lunes, 11 de febrero de 2013
La soledad del esposado
Soy un sentimental. Esta mañana he visto esposar a un africano. Su cuerpo contra la pared. El rostro besando, restregando, literalmente el frío encalado. No sé si lo ocultaba por dolor o por vergüenza o al sentirse traicionado por su suerte. Qué soledad la suya. Diez policías y un perro buscando algo. Me he acordado en ese momento de…Cuando era niño los cristianos me llenaron la cabeza de pájaros. ¿Debería matizar que los católicos, los frailes del colegio, los párrocos y sus prédicas? Bah, es igual, ya se sabe. Me llenaron la cabeza de ideas fantasiosas, retóricas, grandilocuentes, salvíficas. Querían con ello transmitir palabras que parecían algo pero que resultaron ser hueras: caridad, perdón, bondad, generosidad, acaso también piedad. ¿Justicia? Se mencionaba escasamente. Palabras que yo me creí. No entendía lo que conceptualmente había tras ellas. Caridad me sugería dar a los pobres (¿por qué hay pobres, mamá?, preguntaba, sin caer en la cuenta de que mi familia era humilde, lo que implicaba que ya percibía que había muchas familias o gente solitaria más desasistidas que la mía) También creí que quienes me hablaban en nombre de principios sagrados e inmaculados eran consecuentes, que ejercitaban con su práctica lo que debían decir y significar aquellas palabras.
Hay una idea que se me quedó grabada durante el tiempo que duró aquello que se conoce en esa religión como fe. Jesús -sí, el Cristo, el vilipendiado, seguido, perseguido, traicionado, negado, torturado, crucificado y olvidado, seguramente el inexistente de la leyenda- puede aparecer en cualquier parte ante vosotros bajo cualquier forma, como un mendigo, un exiliado, un miserable, un leproso. Eso nos decían. Estaréis viendo un pobre, un migrante, un enfermo, un tirado…y puede ser Él. Os pedirá que le ayudéis, y puede ser Él. ¿Qué haréis vosotros en ese momento? Debéis estar preparados para reconocer a Jesús tras cualquier desgraciado. Eso nos contaban los clérigos con ímpetu, generando mala conciencia en nuestro magín infantil. Y yo lo interpretaba al pie de la letra, que es la fase anterior a tomártelo metafóricamente, pero que va en la misma línea. La idea de que tras cualquier ser necesitado de este mundo con el que me encontrara por la calle podría ser Jesucristo me torturó durante algunos años. Luego dejó de preocuparme que el miserable podría ser Jesucristo, pero me siguió afligiendo la existencia del perseguido, el enfermo tirado, el sin hogar. Ya no podría librarme del virus nunca. Tardé en darme cuenta de que los doctrinarios inoculan virus, males, extraños vericuetos que si te los tomas en serio te machacan moralmente de por vida. Siempre me pregunté: ¿creerían los clérigos y doctrinarios aquella historia? ¿Era esencial en su religión o accesorio?
Francamente, hoy me he sentido liberado por no ser cristiano, por carecer ya, afortunadamente, de aquella fe ciega (la que te hace no ser tú para ser de otros) No he visto a Jesucristo en ese africano que seguramente habrá llegado en patera o por una red mafiosa. Me he sentido ciudadano de bien, contribuyente que declara puntualmente y por lo tanto buen pagador de los servicios de seguridad, respetuoso hombre de la Ley y del Orden. Seguramente los agentes estaban procediendo a la protección cívica y yo, paseante ocioso de una sociedad pacífica, me sentía protegido. Pero, ¿y si aún hubiera sido un fervoroso creyente en la religión, que no en el hombre? ¿Y si entonces creyera que el hombre africano, el que tenía mala pinta, el esposado, el detenido, era realmente Jesucristo? Ah, la coartada: es africano, luego musulmán o animista o simplemente renegado. ¿Cómo va a reencarnarse Jesús en un personaje de tal calaña?
