Y esa vuelta a palpar la otra materia, la que siempre estuvo bajo nuestros pies; sentir que una vez fue barro engendrado en la hondura; ahora apelmazamiento hijo del agua y de la infinita disolución de las piedras que vuelve a fluir como sólida sustancia por la hábil mano de otros demiurgos; el claro saber de que aquel barro llega a nuestros labios de hombres cansados, sedientos o festivos; flujo salvaje de un sabor inigualable e insuperado a través del cual el trago del agua exorciza la vida perdurable; o el más violento aún por el que la sangre de las vides obnubila a metecos, marinos o guerreros a través de la dulce entrega donde todo puede perderse; ¿os imagináis una mano que alza y ofrece el vaso de suave textura?; ¿qué pretenderá?; ¿que perdamos la sensatez, la razón y el sentido?; es cálido el cáliz entre mis manos; es tentador cuando se me ofrece; su piel de roja arena dibuja mundos perdidos; su cocción es toda una geografía; mi boca se humedece de un sabor compartido que clausura las grietas de los labios; palpo el contorno de aquella pieza y contemplo al vigilante; amada superficie de caricias a través de la cual el hombre se reencuentra con su antiguo hogar; el animal lúcido me mira presto al salto y a la advertencia; en la sutileza de su cuerpo tenso adivino un consejo oculto; inducción a las preguntas: una parada ¿es solo la interrupción del camino?; ¿o acaso se trata del desvío?; ¿y si fuera el riesgo de la pérdida el que me es invocado por la sabia protección de la fantástica criatura?; rozo mi rostro con las siluetas y las geometrías al compás de los humores que se precipitan insensatos a través de mi cuerpo; es tuya, viajero, la decisión; tuyo el precio del desenlace, dice una voz; y mis ojos se entornan y mi cabeza quiebra y extiendo una mano; y confuso y herido, alcanzo a ofrecer el ser imaginario a la divinidad que habita en los campos del Oriente
domingo, 28 de abril de 2013
El grifo
Y esa vuelta a palpar la otra materia, la que siempre estuvo bajo nuestros pies; sentir que una vez fue barro engendrado en la hondura; ahora apelmazamiento hijo del agua y de la infinita disolución de las piedras que vuelve a fluir como sólida sustancia por la hábil mano de otros demiurgos; el claro saber de que aquel barro llega a nuestros labios de hombres cansados, sedientos o festivos; flujo salvaje de un sabor inigualable e insuperado a través del cual el trago del agua exorciza la vida perdurable; o el más violento aún por el que la sangre de las vides obnubila a metecos, marinos o guerreros a través de la dulce entrega donde todo puede perderse; ¿os imagináis una mano que alza y ofrece el vaso de suave textura?; ¿qué pretenderá?; ¿que perdamos la sensatez, la razón y el sentido?; es cálido el cáliz entre mis manos; es tentador cuando se me ofrece; su piel de roja arena dibuja mundos perdidos; su cocción es toda una geografía; mi boca se humedece de un sabor compartido que clausura las grietas de los labios; palpo el contorno de aquella pieza y contemplo al vigilante; amada superficie de caricias a través de la cual el hombre se reencuentra con su antiguo hogar; el animal lúcido me mira presto al salto y a la advertencia; en la sutileza de su cuerpo tenso adivino un consejo oculto; inducción a las preguntas: una parada ¿es solo la interrupción del camino?; ¿o acaso se trata del desvío?; ¿y si fuera el riesgo de la pérdida el que me es invocado por la sabia protección de la fantástica criatura?; rozo mi rostro con las siluetas y las geometrías al compás de los humores que se precipitan insensatos a través de mi cuerpo; es tuya, viajero, la decisión; tuyo el precio del desenlace, dice una voz; y mis ojos se entornan y mi cabeza quiebra y extiendo una mano; y confuso y herido, alcanzo a ofrecer el ser imaginario a la divinidad que habita en los campos del Oriente
De aquellos cienos estos barros, en todo caso siempre podremos moldear un nuevo pensamiento, una nueva reflexión. Saludos.-
ResponderEliminarLa historia de los objetos del barro es nuestra propia historia, como especie, como culturas, como individuos. Evolución por la adaptación y la transformación. Complejo y en diversas direcciones. Buena noche, Krust.
EliminarContestando a tu afirmación de ayer: efectivamente, somos tan parciales la mayoría, tan superficiales...yo a veces lo soy por elección: no soporto lo que me provoca mirar hacia la tierra. Creo que prefiero el agua...
ResponderEliminarDebajo del agua...hay tierra, no lo olvides.
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