Saurio
Como la palabra, se revuelve.
Busca la luz que la alimente
pero que no la ciegue.
Huye de los ruidos imprevistos y de los ecos
que no reconoce.
Le espantan las voces infelices. Escapa
de los pasos atropellados.
Se refugia para sobrevivir a los tiempos
de fría incomprensión.
Hiberna para rehacerse de nuevo, como las palabras.
No estamos tan alejados de los saurios...nos hermana el instinto de supervivencia y la búsqueda del bienestar.
ResponderEliminarAmante de la luz de las farolas; de las ventanas abiertas en verano.
ResponderEliminarLa sagardiana, saurio solitario, acude al brillo de las bombillas y busca entre las mariposas nocturnas, alguna que, distraída, la sustente.
Cuando se cierra la veda, se retira a los armarios, a las tejas del tejado, a la sombra de las mañanas frescas.
Puede ser que pasados los hielos, busques entre las ropas, un jersey de primavera...y sorpresa!
Al igual que las polillas, haya bordado en un mullido enredón de lana, un sueño desconocido,con unos palmos de labor de punto...vaya!
¡Es la vida, amiga!...nos diría; si pudiese hablarnos.
(Gracias por este post, amigo)
Probablemente, Rat. Aunque no sé si siempre los saurios y nosotros caminamos por los mismos escondrijos.
ResponderEliminarVaya, Sagardiana. Vasta cultura la tuya. La cultura que se toca. Qué poco sé, coño. ¿Dónde se da esa especie?
ResponderEliminarGracias por pasar por aquí.
¿Donde se da esa especie?
ResponderEliminarMmm...Por todos lados, creo.
Un placer visitarte.
Salud, hermano.