creo que María Zambrano tenía razón, me dice cuando entro; le he encontrado abstraído y sobrio, incluso de modales; tan pronto se contempla la palma de la mano como mira hacia la cristalera a través de la cual se ven los abedules; un disco reproduce los concerti a cinque de Albinoni y no se ha molestado como otras veces por haberle interrumpido; perdona si no te entiendo, le contesto; sí, insiste, cuando dijo aquello de que el que mira es por lo pronto un ciego que no puede verse a sí mismo; la gente necesita mirar para saber cómo es por dentro; necesita mirar fuera, alrededor, debajo, pero me pregunto: ¿saben mirar? ¿saben enfocar su visión? ¿pretenden saber sobre lo que ven? ¿lo interpretan? ¿lo proyectan en su interior? ¿y acaban viendo?; pero debe haber una predisposición, un intento, una atracción; diría más, deben aquilatar su esfuerzo, y eso se traduce en pensar; escucha, escucha lo que sigue, me dice girándose hacia mí: y así busca siempre verse cuando mira, y al par se siente visto: visto y mirado por seres como la noche, por los mil ojos de la noche que tanto le dicen de un ser corporal, visible, que se hace ciego a medida que se reviste de luminarias centelleantes; ¿no es esto lo que acontece en estos tiempos de inciertos e infelices deslumbramientos?, concluye él a su modo; pero sabes perfectamente del lenguaje metafórico de la Zambrano, le digo para aliviarle un cierto deje angustioso con que interrumpe la lectura; y él: precisamente las metáforas sirven para asumir el estado de ceguera y, si no pueden con él, al menos lo aligeran y conduce los pasos en otra dirección; ¿pero qué pasos se están dando hoy día?; el bajo continuo del violoncello nos ha dejado callados; ambos palpábamos el poder de la oscuridad con que nos recubría la música; todo lo vivo parece estar a ciegas, decía ella.
¿Podrías especificar a qué te refieres con "estos tiempos de inciertos e infelices deslumbramientos", por favor?
ResponderEliminarEsos pliegues, esos pliegues. Si fotografiara la palma de mi mano se vería básicamente llana, una con una M unida y la otra separada materializando lo contradictorio. Bs.
ResponderEliminarSi no te entiendo del todo, por ese fragmentarismo recurrente convertido en recurso, me pongo Albinoni y te entiendo más..
ResponderEliminarCasilda. ¿No tienes la sensación de que vivimos dejándonos llevar más por los deslumbramientos que por la luz que ilumine el camino?
ResponderEliminarEmejota, ¿qué pasa con los pliegues? Menos mal que uno no es aprensivo, jaj.
ResponderEliminarAlbinoni ilumina, Ramón, no lo dudes. Gracias y temple, mucho temple.
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