sábado, 22 de diciembre de 2012
Tentado a hibernar
dicen que es el invierno, y uno quisiera hibernar, siquiera para no padecer el frío que hay fuera, pero la clase de mamífero a la que uno pertenece no hiberna, en ella no se altera el metabolismo sustancialmente ni baja en picado la temperatura, lo cual quiere decir que he utilizado una metáfora, a la vez he expresado un deseo, y de cualquier manera un anhelo inviable, y entonces el humano, yo, quisiera evitar el invierno de la situación, o mejor dicho, el frío que vacía los pensamientos de los hombres ahí fuera, el frío que bloquea los instintos de apoyo de ahí fuera, el frío que reniega de todo lo aprendido anteriormente, el frío extremo que congela la acción y solo la admite hasta un tope que tememos que nos asome al abismo, como si no viviéramos ya en el abismo, y aunque en otros órdenes podría buscar maneras de obnubilar mi mente, de escapar de cuanto se traduce problemático e inquietante, y entonces pienso en la inseguridad y la quiebra que trae el frío, de negarme en vida sin morirme del todo, de construir un castillo de metáforas que me diera consuelo, no sé si sería capaz de evitar el frío con suficiente habilidad, porque al buscar sucedáneos que me llevaran a hibernar a mi manera es como si me llegara todavía más tanto frío, como si yo mismo contribuyera a generar circunstancias gélidas como si de era glacial se tratase, pero puesto que a esta especie no le ha sido concedida por la naturaleza la capacidad de hibernar uno quisiera dejar de escuchar tonterías al menos, desde el canto ingenuo al solsticio, como gran descubrimiento ya descubierto desde nuestros antecesores de la edad de la piedra, más observadores ellos de lo que somos nosotros, hasta el canto cultural rutinario y monótono de los últimos veinte siglos, menos que más, que ha acabado en versión marketing, vocera santificante de un consumo desenfrenado y desolador, estos dos calificativos que tocan de plano al hombre y al planeta, pero las tonterías me llegan, mientras asoma más frío, mientras todas las señales indican que no nos escapamos de la glaciación de nuestra propia intemperie, y ello nos vuelve ausentes, y pudiera ser esa la forma de hibernación colectiva más aberrante, porque estaríamos negando el frío para acabar siendo víctimas por no evitarlo...
(Fotografía de Olmo Calvo. Vecinos del barrio de Lavapiés en Madrid protestan frente a los policías que desalojan a las familias de Uddin y Hafiz)
Ya que no vas a permitirte hibernar al menos, relajate un ratillo pensando en lo que te produzca placer, cuanto más intenso mejor, total, también esta faceta pertenece a nuestro género. Bs. y felices días .... dentro de un orden.
ResponderEliminarContra ese frio paralizante, el calor, el estímulo de los instintos de supervivencia, el movimiento, la acción y la fuerza necesaria para no rendirse ante esa amenaza hibernante.
ResponderEliminarSaludos y los mejores deseos ¡ Felices Fiestas !
Tomo nota de tus sabios consejos a lo Kalícrates, amiga Emejota.
ResponderEliminarEstimulantes ánimos, Logan&Lory, habrá que hacer lo indecible. Después de todo estamos mejor hoy que seguramente estemos mañana. Creo en el instinto de supervivencia, pero detallarlo es harina de otro costal.
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