lunes, 2 de noviembre de 2009

José Guadalupe Posada, oficio de burlón


Con los muertos pasa como con todo lo inexistente. Se hace de ellos un icono cuya correspondencia real con la vida es relativa, ficticia e interesada. Se les rehabilita en el imaginario popular para paliar esa conciencia de culpabilidad cristiana que aparece por doquier en las sociedades tradicionales de Occidente. Son, por lo tanto, cómodos. Se les encierra en el templo de un culto anual que es más administrativo que sentido. Se puede hablar en su nombre, se puede despotricar de ellos, se les puede ensalzar. De manera inmediata no van a decir jamás nada. Otra cosa es cómo lo que significaron los vivos que ya no existen, y sobre todo sus obras, sigue cruzándose en las mentes de cada individuo que estuvo vinculado a ellos. En ese sentido podría decirse que los muertos tienen una larga mano. La que quieran los vivos que tengan.


Los muertos son objeto de fácil manipulación. Los humanos que les han sobrevivido pueden ignorarlos o traerlos a una presencia efímera e irreal para justificar una herencia, para actualizar un mensaje, para extorsionar con su recuerdo cualquier clase de interés. No se les resucita, salvo que por resurrección sólo se entienda la correspondiente metáfora. Los muertos constituyen en todas las sociedades una fenomenal coartada. ¿Para qué? Para exorcizar el miedo de los vivos, tal vez. Para mantener un vínculo con el pasado. Para meditar sobre el aprendizaje. Para creer en la cadena de una continuidad de la especie. Para fingir una eternidad cuyos límites son obvios.




Las ceremonias son también féretros del olvido. Se han montado siempre espectáculos, rituales, monumentos incluso. Podrían ser sencillamente motivos de reflexión sobre la condición humana. Pero las religiones interfieren y enajenan incluso los hechos más profundos. Si nacer es accidental, morir es la correspondencia de la propia biología. Son las circunstancias de cómo acontece el fin lo discutible, no la muerte en sí misma. ¿La memoria? Eso es otra cosa. No la dejemos a merced del culto religioso. Es más sagrada que eso. O acaso es más salvable. La memoria sirve para mantener la honestidad de nuestro pensamiento. Es el tesauro de los significados. Emociones, afectos, conocimiento, disfrutes y adversidades se acumulan dándonos sentido.



En todas las sociedades a los muertos se les dota de representaciones antropomorfas. Puesto que alguna vez fueron animales humanos se hace del esqueleto un ser movible y en constante actividad humana. El mejicano José Guadalupe Posada los convertía en unos eternos humanos. ¿O acaso convertía a los humanos pretenciosos, pendencieros, codiciosos, pudientes o viles en su más allá en vida? José Guadalupe Posada practicaba la ironía, la sátira y la risa compartida con sus paisanos. ¿Culto a la muerte? Guiño a la muerte, diría yo. Con sus dibujos sentenciaba a los vivos pero los proyectaba a un más allá con sus apariencias y deshonestidades, con sus defectos y vicios, con sus pasiones y violencias, con sus supersticiones y sus ignorancias. Posada burlaba la inexistencia. Los personajes de todas las clases sociales pasaron por las plumillas del dibujante, litógrafo y grabador. Con su impronta demoledora e irónica hace de los personajes calavera, y en general de todos los que reflejó en montones de hojas volantes y periódicos, unos tipos entrañables, risueños, dispuestos a proyectar la vida en la misma nada. Visualizar la obra de Posada es llenar de oxígeno de humor nuestras mentes. Tal vez la mejor arma, la menos sangrienta para desmitificar temores y la más curativa para paliar ansiedades.


2 comentarios:

  1. Miedo a los vivos o a que los vivos los hagan revivir.
    Muertos descansad en paz, si podéis.
    Vivos dejadnos en paz al resto.
    Salud y descanso a las ánimas
    (halloveen no pas)

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  2. ¿Tú crees que el Halloween no pasará? Un par de semanas antes de acabar octubre, o antes, en tiendas y grandes almacenes había nuevo género con referencia a esa fiesta estadounidense. Y en los bares de copas, ni te cuento.

    Business is...eso.

    Avanti, aunque no sepamos a dónde.

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