Dicen que una vez pasó por la ciudad un caminante que tenía fama de que tañía con mucho arte un instrumento y que los cantos que recitaba causaban un efecto de encantamiento sobre los oyentes. Un grupo de vecinos le pidió que hiciera un poema para ellos como recuerdo de su estancia. El hombre no era de excesivas palabras, no obstante su fama de evocador de lugares y de amores. Pidió al grupo que le acompañara hasta el borde donde el agua invadía la tierra y la tierra empezaba a edificarse sobre sí misma. Por el camino se fueron sumando más paisanos y todos iban con gran algarabía pensando que lo que les esperaba era un recital del cantor viajero. Era la hora del atardecer y el sol se desplazaba ya excelente y soberbio hacia mundos inescrutables. El hombre se aproximó a la superficie cenagosa de la orilla y con un palo escribió una palabra. Saudade. El corro de gente que había acudido permaneció aturdida. El cantor, mientras, había dado media vuelta y se disponía a partir, pues era un hombre de costumbres melancólicas y le gustaba ausentarse de las villas y ciudades al caer el día. ¿Y la poesía?, le preguntó enérgica una mujer deteniendo sus pasos. Eso, ¿y ese canto que te comprometiste a regalarnos?, dijo otro del grupo con cierta severidad. El poeta viajero se giró hacia el barro donde aún permanecía marcada la palabra. Ahí la tenéis. Aprendérosla de memoria antes de que la marea invada la ribera. Muchos dicen que así fue el origen de un vocablo que es hondo, que no tiene fácil explicación y que solo puede comprenderse si se pronuncia con amor.
Qué bonito!!!
ResponderEliminarSolo que la melancolía resulta demasiado gravosa para algun@s.
Cuidado, saudade no es melancolía necesariamente. Lee el final del cuento.
EliminarTenía razón el caminante.Saudade es poesía, es cantar,es el amor a la tierra, a las costumbres y a las personas que enraízan en nuestro corazón.Saudade es un estado de ánimo evocador.Es lo que prende en la memoria, Creo que por eso el caminante les advierte de que aprendan esa palabras antes de que el agua la borre.
ResponderEliminarMe ha encantado, Fackel.¡Qué bello y trascendente relato !
Salud.
Y hoy existen tantas aguas turbias -evidentemente siempre existieron- que lo difuminan todo...Gracias a ti por comentar y sugerir interpretaciones.
EliminarLa palabra, frágil y eterna. Certera parábola. Y muy buena fotografía.
ResponderEliminarLa palabra, siempre navegando -a veces naufragando- en su dualidad.
EliminarEs que ¿cómo va uno a dejar de poner fotos que incluyen elementos tan representativos como hermosos?