jueves, 7 de enero de 2010
El atacante
Aquella fuerza que el resistente debe aguantar no la ve pero la siente, y la fuerza que se pone en marcha al otro lado tampoco sabe quién va a pararla, pero quien empuja se desangra en el esfuerzo, sin saber quién y cómo están oponiendo paralización a su acción agresiva, mas la fuerza es materia única, todos son cuerpos, un cuerpo es una piedra, una piedra es un cuerpo, un cuerpo es un metal pesado, círculo de formas y de sustancias que se alean tratando de obtener un cuerpo superior, pero siempre permaneciendo elemento, intentando obtener una fuerza mayor que la de antes, pero siempre aferrándose a su fundamento, y una materia se puede tocar en estado primigenio, o bien puede combinarse con otras espontáneamente, o bien una materia es forjada por manos, o bien es alterada por inteligencias, o bien es utilizada intencionadamente por voluntades, ay esa poderosa mano de la materia, la mano decisiva como base de la inteligencia, sin la cual la mente de los hombres no hubiera operado cambios, y en esa identificación tenaz con la materia el atacante pierde la noción de especie, y el atacante se transforma en lanza y proyecta su violencia hacia la otra parte, el atacante es la exclamación de la materia, y se dirige hacia lo opuesto, y en algún lugar invisible del recorrido se encontrará con la exclamación de la sustancia del hombre que resiste, y no es que la fuerza desarrollada por el atacante sea superior o inferior a la que ejercita el resistente para parar la energía en desplazamiento, pero habrá algún punto, algún factor imprevisto, alguna pérdida de energía, alguna lasitud de uno de ellos que propiciará la derrota del otro, y esa fuerza que resulta que no es diferente, porque distinta es sólo la posición en que se fija al terreno, la defensa o el apoyo sobre el territorio, esa fuerza que se manifiesta desde cuerpos idénticos, pero ubicados en espacios alternos, no tiene un rostro definido, y el resistente de hoy puede ser el atacante de mañana, y a la inversa, el que aprieta en este instante amanecerá otro día presionado, y esto acontece en la dimensión de ti, percibes con frecuencia que dos enemigos combaten dentro de tu ser, y uno mismo se siente en pugna con su materia más íntima, donde se golpea y a la vez detiene sus propios golpes, donde trata de forzar sin que la otra parte de sí mismo le conceda la rendición,
(Escultura de Pedro Monje)
La agonía de este vivir nuestro, Fackel. Hasta que el cuerpo y la mente aguanten. Y los asaltos son tan rápidos y los descansos tan cortos que no hay tiempo siquiera para restañarse las heridas.
ResponderEliminarBuscarás una imagen de paz, de calma y sosiego, por favor?
Sólo por recordar que existen...
Me ha gustado conocer al atacante, sí. Mucho.
ResponderEliminarY, después de ver ese empeño, por ambos "Yos", me pido un regalo de post Reyes: ¡ser gorrión!
Bonitos sueños, Fackel.
¡¡Oh !!
ResponderEliminarMe he sorprendido.
Tiendo a ver las cosas de forma muy sencilla.
Uno ataca, otro resiste y entre el uno y el otro brota la fuerza, la energía; el agua como fuente de vida.
lagave ¿mirando el agua que brota entre los dos no ves la calma, la paz y el sosiego?
buenos días muy fríos
No, Aquí. No la veo. Me sobran los dos "tensionados". Yo no hubiera puesto una fuente entre ellos. Y en el caso de ponerla, no habría sido así.Haría falta algo más rotundo, menos convencional.
ResponderEliminarEsa fuente, sola, sí sería calmante. Con ellos, me dan ganas de ayudarles a empujar, ya ves. Y no estoy yo para tal desgaste de energía...
Son formas diferente de ver la vida.
ResponderEliminarSaludos
Lagave. Agonía sólo significa lucha. Cotidianidad. No es la proximidad del fin, ni la merma del límite, ni el apagarse. Sólo lucha. Veámoslo así. Pero tienes razón, no podría quitártela, en lo que dices con esa claridad.
ResponderEliminarComo digo en el post último, yo también necesitba hoy otro aire. Una voz, una música. ¿Te sirve como imagen de paz, calma y sosiego? A mi sí, y eso que cuando escucho esta canción mi cuerpo no para.
Calmas noches.
Sagardiana, eres feroz o felizmente irónica. Seguro que consigues ser gorriona. Yo tampoco quiero ser estatua de bronce ni de piedra ni de sal. Me prefiero fieramente humano.
ResponderEliminarBuena nocturnidad, pues.
Aquí, probablemente la visión/ versión del artífice de la obra vaya por donde tú dices. Intentaré corroborarlo. El agua es el motivo, pero no olvides las piedras...
ResponderEliminarLagave, claro que tu punto de vista puede ser como dices, pero el organismo municipal que encargó la obra quería una fuente para llenar un trozo de plaza. Y teniendo en cuenta el escaso espacio y que no se podía hacer algo elevado por el volumen de los edificios circundantes, la solución da resultado, a mi modo de ver.
ResponderEliminarMe voy a pensar lo de los dos tensionados sin la fuente...Uf, me cuesta, entonces sí que sería un monumento al enfrentamiento abierto. Y a la gente le gustan las metáforas y las alegorías, incluso en forma de fuente.
Descansa.
La Luna, bienvenida a este azaroso blog (porque funciona a golpe de azar)
ResponderEliminarLa sencillez de tu frase es contundente. Y eso es lo maravilloso: que haya formas diferentes de ver la vida, y de expresarlo. Aunque uno echa en falta a veces el entendimiento, que es el esfuerzo complementario, la contrapartida.
Gracias y pasa cuando quieras.