sábado, 27 de agosto de 2011

veintisiete de agosto (interrupción)


Un pensamiento repentino interrumpe mi siesta tardía: lujo de los que podemos escribir -una frase ocurrente, un apunte crítico, una sentencia que cuestiona- sin que nos pase nada. ¿Tan gran conquista de los tiempos y del lugar nos lo permite? ¿O será que lo que decimos no hace peligrar nada ni a nadie? (Hay imágenes que me persiguen: las de los desesperados, esto es, los que ya no podían, no pueden, concebir esperanzas; los que no hablarán ni escribirán jamás)



2 comentarios:

  1. Unifico comentarios 27-Agosto.
    Hace tiempo que me persigue el mismo pensamiento, no solo en función de nuestras actuales coordenadas espacio-temporales, sino retrotrayendome al pasado más remoto de las civilizaciones e incluso extrapolando al futuro de las actuales.
    Seguramente sea el sentimiento "cristiano" por excelencia, de ahí, quizás, el concepto del perdón de los pecados. A mi modo de ver puede ayudar a muchos.... si no les da por pensar más de la cuenta.
    Me parece una cuestión emocional, nada que ver con la inteligencia del pensador. Seguramente necesaria para enjugar tantas lágrimas y tanto dolor acumulados a lo largo de las centurias.
    ¿Tu crees que la la "cantidad de felicitas" acumulada entre presente pasado y futuro de todos los humanos equilibrará la balanza?
    Bueno, ahí lo dejo caer, con tu permiso. Beso.

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  2. MJ. Por supuesto, sentimiento y pensamiento no tienen por qué vincularse, pero uno no es témpano y rabia más de la cuenta. Ya ves. No obstante, las rabias dan para puntos de reflexión, ¿no crees?

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