Debemos ser todos un poco soles de nostros mismos, pero no reyes-soles, que eso es la soberbia y la pedantería que solo conduce a creernos que estamos por encima de otros. Hoy se lleva mucho en ciertos políticos emergentes que quieren tomar los cielos. Falacias.
Hay que reconciliarse con la sombra para disfrutar del paseo. No hay otra salida. Somos eso: cuerpo y sombra. Aunque nos empecinemos en esconderla siempre habrá un rayo de sol que nos recuerde que está ahí. Afortunadamente.
Nos reconciliemos o no (y desde luego que nos conviene) son los dos rostros de Jano de nuestras vidas, miremos a las sombras que portamos y sepamos iluminarlas con prudencia. Las sombras de la calle solo me interesan cuando hay canícula. Somos lo que dices, entre más historias, eRRe.
Sí, Daniela, por el camino recorrido y los pasos que demos nos definiremos en nuestro interior, ya lo creo. Al fin y al cabo estamos hechos, como dice el estereotipo, de luces y sombras. Hasta los calificados como más "grandes" lo están, y esos tan considerados en su gigantismo son los que más me preocupan. Otra cosa es la leyenda que limpia (la Iglesia sabe mucho de eso con sus santos) y que pretende borrar el sombreado que ha cubierto las actitudes malsanas de la humanidad.
Tiene su porqué.
ResponderEliminarSalut
Y tanto, y su cómo y de qué manera, Miquel. Por supuesto, siempre que hablemos de las mismas sombras, no solo de las aparentes. Salut.
EliminarCreo que debería interpelarse a la luz solar. En este caso la sombra su intermediari@.
ResponderEliminarDebemos ser todos un poco soles de nostros mismos, pero no reyes-soles, que eso es la soberbia y la pedantería que solo conduce a creernos que estamos por encima de otros. Hoy se lleva mucho en ciertos políticos emergentes que quieren tomar los cielos. Falacias.
EliminarHay que reconciliarse con la sombra para disfrutar del paseo. No hay otra salida. Somos eso: cuerpo y sombra. Aunque nos empecinemos en esconderla siempre habrá un rayo de sol que nos recuerde que está ahí. Afortunadamente.
ResponderEliminarNos reconciliemos o no (y desde luego que nos conviene) son los dos rostros de Jano de nuestras vidas, miremos a las sombras que portamos y sepamos iluminarlas con prudencia. Las sombras de la calle solo me interesan cuando hay canícula. Somos lo que dices, entre más historias, eRRe.
EliminarNo importa la luz. Ni las sombras. La andadura, siempre.
ResponderEliminarSí, Daniela, por el camino recorrido y los pasos que demos nos definiremos en nuestro interior, ya lo creo. Al fin y al cabo estamos hechos, como dice el estereotipo, de luces y sombras. Hasta los calificados como más "grandes" lo están, y esos tan considerados en su gigantismo son los que más me preocupan. Otra cosa es la leyenda que limpia (la Iglesia sabe mucho de eso con sus santos) y que pretende borrar el sombreado que ha cubierto las actitudes malsanas de la humanidad.
EliminarMuy interesante!
ResponderEliminarPodra el hombre escapar de su propia sombra?
Saludos
Sí: cuando ya no sea hombre, cuando no exista.
Eliminar