miércoles, 10 de agosto de 2011
diez de agosto
No sé si preocuparme o dejarlo pasar. Últimamente no oigo radio, apenas veo televisión, alguna vez la presentación de los telediarios, y con los periódicos voy flaqueando. Aunque reconozco que la prensa es el soporte que primero mamé y por lo tanto mantengo cierta dosis de fidelidad con ella. Sólo cierta. He reducido su lectura a los titulares, a algún artículo de fondo cuyo autor me parece interesante y a la sección de obituarios. Sin embargo, mantengo viva la atención sobre los muros de nuestras ciudades. Algunas frases escritas en ellos no reflejan noticias -ese mito del periodismo tan traicionado como maniqueo- ni se muestran excesivamente reivindicativas -está en crisis la vindicación que se pueda ejercer sobre los que no te van a dar jamás si no te lo coges- ni llaman a agitación alguna -a excepción de algunas humoradas idealistas e incluso exageradas de las gentes del 15M- y, sin embargo, no quito ojo de las paredes. Digamos más bien que doy un brinco en cuanto veo un texto o un dibujo. Vuelvo para atrás si lo detecto al pasar; si voy con alguien les dejo que se adelanten; si voy solo me demoro un buen rato y si llevo una pocket hago el numerito de fotografiar el mensaje (la gente me mira como un tipo raro o se pensarán que llevo la chapa de secreta en el bolsillo)
Este texto me intriga. No sé si es uno o si son dos. Si primero alguien pintó el imperativo inicial a secas. Si luego llegó otro y escribió el matiz sugerido por la proposición. E incluso si hubo una tercera mano que puso la coma. De ser una frase escrita por el mismo autor del microrrelato me pregunto qué necesidad tendría de poner la coma. La coma cumple el papel de un pero, aunque acaso el escribiente no lo ha pretendido y la ha colocado porque le había cogido gusto a la caligrafía y no deseaba poner fin al mensaje. No obstante, la frasecita, con coma o sin ella, es un canto a la autoestima. Una sugerencia, un estímulo, un ánimo a todo aquél que dude de su propia potencia y energía. No creo que la mano sea una mano confesional porque el escrito está colocado en los muros de una iglesia y sería tirar piedras contra el propio tejado. No sólo contra el tejado arquitectónico sino contra el de su mística. Porque, ¿qué necesidad iba a tener un creyente de reafirmar con la pintada en la piedra rosácea lo que la gracia de su Dios le concede por vías menos letradas pero sí tanto o más exhibicionistas? Hay un elemento que me confunde. Que haya dos acentos de todo punto innecesarios, en las palabras fe y ti. ¿Por qué ese modo tan aseverativo de ratificar un sustantivo y un pronombre que tienen entidad propia? Hay otro elemento que me confunde aún más. Y es que tienen forma de llama ambos acentos, como lenguas de fuego bíblicas que revitalizan las letras. Francamente, se ponen interesantes los mensajes de las paredes. Me hacen pensar más que las secciones periodísticas. Y si son anónimos, no tengo contra quien ir. Pero tampoco a quién felicitar. Misterios urbanos.
(El músico es un advenedizo, en todos los sentidos, y ajeno a las mayúsculas)
Toda una disección sociológica, si señor. Eso si, lo de las llamitas, en las que no había reparado, me ha conmovido.
ResponderEliminarSeguramente el autor tuvo una educación cristina como es debido y su inconsciente le hizo rememorar las llamas de la iluminación, quiero decir del espíritu santo, tal y como las veía dibujadas en las estampas de antaño.
Realista como él solo, siguiendo esa máxima que la primera mano que te va a ayudar en un apuro siempre será la que se encuentra al final de tu brazo.
La coma.... espera a ver..... podría ser un respiro, tomar una bocanada de aire para continuar con las mayúsculas.
De paso el músico, pobre (o no tanto), intentando sobrevivir a costa de sus manos. Beso.
Fackel, este post me ha encantado, veo que te estás centrando en esta temática. Me siento identificada, muchísimo, me pasa igual. Me detengo en las paredes y pienso, pienso, asumo ciertas cosas como señales, no para mí, simplemente señales. Esto es algo que siempre hago:
ResponderEliminar"si voy solo me demoro un buen rato y si llevo una pocket hago el numerito de fotografiar el mensaje (la gente me mira como un tipo raro o se pensarán que llevo la chapa de secreta en el bolsillo)"
Un saludo.
Querido Fackel:
ResponderEliminaryo tengo fe, en ti
y me cago en Dios
así de simple
/un abrazo
Fackel, leo con sumo interés y deleite tus dos últimas entradas de grafittis. La del gato, en mi opinión, la recreas magistralmente, la dotas, la insuflas; tanto es así, que la he contemplado largos ratos, maravillada por el color, la textura,y lo que induces con tus palabras a ver, a ovillar y a desovillar; tantas cosas me hiciste pensar que no sabía por donde empezar, y no puse nada. Sin embargo en esta de "las mayúsculas", disiento totalmente y sí se me hace concreto un aspecto: ¿cómo que el músico es un advenedizo? ¿qué sería de ese grafismo "llameante" sin el músico que nos mira sentado ante su caja de cartón?. Es él, en mi opinión, el que pone manos a la frase que no pasaría de ser una de tantas facilonas de "autoayuda", él se pone "manos a la obra"; intuyo que la hace suya, quizás la escribió, pero si no, de cualquier modo se la apropia y la reivindica: "por eso estoy aquí sentado, lejos de mi país, sólo quiero tocar mi acordeón, y con las monedas que quieran dejarme en la caja de cartón,subsistiré para volver cada mañana a este mismo sitio mientras no pierda la fe, en mí".
