viernes, 2 de octubre de 2009

Bendito


Hay pies que parecen de algún buda, pero no lo son. O es que cualquiera está al alcance de ser uno de ellos, y yo pasé y probé. O simplemente había en aquel lugar un hombre con buril y mazo, empeñado en dar forma a una parte vital del cuerpo. La que permitió hace miles de años al hombre permanecer erecto y proseguir su curso de especie peculiar. Baltasar Lobo entendió muy bien el poder de una extremidad sagrada. La que cantaba el ciego poeta, confundido en las esquinas:

Cuánta callosidad y cuánta marcha
ensuciada
bendicen tus pies
sin los cuales tus manos

aún serían trepadoras.

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