no me preguntes por qué a veces creo ser una estatua; ver las cosas desde otros individuos me ha dado curiosidad en alguna ocasión; pero el mundo de los individuos, al menos cuando alcanzamos cierta edad, apenas nos interesa; repetimos pautas y, no obstante la variedad de reacciones y comportamientos, resulta cansino y poco atractivo; al fin y al cabo todos llegamos a los mismos puntos de coincidencia o de colisión, no obstante sean los caminos lo que realmente nos proporciona alteridad; he dicho estatua, pero podría haber mencionado una farola, un alero de tejado, un bordillo o una cucaracha; el mundo de otras especies sí que es especialmente atrayente, es como si para hablar otra lengua necesitaras aprender el alfabeto; solo que no es una cuestión únicamente de lenguaje y abecedario; pero uno teme sobre todo ver el reflejo de su especie en otras; teme que en esos otros reinos, por mucho que digan los etólogos y zoólogos, también se dé la competencia, la pugna descarnada, la agresividad, e incluso con menos márgenes de autodefensa que en el nuestro; pero ser estatua o farola, le interrumpo, ¿no te parece extremadamente anodino?; no creas, esa es nuestra percepción; la materia, incluso aleada o mixta, es bastante inconmovible; por supuesto, elegiría ser una estatua de piedra, porque la materia interior es masa orogénica, digamos, y la apariencia de fuera no desvirtuaría mi receptividad; no, no se trata de sentirme un condottiero o un pensador o una divinidad, eso es pura fantasía; o, mejor dicho, proyección de nuestra fantasía demediada, incompleta, que ya he vivido muchas veces; quiero sentir el mundo desde la gravedad profunda de la diorita o del mármol o del basalto o incluso de la caoba; ¿no te conformarías con reconocerte en una terracota?, le digo para reconducir su devaneo; mira, acaso sí, pues no su menor dureza oculta su composición bruta y arraigada en la tierra; lo seguiré meditando, dice con voz más recoleta, casi imperceptible
Estas cosas hay que decirlas siempre así. Me acuerdo de los guerreros de Xian que trajeron a BCN durante el forum de les cultures, año 2004: miles y miles de estatuas (a Barcelona trajeron sólo medio centenar, claro) enterradas para proteger al emperador. Siglos bajo tierra, confundidas con la tierra, que de hecho era su propia materia. Pero resistieron. Quizá porque la tierra debe esconderse en la tierra. Y eran imponentes en su vida propia.
ResponderEliminarMe gusta leerte porque no pones mal ni un solo adjetivo.
Leía este relato y no he podido dejar de pensar en Pigmalión. Qué cosas pasan… Un saludo.
ResponderEliminary yo en algo que todavía no ha nacido, que no está, no estatua necesariamente.
ResponderEliminarRamón, sí la tierra conservó a los guerreros de Xian, pero también las técnicas de los hombres hijos de la Tierra, sospecho. Pero tu ide ame gusta. Aún me resuena más: la tierra llama la tierra...¿el ciclo vital?
ResponderEliminarAy, los adjetivos...y los verbos, y los advebios y...Pues te juro que tengo la sensación de que los estoy aprendiendo por vez primera. ¿Sabes cuándo se aprende en esta vida? Cuando se aplica, cuando la necesidad llama a la puerta. Las primeras enseñanzas...no sé hasta qué punto llegaron.
Un abrazo, salud hermano.
Raúl, bienvenido. El amor de Pigmalión por su estatua divina debió llevarle a reencarnarla o a recibir un premio de la diosa para que disfrutara en carne y hueso lo que la estatua no da. Aquí el amor es más grande, menos humano (o tal vez no) puede que curioso, no tanto obsesivo y menos compulsivo. Ese pregunarnos: ¿cómo se verá el mundo desde ángulos desde los que nunca podremos observar?
ResponderEliminarPaséate cuanto gustes por aquí. Un saludo.
J.G. Eso me recuerda un poema que leí una vez:
ResponderEliminar"...poseeré a una mujer que no ha nacido
cuando no sea más que letra impresa"
Aparte, hay tantas cosas no nacidas que nos gustaría ver...
Entiendo y comparto. Bs.
ResponderEliminarSuficiente, a buen entendedor... jaj.
ResponderEliminarSi manoseases el barro,como yo cuando creo mis esculturas, notarías la vibración que emite, como se deja moldear, como dirige él,no tu, el orden en que quiere ser forma. Existe una extensa filosofía en su contenido y mientras te dejas seducir meditas sobre su esencia. El barro carece de la dureza pétrea, necesita del fuego para endurecerse , aun así, se quiebra cuando cae. La dureza de la piedra exije una escarpa y un mazo para ser moldeada,no obstante ignora que antes de ser piedra fue humilde barro que el tiempo compactó hasta eliminar sus poros, absorbiendo todo resto de agua.
ResponderEliminarSaludos
Si estoy de acuerdo con lo que expresas, Gene. Conozco por razones familiares a alfareros, aunque no es lo mío, pero valoro el trabajo, el contacto y esa fusión de artesano-barro-objeto (no importa el orden ahora)
ResponderEliminarTampoco creo que se trate de comparar o competir entre materiales y trabajadores de materiales. En cada cultura y medio se ha hecho lo que se ha podido y más. Y en todo tipo de material y de técnica hay belleza, simbolismo y aportación. Hace tiempo que las culturas africanas me vienen haciendo reflexionar. Sus creaciones son únicas.