martes, 8 de febrero de 2011
Mi ojo / 18
No llegan buenas noticias de las hazañas de nuestras tropas. Pero ¿qué digo? ¿Por qué hablo así? Estoy hablando como hablan los del pueblo y las autoridades. ¿Desde cuándo me interesa esta guerra cruel de la que no cabe esperar ya sino miserias? Nuestras tropas…los hombres que las componen sí son nuestros hombres, pero las tropas…Mamá y yo hemos hablado bastante sobre este asunto. Es una manera de sentirnos más seguras. Por otra parte, ¿qué otra cosa podemos hacer, sino hablar y esperar? Y esperar, ¿qué? ¿El retorno de papá, si es que vive? ¿Juntarnos toda la familia de nuevo?
No acabas de acostumbrarte del todo. Llevamos años desde la invasión en el continente, y mi madre lo ha sufrido más que yo. Ha tenido que digerir de mala manera y durante largo tiempo algo que se nos ha obligado a aceptar. Mamá se pregunta hasta qué punto la guerra se nos impone. O si bien es que la gente lo acepta ciegamente. ¿Qué creían nuestros paisanos que era una guerra?, me dice con frecuencia. ¿Cómo han podido empeñarse en un sacrificio propio y ajeno justificándolo en el culto a una persona que de divina no tiene más que el nombre?
Hay más gente que tiene dudas, más gente que piensa de modo semejante a mamá. Pero rehúyen hablar del asunto en público. Mamá siempre ha hecho lo posible porque yo tuviera claro lo que estaba pasando. Ni siquiera cuando se fue papá tuvo un gesto patriótico, ni se puso del lado de los que le llevaban. Lloró de rabia. De rabia de quedarnos sin papá y de que se rompiera nuestra familia. De rabia porque no era una causa justa. Nunca es justo que entreguen a hombres y mujeres a invasiones, donde perjudican a otros y donde solamente se recoge sufrimiento, eso dice. Y eso me lo dice solamente a mí. Me ha repetido hasta la saciedad que sea prudente, que nuestras conversaciones son nuestras únicamente. Y bien aprendida tengo la lección.
Ella tiene una manera de pensar muy arriesgada. De sus tiempos juveniles le viene una rebeldía que sabe controlar, pero de la que no se ha librado. Ni ha querido. Si no piensas, suele comentarme, si no tienes ideas por ti misma, ¿a qué puedes aspirar? Y sin embargo, poco se puede hacer, sino aguantar. Esta soledad nuestra nos aplana. Nos une pero nos duele.
Corre brisa nocturna. Voy a correr la puerta.
(Fotografía de Yamasaki Ko-ji)
He venido, Fackel, a ponerme al día. De momento imprimo la serie completa y me dispongo a sentarme, café en mano, a leer, y es un gustazo, te informo que es un gustazo. Te haré mi comentario cuando me ponga al día. Un saludo.
ResponderEliminarBuen retorno, Susan. No te agobies mucho con estos textos.
ResponderEliminarSaludos.