No me crean. Que nadie me crea. Tengo ganas de enredar. De ajustar cuentas con las falacias del pasado que uno, afortunadamente, cree que las tiene superadas, aunque no hay que fiarse. Ya veo que se repiten los viejos chistes con caras nuevas. La escena de calle de esta mañana me llevó a imaginar la soledad del esposado, al que yo miraba y el cual apartaba su mirada de mí, probablemente por dignidad, por asco, por odio, y en que los orines le resbalarían por sus muslos, en su individualidad que se iba convirtiendo en carne de presidio o de algo peor. Pero es que además en quien realmente pensé al ver al hombre esposado, al hombre cuya dignidad se le supone, era a cierto innombrable que se llevó veintidós millones a Suiza y que sale en los medios estos días. Y pensé en todos los de su hatajo, en los defraudadores al fisco, en los que hacen negocios con dinero negro, en los que sostienen su partido con dinero sospechoso, en los empresarios que no pagan a sus empleados o a los accionistas que clausuran empresas, en los financieros cuya codicia tenemos que seguir nutriendo. Pensé en quienes, a patadas, se va sabiendo cada día de sus delincuencias organizadas. Sin que jamás les veamos cara a la pared, esposados, condenados. ¿O también tendría que ver tras esta serie de personajes de la España esperpéntica al hijo del dios hecho hombre?
(Fotografía de Carlo Gabuco)
Lo tomemos como lo tomemos, fracasamos. No en un tiempo venidero; ni siquiera hace años, o siglos. No. Fracasamos ahora, aquí, cada instante que respiramos el mismo aire que los podridos, cada segundo que miramos para otro lado mientras alguien hace algo que no debería, cada vez que gritamos sin razón, o cada vez que razonamos con gritos...
ResponderEliminarYa no tenemos tiempo. El futuro es ahora. Pero eso ya lo sabemos. Y lo que es peor, lo saben ellos. Y les da igual. Porque saben que nada va a cambiar, que vendrán nuevos tiempos sin viento, nuevos nombres para designar las mismas cosas, nuevos esbirros aplastadores de ideas, de cabezas. Saben que estamos rendidos, inermes a los pies de la mano que apenas se alarga para dejar caer las migas malditas de nuestro alimento...
Somos así. Quizá alguno escape, pero así somos, masa, esa masa necesaria...
Un abrazo.
¿Qué podría añadir? Poco. Solo que relativicemos para poder respirar. Pensemos siempre en los contrarios o en los complementarios, como se quiera. En la inevitabilidad de que a cada progreso siempre se opone una reacción, en la sociedad, en las ideas, como en la música.
EliminarNunca estamos rendido al cien por cien, ni ellos son tan victoriosos como desearían.
Esa idea de la masa necesaria me parece muy interesante. La masa de parados, por ejemplo, siempre jugó un papel en la historia de las sociedades industriales modernas: como soporte de chantaje salarial y de condiciones de vida, o como carne de cañón cuando llegaban las guerras, como tributarios de todos los fiscos siempre, incluso forzosamente. Hoy la masa consumidora pone el punto de nuestra propia debilidad.
Un abrazo.
Y a mí que nunca se me ha ocurrido que Jesucristo pudiese estar representado en cualquier necesitado o marginado... Pero, a pesar de que no fui a ningún colegio religioso, sí que se me viene a la cabeza, continuamente, la imagen del antagonista de Jesucristo en cuanto escucho la radio, leo un periódico o coincido con algún telediario. Y no lo entiendo, porque sé que no existe, pero le veo hasta los cuernos con los que tan habitualmente lo representaban. Claro que es nimia la semejanza comparada con lo que creo que son.
ResponderEliminarMe gustó mucho la manera de introducir el tema de tu escrito, también el tono y ese pensamiento final que, en el fondo, está en la mente de todos. Pero seguimos a la ¿espera...? ¡Qué callados estamos! Quizás se nos ahogue el grito ante tanta inmensidad de seres diabólicos. ¡Es que son demasiados a lo mismo! ¿no?
Bueno, yo cuento mi anécdota de infancia religiosa, que estaba repleta de anécdotas, y que en mi circunstancia personal era muy aguerrida, no solo por el colegio sino por la familia y por el hipócrita estado de la dictadura. Si te contara más te reirías muchísimo. Pero entonces era tan severo "creer" en ello. Claro que el surrealismo de los niños sumado al español ponía el contrapunto de satirizar lo más sagrado.
