Hoy me he levantado con el pensamiento de que no había noticias. ¿O lo he soñado sólo? Era una idea fugaz y extraña pero muy firme. No me llegaban noticias desde ninguna parte, no existían medios habituales donde se cuenta lo de todos los días, ni siquiera circulaban mensajes de móvil ni se producían llamadas telefónicas. ¿Será el Día Internacional sin Noticias? ¿Se habrá parado el mundo? ¿Me habré apeado yo, que diría Mafalda? ¿O se trata del primer día del futuro en que no haya nada que contar? Porque, total, para seguir sin saber...Pensé por un momento si no estaría en el pueblo turolense donde el alguacil aún sale a la calle con su cornetín para anunciar de ciento en viento a los vecinos un bando o un acontecimiento, que no una noticia al uso. Así que a esperar que suene el instrumento convocante porque sé que antes o después me entrará mono de los dimes y diretes, de los dichos y contradichos, de las buenas y malas nuevas con que uno se refocila todos los días. Soy tan animal de costumbres como el que más. Sólo que, como dicen que hacían los nobles patricios romanos con la comida de los banquetes, tras cada ingestión de noticias me voy a vomitarlas. Siempre será un mal menor, antes de que algún corneta mayor toque generala de pensamiento único o algo parecido para todos.
https://elpais.com/elpais/2018/02/03/ciencia/1517651025_578526.html
ResponderEliminarPues no te voy a dejar con el capricho de estar "anoticiado", ahí tienes una de envergadura, ve después al váter mental a aliviar la angustia y la desazón que produce el país.
Fermín
No sé si es una noticia, pero sí una tristeza. Y los cínicos siguen si reconocer sus delitos de Estado.
EliminarOjalá llegue el día en que de una vez por todas y para siempre se esfumen aquellos que, en lenguaje poco académico, han venido ejerciendo y ejercen el poder como un hacer-lo-que-me-sale-de-los-cojones. Ni los surrealistas hubieran sabido superarlos.
ResponderEliminarNo es una noticia. No lo vomites. Es un sueño.
Ojalá, pero no tengo excesivas esperanzas.
EliminarVaya, pues así ando viviendo la mayoría de mis días durante este invierno. Es que vomitar me reproduce los malos ratos de mi infancia, mejor la sordera de la vejez. Total se trata de un sueño y servidora no es adicta a las pesadillas, más bien sueña que las circunstancias le ofrecieron la oportunidad de enfocar lo mejor de cualquier momento, especialmente los vulgares.
ResponderEliminarUna sordera elegid, supongo, ante ciertas voces mediocres y tantos gritos soeces.
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