el modo como el delincuente influye en el desarrollo de la productividad. Los cerrajeros jamás habrían podido alcanzar su actual perfección si no hubiese ladrones. Y la fabricaión de billetes de banco no habría llegado nunca a su actual refinamiento a no ser por los falsificadores de moneda. El microscopio no habría encontrado acceso a los negocios comerciales corrientes (véase Babbage) si no le hubiera abierto el camino el fraude comercial. Y la química práctica debiera estarle tan agradecida a las adulteraciones de mercancías y al intento de descubrirlas como al honrado celo por aumentar la productividad.
    El delito, con los nuevos recursos que cada día se descubren para atentar contra la propiedad, obliga a descubrir a cada paso nuevos medios de defensa y se revela, así, tan productivo como las huelgas, en lo tocante a la invención de máquinas. Y, abandonando ahora el campo del delito privado, ¿acaso, sin los delitos nacionales, habría llegado a crearse nunca el mercado mundial? Más aún, ¿existirían siquiera naciones? ¿Y no es el árbol del pecado, al mismo tiempo, y desde Adán, el árbol del conocimiento?...

    ¿Anticuado, Marx? ¿Obsoleto o trasnochado? Ni hablar.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La ironía o la chanza o el sarcasmo de que Fackel le enseña a usted a leer se acepta, coparticipo de su criterio jocoso, no quiero pensar ni por un momento que el tal Fackel enseñe algo a alguien, uno como el otro o el otro es, somos, transmisores, como dicen que las ratas transmiten la peste, huy qué ejemplo, y mire usted que lo que le gusta a uno ya en edad provecta es seguir aprendiendo a leer, porque mucho de lo que ha leído antes es no sabiendo leer y sigue uno, sigo, sin saber apenas leer, pero me esfuerzo en aventurarme, porque es divertido, porque leer es un ejercicio a diversos planos, tanto de lo que se dice como de lo que no como de lo que se entreve, o entrelee, y ya es sabido que leer está en función de nuestros condicionantes personales, incluso ambientales, porque deletrear es fácil, y no lo fue tampoco al principio, pero leer lo que quiere decir el que escribe, esto es, interpretarlo, ya es una manera de transformación. Transformación del texto desde el punto de vista del lector, transformación o deriva del propio texto original, transformación de uno mismo porque después de leer, y más si es de enjundia o de valor o de seducción, uno ya no es el mismo, ha dejado de ser una pizca de lo que un minuto o una hora antes o un tiempo equis antes era. Tampoco sé si mejor o peor, o si sabe algo más o solamente es más escéptico, pero eso ya es mucho y a mí me gusta. Así que sigo otorgando un gran valor al esfuerzo de leer y al toma y daca, y a la aproximación y lejanía, al progresión y a la regresión con que solemos acometer las lecturas.

      En absoluto se me ocurriría pensar que Marx esté trasnochado u obsoleto, porque además analizó, dentro de sus márgenes de comprensión, y estos eran muchos y profundos, desde diversos ángulos a la sociedad de la primera revolución industrial, digamos, por lo tanto tenía criterios amplios sobre economía, sociología, filosofía, etc., que probablemente han sido corregidos parcialmente o incrementados por numerosos autores posteriores que bebieron de sus fuentes, y aún es citado por investigadores actuales, porque sigue siendo un imprescindible. Pero reconozco que no le conozco lo suficiente, porque en mi tiempo hubo pocos exégetas de su obra y del alcance de sus teorías que merecieran la pena y que tuviéramos cerca. Y todas las organizaciones políticas que se reclamaban de sus fuentes dejaban mucho que desear, le reclamaban de boquilla y se adherían a las modas o controles internacionales que todos sabemos que movían los hilos. Salvo de aquella etapa la Escuela de Manuel Sacristán, algunos tuvimos la fortuna de conocer algo más de cerca a un Paco Fernández Buey, que al menos hicieron algo accesible lo enormemente complejo del pensamiento del alemán.

      Por supuesto que el Elogio del crimen es un texto mordaz, divertido, casi más propio de un Max Aub que de Karl Marx, no muy difundido. Por cierto, hoy habría que añadir: "...el delincuente alarga la vida de gobiernos inútiles y trepas, incapaces de acometer la política del día a día, y quitándose responsabilidades propias de su esfera para cederlas a la judicatura, etc.", y ya sabe usted a qué me refiero porque lo vivimos en nuestros días.

      Sic transit etcétera. Gracias por traer ese texto que puede animar a quien pase por aquí a acercarse a él en su versión íntegra.

      Eliminar
    2. “Ha de haber algo putrefacto en la médula misma de un sistema social que aumenta su opulencia sin reducir su miseria, y aumenta en crímenes aún más rápidamente que en números".

      Del artículo de Karl Marx Crimen y pauperismo, publicado en New York Daily Tribune, el 16 de septiembre de 1859.

      Eliminar
    3. Verídica, en vigor, como que no era clarividente aquel hombre, eh.

