jueves, 22 de mayo de 2014

Vindicación del ladrillo




Vindicar.

3. tr. Der. Dicho de una persona: Recuperar lo que le pertenece.
(Diccionario de la RAE)


Podría ser el exterior de una gruta, el caparazón de un molusco, la masa de una montaña, el arbolado de un bosque, el tejido que protege un útero, el armazón de un cuerpo. Probablemente sea todo eso de modo implícito. Y revista cualquiera de esas formas. Porque hay dos clases de formas: la de la intención y la de la figuración. No se disocian tanto como a veces se piensa. En este caso, aunque el efecto de la búsqueda se encuentre dentro del templo (un templo cristiano que podría tratarse acaso de un palacio babilónico menor o de unas termas romanas o de una sinagoga o de una mezquita o de un depósito de agua de la época industrial) yo la percibo desde fuera. Como una revelación, el trazado total, integral, me derriba del caballo de la monotonía. Justo esta pieza que parece monocorde, insulsa, lineal, pero que es todo lo contrario. ¿No habrá en esta fábrica algo de zigurat reconvertido? Constante búsqueda humana de las estrellas. Nunca la aparente ceguera de unos muros hablaron tanto. Nunca la opacidad cedió de modo tan contundente y bello a la estética de la sencillez. Pero ojo, nada es elemental o, mejor dicho, rudimentario. La técnica tiene su desarrollo y el resultado borda la precisión. El ajuste del alineamiento de los ladrillos, el encuadramiento de los arcos de medio punto, la esbeltez conseguida al prolongar las arquerías elevan el edificio más allá de sus propias medidas. Yo diría que logra otra dimensión. Imagino entonces el templo recién levantado, allá en épocas duras de esta tierra. Me recreo en mi propia reconstrucción visual: un caserío urbano mucho más chico, un espacio abierto sin la proximidad inmediata de otros edificios, un disfrute de la perspectiva. Cuántos siglos contemplarían el alzado de esta construcción. Cuánto sabían los arquitectos, los ladrilleros, los albañiles. Cuánto pretendían y de qué modo lograban hacer arte por encima de las ideas, allá avanzado el siglo XII.

Las fotografías están realizadas sobre la iglesia de San Lorenzo, en Toro (Zamora) El templo se hallaba cerrado por lo que me pide una segunda vuelta por si logro ver el interior.  









10 comentarios:

  1. No sé qué es mejor, si tu vindicación "per se" o el análisis que realizas sobre la propia fisonomía de los muros. En cualquier caso, te felicito. Y en cualquier caso también, me ha recordado que La Giralda está hecha de ladrillo, al igual que todas las iglesias gótico mudéjares sevillanas. Y cuántos edificios emblemáticos más en esta ciudad. Cuando no hay canteras de piedra en la zona geográfica, el hombre se las apaña para confluir en las estéticas del momento, quizás, y quizás , tan solo aparentemente te llevo la contraria en esto, porque hay "idea", o ética, ethos. la forma como la representante de la idea en esta costra dura de la nomenclatura. No hay estética sin ética.

    "Dice" Adriano en sus memorias: "En Roma utilizaba de preferencia el ladrillo eterno, que sólo muy lentamente vuelve a la tierra de la cual ha nacido y cuyo lento desmoronamiento e imperceptible desgaste se cumplen de modo tal que el edificio sigue siendo montaña aun cuando haya dejado de ser visiblemente una fortaleza, un circo o una tumba".
    Con ganas de ver esta Iglesia de Toro por dentro también me quedo.

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    1. La piedra pequeña de León Felipe es un tesoro, sí. Pero el ladrillo parte de la piedra más pequeña de todas, la fragmentación más diminuta que conocemos como barro. Poderoso punto de partida el barro, se puede decir que levantó la Historia de los hombres. Si fuéramos capaces de ser conscientes del valor de las materias en cada paso que dio el hombre, algo mejor nos iría hoy, tiempos los actuales en que parecemos haber olvidado el regalo de la vida, los medios más modestos que nos han permitido llegar hasta aquí, el lujo de nuestro standing, respetaríamos más cuanto nos rodea.

      Tengo que buscar esa cita en un libro postergado dese hace décadas. Revivirlo, rehacer sensaciones. Gracias.

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  2. Me gusta el comentario de "Adriano", eso de ladrillo eterno..
    Salut

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  3. Las texturas que se consiguen con la disposición de llagas y tendeles produce una expresividad interesantísima. Los muros utilizan el lenguaje de la cocción del barro. Ahora propongo lo híbrido, el mestizaje; ahora propongo el muro con verdugadas.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. El aparejo que propones, Francesc, está presente en mucha construcción civil de Castilla. Un mestizaje con extraordinarios resultados de convivencia. A ver si los hombres tentados por veleidades épicas, algunas incluso imaginadas e imaginarias, son capaces de hacer de su existencia ese aparejo y vivir en paz. Aunque después de escuchar hoy al naZionalista del PNV de Sestao uno sobrecoge su ánima, ¿se creerán todavía los energúmenos como él lo de la falaz pureza de sangre?

      Salud y responsabilidad.

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  4. Impresiona, la iglesia, tu texto y, por supuesto, los comentarios. Yo, ya ves, casi me quedo sin palabras. El barro, tan primitivo y moldeable, tan útil y necesario, tan tierra como el hombre y la mujer. ¿Esencia quizás? Bellísima esa iglesia. Y las fotografías no lo son menos. Ya has logrado que no pique el gusanillo de verla, aunque solo sea por si se coincide con lo por ti expresado.
    He vuelto de visita, tarde, pero he vuelto.

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    1. Mafalda, bienvenida otra vez después de tanto tiempo. No sabes lo que me alegra además que haya otra gente a la que el arte y los elementos con que se plasma les fascine. Uno se siente menos solo. Hombre y mujer, como bien dices tan tierra ambos, se diluyen al lado de tanto universo materializado en infinitas formas, aunque, claro, sea nuestra perspectiva y nuestra vivencia. No imaginas la cantidad de templos románicos y mudéjares y de edificios civiles de los siglos XVII y XVIII hay por la España profunda, y en concreto por Castilla, que conozco más, con el ladrillo o el aparejo con piedra de soporte. Esta iglesia me sorprendió porque si me dicen que es una sinagoga me lo hubiera creído, un forma tan bella por fuera y que pretende proteger con su ausencia de ventanales (apenas unos finos y abocinados) el recogimiento interior, que supongo.

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  5. Perdón, es "nos" pique el gusanillo, se me rebeló la S.

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    1. Ya ves, el sentido de la frase hace que ni siquiera nos demos cuenta de una leve falta al leer.

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