sábado, 20 de enero de 2018

San Antón, San Antón (con retraso)















Cuando Pedro habla de San Antón me trae recuerdos. Aquel día algunos avispados y curiosos de la clase salíamos deprisa para asistir a la ceremonia de bendición de los animales. El atrio de la iglesia nos pillaba muy cerca. Nos parecía algo atípico dentro de los rituales católicos. La presencia viva y agitada de perros, gatos, pájaros y algún lorito al pie de la iglesia nos atrapaba. Nada que ver con otros actos lustrosos, esto es, procesiones y boatos varios que se gastaban en aquellos tiempos un día sí y otro también los funcionarios del clero. Creo que para justificar aquella costumbre que, por otra parte, no habían inventado ellos, recurrían al seráfico de Asís, así lo nombraban, pues por mucho que afirmaran a los animales los religiosos no les habían tenido especial y salvífica consideración. Habían establecido aquella división bruto/hombre y con ella pontificaban para reprobar a sus ovejitas de la fe cuando no se portaban bien. Cualquier comportamiento del hombre que la religión no aprobase era identificada sistemáticamente con la conducta del animal puro y duro. Dicho de otro modo: todos nos convertíamos en bestias irracionales y dejábamos de ser "hijos del Señor" en cuanto contraveníamos las normas morales establecidas por la sacra institución. La bendición de los animales era, sin embargo, un alarde excepcional que se permitían un día al año a solicitud de sus fervientes partidarios de Dios y de la mascota. Pero los niños buscábamos únicamente el lado de espectáculo callejero: los aderezos que colgaban a los perros, los cascabeles del cuello de los gatos, las jaulas casi de oro de algunas aves, el comportamiento propio de sus especies que trataban de zafarse del control...y el exhibicionismo de sus dueños, que se daban cita para garantizar una parte de cielo a los hijos brutos frente a los hijos humanos. 

Ah, un especial recuerdo para la rifa del cerdo de San Antón. ¿O eran varios? Aquel puesto donde durante algunas semanas previas, junto al viejo mercado del Campillo de mi ciudad, se exponían entre fiemo los animales objetos de sorteo. Mi madre compraba siempre el boleto. Nunca nos tocó ni nunca supe si tocó a alguien.

Al pie del artículo de Pedro y a la sombra aún de la piedra de la locura, solo se me ocurre este refrán: San Antón, San Antón, saca la piedra y destripa el terrón. Si alguien lo entiende, que me lo diga.


(Foto José Demaría Vázquez, "Campúa", de 1953)


15 comentarios:

  1. Ni idea ni ganas de destripar. Ya ve vd. por aquí, apelando a mi sangre pagana y mediterránea para reinventarme. Será un intento de eso de sacar la piedra? Lo ignoro, aunque me conforme con pasarlo bien sin molestar, como mis perrillos,o perrazos (braco y mastín mestizos, abandonados, recogidos y actual familia) también viejillos los pobretes! Ellos no conocen a más sanmartin que mi persona. Es lo que tiene pertenecer a otro "reino" mamifero, eso si, o mamonifero según se mire.....pero así nos nacieron! Y sigue siendo de bien nacidos sentirse agradecidos.....sobre todo sobre tierra fértil.

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    1. Lo del género mamonífero me ha encantado. Hay también mamonicidas, mamocorruptos, mamomaltratadores y mucho mamonazo suelto jodiendo al prójimo. Con dientes de leche ya no queda nadie.

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  2. Qué recuerdo personal tan ajustado. En otros lugares ese día se da libertada a los animales y no se les hace trabajar. Como si necesitáramos reconciliarnos con una vida en la que el trabajo estaba más cercano a la naturaleza.
    El refrán, supongo, es porque en algunas tierras se comienza la labranza en estas fechas: preparar la tierra para la llegada de la primavera, hacerla amable para la siembra y la cosecha.
    Quizá como nosotros, que salimos -poco a poco- del invierno. ¿Llegará la primavera? Supongo que la pregunta correcta es si llegará la primavera para nosotros.

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    1. Me has incitado al recuerdo por inercia, este año se me había pasado la celebración por causas ajenas a mi voluntad (otras veces mi voluntad tampoco se ha preocupado de la fecha, claro) Y como uno no tiene animalitos, salvo que llevara a la ceremonia a las bacterias, que las pobres también deberían tener derecho a ser ungidas y reconocidas como seres vivos y mondos y lirondos, que lo son, y cómo.

      A ciertas edades de la vida la primavera plena es más memoria que ámbito, pero no hay que despedirse por las buenas de ella, antes bien atenderla y hacerla extensiva, siempre hay un margen de renacimiento, siquiera para afrontar el desgaste.

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  3. Cuando quieras te lo explico. Aunque tú, precisamente tú, seguro que ya sabes lo que es.

    Contra sus efectos perniciosos, un ensalmo:

    A tu lado
    o pegada a ti,
    dondequiera que estés,
    hay una luz.
    Si miras fijamente hacia dentro,
    por más que intenten lo contrario,
    a veces
    la ves.

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    1. Soy receptivo a cualquier interpretación, aunque, como bien indicas, habrá que buscar en el interior o en los márgenes los significados, a la luz de los destellos. Bonito ensalmo, si es de tu cosecha enhorabuena.

