Parece una autopista llena de coches...Pero es un muro. La autopista llena de coches también lo es: algo que impide avanzar, que congela el movimiento. Delimita espacios: dentro y fuera. Sitúa y separa. Lo hacen los hombres marcando espacios, para sentirse seguros en un lugar. Pero el tiempo es nuestro espacio verdadero, tiempo que se escapa, sin que valgan muros.
Esto ya me descoloca, amigo. No sé si sigue siendo también una televisión o se trata de la visión del resto del mundo. ¿La pared del mito viejo platónico de la caverna se ha quedado en un muro de ladrillo?
Eso sería que al final resultaría bastante opaco el reflejo de nuestras vidas. Y tú eres demasiado vitalista como para creer en ello o no?
Ya que lo dices, Portinari, te lo revelo: a veces me da por llevarme a casa un ladrillo de una casa vieja en demolición. Y te juro que pesan lo suyo. Pero me encanta su tactilidad. Ya ves.
Por cierto, ¿sabes que hace tiempo se usaban los ladrillos para calentar las camas en invierno? Pregunta, pregunta a tus abuelos.
Vetusta solidez
ResponderEliminaraparejo inocente.
Sencillo ladrillo
sustentas un techo.
Tronco de árbol protector
cobijas mil vidas.
Nido de pájaros humanos
cálido
tosco
fiel
Parece una autopista llena de coches...Pero es un muro. La autopista llena de coches también lo es: algo que impide avanzar, que congela el movimiento. Delimita espacios: dentro y fuera. Sitúa y separa. Lo hacen los hombres marcando espacios, para sentirse seguros en un lugar. Pero el tiempo es nuestro espacio verdadero, tiempo que se escapa, sin que valgan muros.
ResponderEliminarLo contrario a una ventana.
ResponderEliminarPero tambien, donde ésta se sustenta.
Salud, hermano constructor.
Tear up the wall decía Pink Floyd (algo así como "hacer pedazos el muro")
ResponderEliminarA mí me gustan a veces los ladrillos.
Esto ya me descoloca, amigo. No sé si sigue siendo también una televisión o se trata de la visión del resto del mundo. ¿La pared del mito viejo platónico de la caverna se ha quedado en un muro de ladrillo?
ResponderEliminarEso sería que al final resultaría bastante opaco el reflejo de nuestras vidas. Y tú eres demasiado vitalista como para creer en ello o no?
¿El muro de la percepción?.
ResponderEliminarLagave, cuánta sugerencia. Hasta del ladrillo surge el alma poética. Me alegro. Gracias por el estímulo.
ResponderEliminarBuena noche.
Pues sí, Pachi, la semejanza que señalas es bárbara. Se admite la imagen.
ResponderEliminarLa ventana, el vano. La pared, la opacidad. Aquí domina lo opaco, obviamente. Tu relación entre los elementos es deseable.
ResponderEliminarBuena noche.
Ya que lo dices, Portinari, te lo revelo: a veces me da por llevarme a casa un ladrillo de una casa vieja en demolición. Y te juro que pesan lo suyo. Pero me encanta su tactilidad. Ya ves.
ResponderEliminarPor cierto, ¿sabes que hace tiempo se usaban los ladrillos para calentar las camas en invierno? Pregunta, pregunta a tus abuelos.
Juanjo, no vas descaminado. Y mi vitalismo que dices no está exento de los bofetones y el viento.
ResponderEliminarSalud, protégete.
Tula. Siempre es un muro de percepción. Pero no tengo intención de que sea ningún muro de lamentaciones.
ResponderEliminarAgudísimo tú.