EliminarSi un Papa, en estos tiempos, dimite porque no aguanta el tirón interno de todos los mercaderes de su empresa (se podría denominar esa situación interior del Vaticano con una referencia muy castiza y española), en su lucha acerva por el poder y las influencias...qué no puede haber acontecido en materia de falsedad, odios y mantenimiento de su privilegiado statu quo. Miserias, hermana, miserias.
Pues mira, respecto a tu última pregunta, yo diría que sí, sí si pensamos en Jesús como el hombre-divinizado. Si en todo están contenidos los polos, también en el hombre, también en el Dios.
ResponderEliminarFrancesca, mi ironía no implicaba fantasía. Dejo a cada cual a su libre albedrío de divertirse con sus creencias mitológicas.
EliminarEres afortunado por tener sentimientos y conciencia, la tuya propia y no la implantada por una religión ajena al mundo real, que aunque hay de todo en la viña del señor, mucha falsedad es lo que predomina. Vivimos además en pirámide, sometidos a las directrices del peldaño superior que a su vez se somete al siguiente, y en la religión y en la política especialmente, sólo se escala cuando se renuncia a buena parte de los principios y el que llega arriba creo yo, no es el mejor sino el que menos escrúpulos tiene.
ResponderEliminarAna, bienvenida. No sé si es fortuna tener eso que señalas, porque lo que sí aporta es rabia y tormento (dejémoslo en eso solo, de momento) No sé si me encoleriza más la abyección de los que son conscientes de ese mundo de patrañas, que sostienen sus negocios-iglesias, que viven de su conciencia de casta, o la gente que les sigue. No es nuevo. Ya seguían a Simón el Mago y a una pléyade de apóstoles (incluidos los originarios) Pero a estas alturas de la evolución (sí, evolución, no obstante los contras) humana y social (desigual por otra parte y nada justa) quien permanece en la ceguera es porque quiere.
EliminarAcontecimientos o sucesos o circunstancias (que cada cual tome el valor del concepto-categoría que guste) como el de la dimisión del jefe de la patronal católica nos hace reflexionar a todos. Un buen momento para analizar ese ente de poder, humano, miserablemente humano con frecuencia, que históricamente se debate entre rencillas, conflictos, explotaciones ajenas y cultivo de la alienación más perjudicial que la humanidad haya inventado.
Particularmente, desde mi libre y contradictorio pensamiento, procuro sacar conclusiones incluso de lo que directamente da la impresión de no ir conmigo. Pero que va. Quien piense que por no seguir a los difusores de un Poder está libre de su influencia (social, colectiva, interfiriendo en los Estados y tratando de dominar aún los resortes de control de las sociedades) es un ingenuo. Y soy prudente al respecto con este término.
Espero verte por aquí de vez en cuando.Un abrazo.
Soy optimista, tal vez demasiado, pero creo que la rabia y el tormento mueven muchas cosas. Cuando escribes tus pensamientos das alas no sólo a los que comparten tu opinión sino también a los que aún sin estar de acuerdo encuentran otro punto de vista que pueden aprovechar o no. Mucha gente tiene que despertar en esta sociedad acomodada y pasiva, y el azar puede hacer que alguien que lea tus líneas se pare a pensar y salga de su aletargamiento.
ResponderEliminarQuiero aprovechar este comentario para darte las gracias por interesarte en mi blog, me ha sorprendido y me ha encantado verte en el, lo empecé por entretenimiento pero en un mes he descubierto que la mayoría de las veces escribo por necesidad, salen las palabras a borbotones, porque esta realidad que vivimos te hace sentir de todo menos indiferencia.
Ana, la rabia constructiva mueve la Humanidad. La necesidad de supervivencia, superación y colaboración son constantes históricas. Cada vez más refinadas. Los sistemas de ideas no se han elaborado de la noche a la mañana. Igualdad, fraternidad, libertad no son palabras ni divinas ni vinculantes desde siempre. Abstractas o precisas, responden a la rabia y a las ganas de superar lo tormentoso y humillante de la existencia.
EliminarEjercer el derecho a la expresión y ejercitar la escritura para exponer los pensamientos y encontrarnos en ese camino unos con otros es vital. En ese sentido, formidable tu presencia por estos lares.
un abrazo para ti tambien Fackel, estoy encantada de participar en tu blog
ResponderEliminarGracias, por aquí anda uno.
Eliminar