ResponderEliminarabrazo
k
Emejota, tu interpretación, cargada de humor e ironía, bien podría haberla firmado yo también. Me divierte y no andas descaminada.
ResponderEliminarBuen día. Sí, parecerá bobada, pero a veces me quedo con los detalles más nimios, un acento en forma de llama, que seguro que el grafitero ni se lo ha planteado...¡qué complejo y a la carta es el mundo de las interpretaciones! Sin ir más lejos, ayer Sarkozy vuelve corriendo a París, los siniestros inversores y especuladores en la sombra lo interpretan como que va a tomar ciertas medidas y cae la bolsa francesa en picado. ¿Ves? Hay quien interpreta más desagradablemente las cosas.
Feliz día de luz.
Susa. Bienvenida al club de los perseguidores de pintadas, de los que escudriñan los encalados de las fachadas, de los que leen entre las letras, de los que se recrean en un dibujo...si es por eso, tengo montones de fotografías de muros, algunos grafitis desaparecieron. Muchos tienen un valor artístico inmenso, otros meramente expresivo, otrs mejor que no los hubieran hecho.
ResponderEliminarNo es cosa de sacarlos en el blog, pero de vez en cuando pondré alguno, según me dé.
Gracias por entender mi visión.
Stalker. Tener fe en mí...uf. ¿Y si soy un mesías no revelado aún o un caudillo oculto o un visionario en potencia...y te llevo al precipicio?
ResponderEliminarMe gusta tu rabia, pero no te envenenes hasta un punto sin retorno.
Un abrazo, company.
Karmen, qué bueno. Gracias por seguirme. NO puedo quitarte razones. Todo lo que expones podría ser. Otra versión, otra lectura. Sí, advenedizo es, y no es ninguna descalificación. Advenedizo del marco concreto, que no del mundo y de la huída. Y te revelaré algo: tengo otra foto con la pintada solamente. Puse ésta porque precisamente el hombre del acordeón, al que deseé personalmente salud y fuerza y aporté para su tribu, ponía una guinda. La guinda. Me encanta que entres al trapo con una interpretación centrada en esa guinda. Yo no quise hacerlo, pero tú complementas -como los demás- una orientación interpretativa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Comentario adicional. Desde donde saqué la foto, es decir, enfrente del hombre, había un portalón abierto con un mostrador de chiringuito donde se vendían camisetas, obleas grandotas, dulces, gorras, pulseras rosario, chorizo de La Alberca, vino (no sé si del lugar o de misa)...Era un puesto de algún ente católico -le llaman espacio de acogida, a los suyos, claro- que estos días andan como locos con sus merchandinsing por la visita de su number one. Ya sabéis, el enviado del Dios en la Tierra (no sé a quién tendrá colocado el Dios en otros planetas)
ResponderEliminarA que con esta nueva información, ¿la visión de la pintada puede ir por o contra otras direcciones? No lo sé, ciertamente. Ni quita valor a los coments anteriores.
Que muro tan libertario; para cambiar las cosas el individuo sólo puede confiar en sí mismo. Exacto, como bien dices, buena lección de autoestima, que falta nos hace.
ResponderEliminarSAlud!
Ataúlfa. Yo también me quedo con ese ángulo. Pero confiar en sí mismo no significa estar solo ni pretender cambiar las cosas solo. Hay muchas travesías del desierto personales, incluso la vida es una inmensa y prolongada travesía por el desierto o por el océano cual Odiseos.
ResponderEliminarEsa pintada es un colocar al Hombre con los pies en la tierra, mostrarle el error de su dejación personal manos de otros hombres y poderes. Es un centrar al Hombre en su vuelta a empezar. Es derribarlo de las presunciones, los aires de grandeza, las aspiraciones que le descalifican.
No es manual de autoayuda. Es un mero punto de reflexión para la inflexión personal. Con la fe en uno, con creer cada uno en sí mismo, se avanzaría en la independencia y en la libertad. Y en el camino nos encontraríamos.
Sólo atravesando esos desiertos individuales puede salir el hombre renovado e individual. ¿Qué han hecho los colectivos? Poca cosa, siempre es un eterno retorno a lo mismo, hacia lo mismo. ¿Para cuándo el cambio de verdad? Esta pintada podría ser un punto de partida. Pero el miedo, ah, ése es demasiado peligroso-
ResponderEliminarAta. ¿De verdad crees que la colectividad no ha hecho progresos? Lo colectivo es reflejo de lo individual. Brilla si el hombre lo hace. No sé si es el miedo o la necesidad de seguridad que todo indivudo y colectivo exigen en cualquier tiempo histórico lo que realmente se manifiesta.
