martes, 7 de febrero de 2012

siete de febrero



me encontrarás ojeroso y encogido; me he pasado toda la noche en blanco; dándole vueltas a lo más ridículo que existe; a aquello a lo que no habría que conceder apenas dedicación mínima de tiempo; por supuesto que una cosa es tener clara su presencia y otra concederle la entrega de nuestros fantasmas; y esta noche he cedido;  no sé por qué le he otorgado diverso tipo de representaciones; supongo que hay ocasiones en que no sabemos retroceder y dejamos la puerta abierta a lo morboso; y, salvo que retiremos de inmediato esos pensamientos, lo que hacemos es desarrollar escenarios; fingir cómo será el momento, en qué circunstancias, intuir si será o no con sufrimientos; y en cada cuadro de esos sainetes pretendidamente siniestros repetía una frase hecha: así que esto es la muerte, me decía a mí mismo; sin que sintiera nada más detrás de ese instante tan repulsivo como ineluctable; como si decidiera que el hecho letal es una cosa y los padecimientos otra; diferenciar fases del cuerpo para que la mente sufra menos; imaginar el acontecimiento final en sí, casi como una obra propia, donde el dolor no exista; porque el dolor significa aún vida, con su secuela de desesperación y de angustia; morirte sin más tal vez no exista, pero en ese tipo de devaneos quería admitirlo en su propia cualidad; he pensado en aquella gente que he visto de cerca irse; algunos con la fortuna de no haber llegado a ese momento empachados de los suplicios de la carne; con conciencia digna de que estaban ante lo que les era dado realizar por sí mismos; gente abandonada ya al cansancio irrecuperable, a la lasitud única, a la no-resistencia; horas en que el silencio exterior confunde y no puedes saber hasta que te toque a ti mismo lo que bulle dentro de tu cerebro; individuos callándose y a su vez hablándose; recuerdo a aquel hombre duro, a aquel pastor, diciéndome: nacer te nacen, morir te lo haces tú; nunca lo había entendido bien hasta que contemplé su final; no es el proceso anterior que conduce a una u otra fase; es la conciencia de la madurez, de la separación, lo que se te da como un don; el último obsequio de la vida; cuando las palabras del silencio del estertor superan en elocuencia a todas las pronunciadas con propiedad y justicia en la existencia




(Fotografía de Jorge Molder)

14 comentarios:

  1. Me parece que la clave es el dolor, su conciencia y la capacidad de adaptación al mismo, al margen del deterioro, por supuesto. Bs.

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  2. creo que uno de los secretos de la vida es la aceptación, y tratar de entender, no a la muerte en si, si no al acto de morir.
    a todos nos llega la hora del despojo, de la entrega, del desapego de las cosas de este mundo como un cause natural que nos lleva de regreso...
    saludos.

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  3. Si pot ser, hauríem de tenir el ferm propòsit de sorprendre la mort: quan comenci a ensenyar les orelles, anticipar-nos. És clar que si ens descobreix el joc ens pot fer una mala passada.
    Per a mi el problema és aconseguir amb temps el necessari per fer-li front d'una manera suau i digna. Ningú més que nosaltres mateixos ho pot fer. Reconec que és difícil.

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  4. Nada. No hay nada. Todo lo que es ,es porque somos, en cuanto dejamos de ser,nada es. La suerte es que no te enteras de que estás muerto.
    Cada día debería ser vivido como si fuese el último, con esa claridad de conciencia de lo frágiles que somos.
    Yo pienso en ella con bastante frecuencia y cada vez la temo menos.
    Me gustaría, pero, morirme tranquilita en mi cama, sabiendo que muero; con tiempo para decirle adios a la vida; muy viejita, con casi ganas ya de palmarla porque el cuerpo ya no da más de sí.

    Estás tu muy ...ultimamente, casi lloro cuando te leo.

    Un abrazo

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  5. MJ. La clave terrible es el dolor, o en general el sufrimiento. Padecer. La parte viviente de nosotros que está en conflicto. Por supuesto. Y que puede ser decisiva.

    Un abrazo.

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  6. AbuelaF. Si lo entendiéramos todo de manera práctica, es decir, acéptandolo, pues ayudaría, sí. Pero el hombre reacciona ante la enfermedad, el dolor y la muerte de manera invariable, aunque muy a la carta del autocontrol de cada uno. Ay si entendiéramos de manera más amplia nuestra pertenencia al universo y a la naturaleza. Acaso todo sería menos doloroso, incluso la separación. Pero somos fieramente humanos, para bien y para menos bien.

    Saludos.

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  7. Olga, que m'encanta aquesta idea de anticipar-nos a la mort. Jugar una partida amb ella i guanyar la mà. ¿Fer trampes? Ui que difícil, se les sap totes. Hi ha literatura que tracta el tema, crec. Com a molt, es l'enganya perquè es postergui o es pacta amb ella. Imatges il · lusòries que ens diverteixen en llegir o treure conclusions.