      Eliminar
  4. Es cierto que transformamos el mundo con nuestra sola existencia, también me parece acertado reflexionar sobre la interpretación de lo que los más destacados pensadores observan de nuestra evolución como sociedad. Si bien no hay que caer en la distorsión de considerar sus posturas como verdades absolutas, sí creo que es indispensable considerarlas como peldaños para incentivarnos a avanzar. Desconozco totalmente la obra de este filósofo. Me limito a opinar desde "afuera" por libre interpretación de lo que comentas. Que tengas un buen inicio de semana.
    =)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De acuerdo con tu enfoque que es también mío. El pensamiento se sigue elaborando día a día, pero el pensamiento es indagación, comprensión, interpretación, y no de una materia inerte, si es que la materia absolutamente inerte existe, sino de la materia dinámica que son las sociedades y sus culturas y sus cambios veloces y sus relaciones complejas, no digamos en nuestros días, en que generalizar puede llevar a errores y parcializar a escapes peligrosos para una comprensión y
      una transformación globales. Bien estar, Neo.

      Eliminar
  5. Releer ahora autores que creíamos infalibles en sus análisis, proporciona una idea bastante clara de que el mundo, en efecto, se transforma, pero lo más desalentador es que casi siempre lo hace contra toda previsión y en la dirección contraria a la esperada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi opinión es que autores gigantes -Marx, Freud, etc.- los hemos leído poco y mal. Muy condicionados por la moda y poco profundizados por la política que cundía, que no estaba por el pensamiento profundo sino por la utilización táctica y demagógica de esos autores. Cada vez que veo en viejas fotos aquellos cartelones callejeros que el estalinismo o el maotsetungismo difundían con las imágenes de Marx o Engels, se me revuelven las tripas. Fue una utilización maniquea y anuladora de la obra e intenciones de los filósofos prusianos. Del sistema nunca cupo esperar luz sobre pensadores que lo cuestionaban, obviamente. Así que siempre me he preguntado qué hemos sabido realmente de las filosofías y criterios generales de esa gente si siempre nos ha llegado la información diezmada y mediatizada.

      Los cambios están siendo trepidantes, el destino que nos espera se va a acelerar en poco tiempo y cualquier clase de pensamiento o teoría va a ser cuestionado por la propia inercia compleja que arrastra a las sociedades. Ahí se verá qué ideas sirven y qué no.

      Eliminar
  6. ¿Qué es el mundo y por qué deberíamos transformarlo? ¿Quién nos otorga ese derecho?

    Definamos primero lo importante. Después sigamos con lo demás.

    Saludos,

    J.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El planeta se transforma por sí mismo, antes o después de nosotros. Pero estando nosotros los sapiens hemos ido transformando parcelas del mismo, de modo bruto y de manera más afinada. Supongo que si la humanidad, como parte del mundo llamado Tierra, quiere sobrevivir, y la ley biológica y de lucha de las especies lo viene decidiendo desde los orígenes de la especie, tendrá que seguir transformando, pero...ahí entiendo a Anders, hay que preguntarse hoy más que nunca cómo interpretamos la transformación, porque si no lo hacemos y no redirigimos el enfoque podemos ir al abismo. De acuerdo en que hay que decidir lo prioritario, pero ¿se hace? ¿Quién pone el cascabel al gato? Mira el panorama competitivo mundial. Mira cómo no hay acuerdos sinceros, con abstención de algunas potencias, para poner coto a la depredación general, empezando por el CO2. Un enigma para próximos y no lejanos años. Quiero, no obstante, ser constructivo. A pequeños niveles se dan pasos, pero sin grandes acuerdos internacionales y desde gobiernos el asunto irá para largo, si se sobrevive. Un abrazo.

      Eliminar
  7. Trasformar el mundo: a veces lo rompemos. El difícil equilibro entre el cambio y la ruptura. Los sistemas siempre se mueven y ajustan, no son estáticos.
    Hemos aprendido tanto en la historia, si la hacemos caso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La hacemos caso a medias, nos reconocemos en nuestra experiencia del pasado de la humanidad pero a la vez chocamos con nuestros fines presentes. Rompemos el entorno y nos dedicamos luego a restaurar lo roto, chocante. De todos modos lo de transformar el mundo es una frase bastante pedante y presuntuosa, si se piensa en frío, aunque no creo que Marx la dijera como tal, sino refiriéndose sustancialmente al sistema injusto que rige la vida de los hombres.

      Eliminar
  8. Pues ya he llegado y leído. Mucha enjundia percibo por su blog. De acuerdo con Amaltea y Pedro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé, emejota, solo es búsqueda. Entre las piedras si es preciso para entender el maremágnum terrícola.

      Eliminar
  9. Tómate un minuto y reflexiona sobre los cuplidos que recibes relativos a tus escritos y te darás cuenta de que en lo tocante a mi persona no se refieren a ti, sino única y exclusivamente a lo escrito. Resiste la tentación de negar el cumplido. No los lances contra el emisor como una patata caliente. Piensa un poco en quien te lo ha dicho. Es posible que aprendas algo sobre ti mismo.

    ResponderEliminar