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  4. Vivo en el barrio de San Antonio, San Antonio Abad, el de los cerdos. Ignoro si hay otro Antonio, y si lo hay, santo; y si lo hay santo, que anduviera con cerdos; y si por si acaso anduviera con cerdos , que estos no se confundieran con trabajadores a cargo del erario público con rango ministerial; y si así fuera, que los mismo no tuvieran espacio sacro, o sease, que aunque liada la cosa, no mezclada.

    Por lo demás, poco a decir. Mi familia no era de raza porcina, aunque mi padre se asemejaba más a los apellidados Duroc, era de tipo dado al engorde y sin apremios por dejar de consumir esto o aquello, o sea, lo ingería todo.

    Mi madre no, mi madre tiraba más a el tipo denominado Landrance, por lo siempre delgada de su figura y su poco aprecio a engordar.

    Un familiar cercano a mi madre, un hijo de primeras, para ser más exactos, era proporcional a los Large Withe, o sea, mucha carne entre los huesos y poca calidad en su provecho.

    ¿ Qué más puedo aportar haciendo un devaneo entre proporcionalidades cerdícolas y humanas.

    Un abrazo y feliz Martín sin santo, que mi devoción me indica que su patrón es Robespierre.

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    1. Magistral exposición por mor de asociación de ideas en cadena. Con cierto rictus de dura ironía, por supuesto. Me haces pensar en la utilización que hacemos del término cerdo en este país. Creo que también en otros, no sé. Lo que lamento siempre es que se utilice el término cerdo de tan noble animal a cualquier individuo de nuestro entorno al que consideramos innoble, sucio, indeseable, que ha hecho la puñeta y no te digo muchas puñetas a otros, etc. El animal que dicen que más da de sí a la cultura gastronómica española no se merece se traslade su carácter, comportamiento en su ámbito y estructura física para situar a individuos que no se portan precisamente con bondad. Pero así somos los humanos, tomando imágenes de otros reinos para ajustarlas con escasa justicia a pautas de los paisanos. Calificativos que se han hecho de emisión fácil -bestia, cerdo, cabrón, burro, zorro, etc. son algunas de las más frecuentes- y que el día en que la rebelión en la granja se imponga a la pasividad de los humanos nos las devolverán. No cuento lo terrible que fue que se calificara de marranos a los judíos conversos desde la época de los Reyes Católicos...

      Lo de San Martín no lo capto, ¿acaso por aquello de que todo cuto o cerdo o marrano tiene su sanmartín?

      Pero ya digo, hay plasmado un escrito de antología, que tú interpretas más que cualquiera de tus lectores, sospecho. Un abrazo.

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    2. Si, va por San Martín, y a lo que cada cerdo le llega el suyo.
      Salut ¡¡¡

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    3. No siempre, no siempre. O al menos bajo la mano de la justicia. Claro que la naturaleza tampoco perdona.

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  5. Justamente vengo del blog de Pedro donde he leído sobre esta celebración que por aquí se desconoce. Suena pintoresco y además, lo reconozco, me da cierta envidia eso de mantener vivas tradiciones en las que, aunque no se sepa bien desde cuándo ni por qué, se celebra a la par que se come de determinada manera 😀. Un abrazo

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    1. Si algo no falta en este país son tradiciones, ritos, liturgias, costumbres, fiestas y holganzas múltiples. Muchas de ellas se mantienen hoy día más por promoción hostelera y turística que por otra cosa. De todos modos siempre tuve respeto por las pequeñas celebraciones de aldea, no obstante la mayoría de ellas estuvieran mediatizadas por la religión imperante. Tampoco hay que olvidar que muchas de las tradiciones ya existían desde el mundo denominado pagano y la Iglesia las reconvirtió para sus intereses. Un abrazo.

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  6. No sé en qué barrio desanimalizado viví, porque no guardo recuerdo de esa tradición, ni de ver desfile de bestias, ni nada semejante.
    Empecé a conocer la festividad cuando empecé a vivir en este pueblo donde aún sigo. Para una familia de economía precaria, el animal era su cuenta corriente, no digo ya si era cerdo o vaca, así que no me extraña el culto y la petición de protección, les iba las cosas de comer.

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    1. Ignoro si tal tradición se dio en todos los lugares de España pero, teniendo en cuenta nuestro pasado agrícola y ganadero y de economías domésticas urbanas, lo normal es que se valorase la propiedad del animal como elemento paraproductivo que era. Y esa valoración se traduciría en un simbolismo de reconocimiento. Como la generalización católica se impuso en tiempos de los reyes visigodos probablemente el toque cristiano se impusiera a tradiciones anteriores y lo absorbiera. Tampoco había antes pensado mucho en el tema. Un abrazo.

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    2. En esto de las tradiciones y costumbres también su práctica va por barrios, porque con frecuencia no se basan tanto en una ordenación o imposición eclesiástica sino que se generarían popularmente. Es decir que unas costumbres y ritos habrán calado más en unos territorios peninsulares que en otros, pero en casi todo suele haber denominadores comunes. Tienes por ejemplo el tema de las vírgenes cristianas que, sin el substrato anterior del culto a las diosas y a elementos vinculados a la tierra o a la naturaleza en general, no se habrían implantado. Probablemente las nuevas vírgenes llegaron para soterrar a las divinidades antiguas que otros llamarían paganas. Tema largo.

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