    I respecte a aconseguir el temps necessari ... això és també molt a la carta de cada un. Però em sembla una proposta important i convincent. No es tracta de viure contra la mort (això ens limitaria horrorosament) sinó de viure com si no anés a arribar (però prudent i modestament) generant activitat i captació del que val la pena. No creus? Bé, al cap ia la fi, és la tònica general dels humans.

    Una abraçada.


    Olga, que me encanta esa idea de anticiparnos a la muerte. JUgar una partida con ella y ganarla la mano. ¿Hacerla trampas? Uy qué difícil, se las sabe todas. Hay literatura que trata el tema, creo. Como mucho, se la engaña para que se postergue o se pacta con ella. Imágenes ilusorias que nos divierten al leer o sacar conclusiones.

    Y respecto a conseguir el tiempo necesario...eso es también muy a la carta de cada uno. Pero me parece una propuesta importante y convincente. No se trata de vivir contra la muerte (eso nos limitaría horrorosamente) sino de vivir como si no fuera a llegar (pero prudente y modestamente) generando actividad y captación de lo que merece la pena. ¿No crees? Bueno, al fin y al cabo, es la tónica general de los humanos.

    Un abrazo.

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  8. Gene, me has hecho reir un poco. Lo bueno es que no te enteras de que estás muerto. Hasta ahí llega, es verdd, nuestro miedo. Bueno, es el miedo a las imágenes sobre "el muerto y lo muerto". Gracias a la religión, a las funerarias y a las películas de terror lo que nos espanta es que nos enteráramos de todo siendo vícitmas de nuestra impotencia en la nada. Pero afortunadamente, como bien dices, hemos dejado de ser.

    Respecto a nuestros criterios sobre la muerte, pues suele depender de nuestros estados de ánimo y de condiciones corporales. Pero ahí andamos todos.

    Está bien ese modelo que tienes elegido para tu fin. Que se te cumpla.

    Y ea, que no pretendo suscitar lágrimas, no me veo disparando botes de humo contra las masas, jaj.

    Abrazo luminoso.

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  9. Increíble, Hr. Kraus, lo que te gusta Molder. Llevo años -literalmente años- (por más que siempre me des la bienvenida) viéndote colgar sus imágenes. A veces como si quisieras poner un espejo entre tú y nosotros; como un fogonazo la imagen quemada por acercarse tanto, tal vez, a sus fantasmas.

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  10. Molder me impresionó siempre mucho. No puedo evitarlo. Veo demasiado en sus imágenes. Recuerdo que en una ocasión en que mi padre estaba a punto de morir utilicé unas fotos de Molder sumamente expresivas (un hombre que huía por una puerta al fondo de un corredor)

    Que un fotógrafo se utilice a sí mismo para expresar tanto, tal como lo hace él, me parece grandioso. Y siempre me dio mucho juego para apoyar textos...o para sugerírmelos. ¿Increíble? No, en absoluto. Nadie que escriba algo, lo mínimo y modesto como lo hace uno, lo escribe de la nada. Todas las imágenes tienen sentido y nos dicen algo. De las situaciones vividas, de los libros leídos, de los paisajes contemplados o de las pinturas o fotografías que nos obsesionan. O de nuestra memoria, ese baúl de imágenes. Somos una cadena sin fin, muy animal, no obstante nuestra especial (de especie) tendencia cultura de Sapiens.

    Es probable que Molder obre a veces como un espejo entre ese mis dos yo (y por ende entre yo y los que siguen el blog)

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  11. Cuando dije "increíble", no era por difícil de creer, sino por curioso, destacable.

    Recuerdo muy bien esa imágen era intrigante, sin duda.

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  12. Imagen sin tilde (disculpe). Eso es lo que recuerdo

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  13. Me ha encantado esa sabiduría campestre y lógica del pastor: te nacen, pero te mueres. Hace pensar.
    Como yo he pasado ya por la cercanía de esa posibilidad, puedo asegurar hoy en día que no le tengo ningún miedo a algo que es lo más natural de nuestra existencia. ¿Sabes una cosa, Fackel? Hay personas que en un momento dado, ya están tan cansadas de esperar y de resisitir, que desean que llegue la muerte para dejar de sufrir, pero no por dolor físico (hoy la ciencia te lo evita) sino por el dolor interior, la ansiedad de la espera, el no saber si existe algo más detrás de ese muro de oscuridad, que desean traspasar para descansar o iniciar una nueva vida.
    Personalmente, nunca me rendí, ni creo en algo después de la muerte, sencillamente, es eso.
    Un saludo y un abrazo.

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  14. Carlos. He conocido a alguna de esas personas, las ya cansadas de vivir. Pero es curioso, ese cansancio no lo era nunca del todo. Era a días. Aunque lo expresaban una y otra vez ("qué hago aquí" "qué pinto aquí") se levantaban por las mañanas con ganas de coger el día. Acaso habían sido vitalistas y rigurosas desde la primera jornada de su existencia. Acaso su verdadera fe eran ellos mismos. Acaso el posbilismo y el azar se aliaron para dotarles de una fuerza incontenible.

    Te he escuchado atentamente. Creo que es de gran valor transmitirnos las experiencias. Un abrazo grande.

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