lunes, 19 de octubre de 2009

Los cuervos atacan de nuevo


«Je ne suis pas d’accord avec vous, mais je me battrai pour que vous puissiez continuer à vous exprimer»

Voltaire.


En este país donde anida aún tanto fanático y trasnochado, y siguiendo su inveterada costumbre evangélica de veinte siglos que consiste en tirar la piedra y esconder la mano (menos para recibir la financiación del Estado laico), los cuervos volvieron a sacar a sus bandadas a la calle. Y lo hacen tan bien...observando escrupulosamente las leyes de la política mundana, permaneciendo como generales observantes del avance de sus tropas desde la retaguardia. En sus obsesiones irredentas, y ante la imposibilidad de controlar de manera absoluta las sociedades, optan por hilar fino (que hay mucha competencia en el negocio, oigan: que si otras sectas, que si los musulmanes, que si los ateos orgánicos...) aunque el resultado sea grueso y grotesco. Pero ellos saben ladinamente que con su presión ya conseguirán algo. Acaso el fin no sea el manoseado tema del aborto, sino tratar de lograr del ejecutivo que no se les llegue a reducir el grifo de la financiación citada. Los caminos de la extorsión moral y pragmática son infinitos, qué les vamos a contar a ellos.

Obsérvese que bandadas y bandas sólo se diferencian en una sílaba. Ya en un tiempo las primeras se convirtieron en las segundas para acabar luego travistiéndose en el ejército del Señor, el cual les honró con la victoria. Esta leve reflexión puede trocarse en grave cuando uno contempla imágenes de cierto tipo de energúmenos que gritan contra todo: contra una ley interpretada como ellos quieren, contra todas las leyes de un gobierno laico, contra los que piensan o creen diferente a ellos, contra los que llegan de fuera, contra la democracia, contra la humanidad entera si llega el caso.

Para esta tribu de recalcitrantes que se deja manipular gustosamente y con aquiescencia por los cuervos listos de siempre (sí, esos que nadan y a la vez guardan su ropa, es decir sus hábitos) la sociedad entera vive sumida en el caos. El todo vale se ha instalado entre esas gentes que se benefician, a pesar de su actitud intolerante, de la tolerancia de una democracia (en eso coinciden con los del terror patriota que hablan el último residuo de la lengua ibera) Entre ese tipo de gente hay de todo: los que saben a lo que van, pudientes o no, que son los que han estado siempre ahí, que nunca han renegado de sus simpatías totalitarias y si pudieran su objetivo sería retornar a un Estado dictatorial. Hay aquellos para quienes su ideal de sociedad pasa por la teocracia, donde su fe debe dirigirlo todo y en ese sentido, como ellos serían incapaces de dirigir nada, necesitarían un gobierno que hiciere las cosas como Dios manda (este bloque podría conectar perfectamente con el anterior, de hecho la frontera no está clara) Hay otros a los que les gusta delegar en todo de sí mismos, aunque su condición social sea modesta o simplemente trabajadora, porque el miedo innato, la inseguridad cerril y la indecisión total les hace buscar el paraguas de una protección que, ay de ellos, puede volverse en su contra. Hay también los que van a protestar sin conocimiento de causa alguna, por ideas primarias, los tontos útiles que apuestan por caballos que piensan que volverán a ser ganadores, tal vez los más ignorantes (y no olvidemos que tras la ignorancia anida la maldad)

No parece importar a estas masas peligrosas (Canetti) que con su conducta la convivencia diaria se dañe, que la consolidación del sistema constitucional de un Estado corra el riesgo de quiebra, ni éste se impregne de descrédito ante otros países -qué patriotas ellos que presumen de ídem- por las acechanzas al que le someten, ni que la práctica civilizada entre ciudadanos sea el debate en los foros establecidos legalmente, ni que se hable con arreglo a la razón. Es importante tener claro qué hay de conceptual tras el comportamiento de estas masas aparentemente de orden, de su Orden, que se pasan la vida criticando a otros grupos sociales, a otras comunidades históricas, a los inmigrantes, a los ateos, a los que opinan de otra manera distinta, etc. Son los grandes descalificadores de la cultura y de la paz cuya actitud sería de poco alcance si no fuera por las manos negras que desde atrás agitan el panorama, ya sean desde los cuarteles de la religión o desde la burocracia de un partido de dudosa oposición democrática.

¿Dos Españas? A mi me heló el corazón una de ellas, y no quisiera que volviera a helarme otra vez la misma. Por lo demás, los fundamentalistas que salen a la calle muy bien dirigidos e instigados por las manos negras, tienen su derecho de expresión, obviamente. Hay que decirlo antes de que su victimismo hipócrita lo reclame, pues no faltaría más. Y con Voltaire, y en un canto al entendimiento, repetiría aquello de: “No estoy de acuerdo con sus opiniones, pero me batiría para que usted pudiera seguir expresando las suyas”. Fin del desahogo. Ah, y que me perdonen los cuervos, por haber usado su santo nombre en vano.

5 comentarios:

  1. Fackel.

    Dice el portavoz del Vaticano respecto a la corrupción, por parte de individuos del partido de la derecha española, en la visita del Papa a Valencia en 2006: "Por principio general, todas las cosas poco claras e incorrectas nos disgustan.Pueden suceder, porque son hechos administrativos, pero es un caso ciertamente feo. Los negocios sucios siempre son feos".

    Admirable el cuidado con las palabras, propios de los animales políticos, no precisamente de las almas puras. Pero obsérvese el doble rasero. La corrupción (y por lo que se ve en otras situaciones en que callan, cito también la pobreza, la injusticia, la opresión de la mujer, etc.) es un asunto que no les merece más que una consideración estética.

    Es obvio, que el propio personaje conceptual, al que dieron representación humana hace veinte siglos y le llamaron redentor, les llamaría a estos clérigos de nuevo "sepulcros blanqueados" y les repetiría aquello de "ay de los que escandalizaran, más les valiera que se pusiera una rueda de molino al cuello, etc."

    Bonita moral la de quienes predican moral para los demás pero no para sí mismos.

    Por lo demás,un abrazo resistente, que no dejo de pasar por aquí, pero uno no siempre tiene opinión. En este tema me has hecho saltar, bueno, no tú, sino los hechos.

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  2. Estimado Fackel:
    Me descubro ante usted y ante el comentario de Juanjo y les dedico mi trilogia de "sepulcros blanqueados".
    Pasen y vean.
    Saludos y respeto

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  3. Eh, Juanjo, qué bien saber de ti. Precisamente das en la clave de mi desasosiego. Es ese doble rasero lo que más me hiere de esa gente, que no es sólamente algo verbal e inocuo, sino que dispone de una larga mano para ir haciendo política por todas partes.

    Esa larga mano que durante siglos ha tratado de entrar sin permiso en las conciencias de los individuos. Y que lo han logrado tantas veces. Son inicuos, rezuman ansia de poder y de riqueza por todos sus poros. En nosotros está que no nos metan sus garras en las entrañas. Y en exigir al Estado español que ponga fin de una vez a la transferencia presupuestaria a los negocios de esa multinacional secular.

    Vuelve cuando desees, aquí sigue uno, con sus altibajos.

    Un abrazo.

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  4. Gracias, Aragonía, por tu apoyo.

    Desde luego, no tienen pérdida tus preciosas virtudes teologales, jaj.

    Se agradece tu humor un montón. A uno que, de por sí es tan severo en unas ocasiones, le encanta descojonarse en otras.

    Salud de octubre.

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