sábado, 29 de junio de 2013

Laberintos y seudolaberintos












No me cabe duda de que el mito del Laberinto es complejo incluso para los mismos habitantes que vivieron en Creta durante la civilización minoica. Es probable que estos nunca vieran la representación del Laberinto. Y que las monedas halladas en Cnossos con el laberinto en el reverso sean muy posteriores a esa cultura. Es de suponer que incluir tal símbolo en el reverso de las monedas sea un signo de identidad. Lo paradójico es que vaya vinculado al vehículo de transacción del cambio. Es como si el mensaje fuera premonitorio y dijera: esto que tienes en las manos y que te sirve para el trueque de las mercancías es lo verdaderamente laberíntico. Como estamos viendo que acontece en nuestros tiempos, a través de toda la proyección del valor y de los verdaderos recorridos laberínticos de una economía que no sabe si tiene salida o si tendrá que recurrir a romper su propio juego para encontrar otro paisaje. 

Sorprendente es también que la imagen de los laberintos que se nos transmite desde la antigüedad griega resulte poco laberíntica. Si se mira con atención no se trata de un ir y venir de calles cortadas, derivadas, compuestas unas y otras para confundir y disuadir, sino de un único recorrido que comienza lateral y que acaba conduciendo sin pérdida a la llegada al centro. ¿El centro es la salida? Es una idea muy vieja y algunos dirán que también muy zen. Tal vez solo se trate de una representación esquematizada. Tal vez no pretenda ser tan laberíntica como posteriormente se ha interpretado y hemos adaptado a nuestro pensamiento actual. 

Laberintos o seudolaberintos, el mito de Cnossos nos envuelve todavía en un excitante magma de símbolos e interpretaciones variadas. Su eco aún nos sume en la confusión a los primitivos actuales que poblamos la Tierra. Puestos a ser malpensados a uno le da en reflexionar si la calle única, con el sentido de recorrido obligatorio -¿pensamiento único?- no será sino la ancestral estratagema con que los pastores conducen a su ganado al redil. Si fuera así me vuelvo más escéptico de que se encuentre alguna vez una salida.


14 comentarios:

  1. No te me pierdas krausito, no te me pierdas, que en el mismo redil nos hemos de encontrar. Bs.

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  2. ¿Es posible aún -a efectos prácticos- la vigencia de la vieja y estática simbología? A mí me parece que no. La velocidad condiciona e imprime carácter a nuestra globalizada civilización. Hoy en día el laberinto es transparente e intangible pero, paradójicamente, sus muros son más sólidos e infranqueables que los que recorría el Minotauro. Según expertos en la materia, existe un capital "flotante" 700 veces superior a la suma del valor del PIB de todos los países del mundo, capital que, según dichos expertos, es el que gobierna la economía mundial. ¿Cómo se puede simbolizar eso? Yo pondría en monedas y billetes al bobo de Coria, de Velázquez.
    Otro día hablaremos de Ariadna... (¿Dónde estará esta mujer?...)

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    1. Creo que lo que permanece es el concepto más que el símbolo o representación. Los viejos mitos ya desaparecieron del acervo colectivo hace mucho tiempo. Tal vez por eso solo los mencionan los estudiosos, los literatos y los que jugamos a describir nuestras fobias. Pero eso no quita que no venga de perlas su utilización, porque están cargados de significados que no han muerto en las sociedades modernas.

      La idea del bobo de Coria, de Velázquez, me parece acertada, como representativa del bobo medio español, supongo, y no por agravio ni del bobo ni del pintor.

      ¿Dónde anda Ariadna, preguntas? Hace mucho que se lió con el Minotauro, según unos. Pero yo creo que anda de juergas nocturnas con los mil y un pájaros que viven del cuento y que tienen que ver con el capital flotante. Bueno, ya en serio: ¿pero todavía esperamos una Ariadna? Mira que ahí es donde flaqueo, que uno desearía una encarnación colectiva, pero tal vez es pedir peras al olmo.

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    2. Es posible (ojalá no) que el olmo de peras antes de que se produzca la deseada encarnación colectiva, la ciencia va muy por delante de la conciencia.

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    3. Equilicuá, no sería de extrañar. Ciencia...conciencia...¿dónde estamos?

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  3. Quizás la salida no esté en hallar la salida...
    Un abrazo, Fackel

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    1. Mira, quizás. Al menos no entendida de la manera convencional. Pero en su búsqueda está uno, ¿tú no? Un abrazo.

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  4. Para salir de un laberinto solo se necesita un hilo (y la voluntad de no soltarlo)

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    1. Quisiera creer que fuese así de sencillo...que no lo es tanto, porque la voluntad es un elemento verdaderamente laberíntico, y el hilo tiene que ser vigoroso y bien trenzado...y luego: ¿sabe el individuo y sus proyecciones hacia dónde quier ir? Un beso.

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  5. Creo como Raticulina que lo del hilo puede ir bien, al menos es una orientación, no?
    Si se rompe se vuelve a trenzar, nos pasamos la vida atando nudos.

    Saludos¡

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    1. Atando y desatando, o simplemente dejándolos hechos, quién sabe. Un abrazo.

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  6. El símbolo del laberinto siempre me ha encantado. Se puede recorrer en un sentido: llegar al centro a través de caminos difíciles o en otro sentido: situarse en el centro y así llegar a salir del sistema. En cualquier caso nos permite recordar que tanto para llegar al centro como para salir del laberinto debemos aplicar la intuiciòn para evitar la frustración de no llegar al punto o lugar deseado.

    Hoy día las Ariadnas existen simulando que no lo son y otras que parece que sí lo son resulta que son trampas para caer en el abismo.

    Es muy interesante que en la moneda que muestras apareciera un laberinto. Quizás acuñaron así la
    moneda para dar a entender que solo quien atraviesa el laberinto y llega al centro o (al revés) quien situándose en el centro logra salir puede aspirar a tener una vida propia, al margen de la obediencia ciega al gobernante de turno. El laberinto como símbolo de iniciación al camino de individuación. Podría simbolizar algo así. O quizás se acuñó la moneda por el mito del laberinto que llegò a ser una seña de identidad nacional. En cualquier caso los laberintos siguen vigentes actualmente. Nos conectan con la necesidad de avanzar hasta llegar a algún lugar liberador que puede ser el centro o el exterior del sistema.

    Un abrazo

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    1. De entrada te diré que desconozco a qué ciudad Estado pertenece la moneda. No deja de ser curioso que se junten dos símbolos en ella, el de la tradición cretense y el de la moneda en sí como símbolo del valor de cambio. De ahí seguramente que yo los relacionara o vete a saber. A veces uno escribe a lo simple e instintivo, lo primero que percibe, sin pararse en mientes de otros trasfondos. Pero es que si uno se parase no escribiría o lo haría de otra manera. Tampoco hay que dar mil vueltas a los símbolos -no obstante si te interesa el tema te puedo recomendar bibliografía al alcance- porque gran parte de los antiguos no están en vigor o han cambiado su dirección e intención. Y hoy hay otra clase de simbolismos más efímeros.

      Para mí tienen un interés metafórico, aunque ya sé que Jung y otros revitalizaron la interpretación de los mismos, y por lo tanto literario.

      Es curioso cómo con estos comentarios me obligas -es un decir- a leer textos escritos hace años y que a veces me sorprendo de mí mismo, de cómo pensaba y lo enfocaba. Es bonito. A seguir.

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