ResponderEliminarEl problema de "la colectividad" es que ha hecho progresos transitorios. En algún momento se une, pero se olvida rápidamente. Creo que no es tanto un reflejo de lo individual como una distorsión, un paréntesis. Es más, no lo critico en sí, sino en la versión que conocemos. Sólo si el individuo ha hecho un cambio de sí es posible una colectividad sana.
ResponderEliminarLa colectividad está ahí. Hay ciclos en que su comportamiento nos hace retroceder. Otros en los que se pone de parte del avance. Pero coincido contigo en la necesidad de que el individuo se sienta responsable, personalizado, libre de ataduras y de enajenaciones. Es pedir tanto...ya lo sé.
ResponderEliminarGracias por tus elementos siempre incisivos, Ataúlfa, gracias.
El músico para mí es la clave de lo escrito. Hubiera pensando que él mismo lo escribió y acto seguido dió fe a su verbo.
ResponderEliminarTengo fe en mí -Dijo el músico; y tú en qué crees?
Reconozco que a mí lo que me inquieta verdaderamente es por qué os da tantísima bronca que la gente crea en algo. Una cosa es no compartirlo, (y a quien no le guste el pimiento pues que no coma, oiga, problema solucionado). Pero otra cosa es ese ataque constante a quien lo hace. No me gusta la agresividad, ni siquiera en la palabra. Tampoco creo en quien grita paz mientras ataca a otro.
ResponderEliminarInuk. Y si hubiera puesto sólo la foto de la pintada, que la tengo también, sin músico, ¿qué opinarías?
ResponderEliminarPero tu versión, y acaso las que yo haga, podría ser también. Pero ves, proyectamos lo que nos gustaría que fuese. Buscamos las metáforas, las invenciones, las prolongaciones de nuestros deseos o búsquedas.
¿Lo real en este caso? Probablemente que el músico busca la pela y punto, y está en su derecho. ¿Fe? Sí, en la supervivencia, podría acaso contestar.
Sobre tu post inquisitivo, Inuk, tengo mi punto de vista y a ver si otros responden.
ResponderEliminarA mí, no me da bronca alguna que la gente crea, piense, imagine. Lo que me perturba es que traten de imponer sus creencias, sus pensamientos y sus imaginaciones o devaneos. Que algunos traten de utilizar bienes, recursos, poderes, etc. que son de todos para sus particulares maneras de pensar.
No me gusta agresividad alguna, y te podría decir que muchas veces he llamado la atención o corregido a algunos que creía que estaban en mi onda por proferir palabras inapropiadas o excesivas o mal planteadas. Pero de la misma manera temo y abomino de otras formas de agresividad: la presuntuosidad de ciertas castas y entes, sus dobles morales, sus silencios para unas cosas y sus gritos cuando desean más prebendas...Este tipo de agresividad de guante blanco unas veces, de influencia social y política otras (y no quiero recurrir a ejemplos del pasado) son francamente nocivas para la convivencia. Hay quien tira la piedra y esconde la mano: otra forma de agresividad.
En fin.
Mi querido amigo, si hubieras puesto la foto de la pintada sin el músico habría pensado que me asalta el destino para decirme algo; algo que necesito recordarme casi continuamente. Habría pensado que tiene razón el que lo pinto y que a veces me dan ganas de gritarlo así en las paredes en blanco; habría pensado que los blogs tienen eco como en las cuevas, o en los ricos; que tiene razón y que es verdad que todo obedece a la causalidad y que esa causalidad me busca para decirme una y otra vez que he de tener fe, fe en mí (con esa fantástica coma en medio).
ResponderEliminarQue la fe empieza por uno.
Lo real está en lo que uno sienta y perciba y no tanto en la realidad objetiva. Acaso los colores de Franz Marc...
A veces lo real no es más que el fondo de un pozo donde el agua se mueve y no nos deja ver la luna reflejada.
Un beso
(Con respecto a mi post no era inquisitivo, sino verdadera curiosidad. Yo creo que la gente lo que hace no es convencer, es cierto que lo intentaron durante mucho tiempo y cómo! pero creo que el caso de hoy en día o de estas jornadas no es ese, es sencillamente manifestar algo. Y me gusta que la gente se sienta libre tanto para ir al love parade como para ir a ver al papa o a quien quieran. )
En las cuevas o en los riscos ( se me olvidó la "S") :))
ResponderEliminarInuk, cuestión de percepciones sobre lo que acontece y nos acontece en la vida. Yo, por ejemplo, siempre he creído más en la casualidad (azar) como expresión de una relación entre causas y efectos que con frecuencia nos desbordan y otra veces vemos venir, pero también nos superan. Naturalmente que la percepción personal es real, pero no lo único real, como son reales los sueños aunque sean sueños, como son reales la barbarie y la miseria aunque no nos toquen.
ResponderEliminarPero ea, de acuerdo con esa frase "A veces lo real no es más que el fondo de un pozo donde el agua se mueve y no nos deja ver la luna reflejada." Metáfora de la vida cotidiana, probablemente. Sí, tal vez Franz Marc nos salve...