sábado, 20 de junio de 2009

Dios como excusa


¿Qué otra cosa puede ser Dios, ese concepto ambiguo que igual sirve para un roto que un descosido en las tres religiones del Libro? Pues una sublime excusa. La excusa del poder de los clérigos y de las fuerzas que se adhieren a ellos. Tanto en el mundo cristiano como en el judío y en el musulmán, el Dios monoteísta es la coartada. Sólo les diferencia a los tres Dioses una etimología. Y después, sus matices. Ni siquiera hay una moral diferente. La moral es del mismo talante: reside en la fiscalización y ordenamiento de las conductas de los individuos, sin margen para su libertad personal ni para su realización. Los clérigos son históricamente los agentes de conducción, los vigilantes de las conciencias, los castradores de la creatividad. Una moral sólo matizada por los eventos de la historia, que pueden haberla flexibilizado más en unas zonas del mundo que en otras. Dios, además de pretexto, es sobre todo el dominio. En su nombre se azuza a que los hombres entren en guerra, a que los siervos no se liberen, a que la libertad sea un pecado, que el hombre no se construya nuevo.


Ciertamente, hay muchos más clérigos que los de las religiones del Libro. Las castas en el Egipto milenario pugnaban con el Faraón o se proveían de él. En las sociedades democráticas, hay clérigos laicos también, indudablemente. Pero al menos hay reglas del juego que permiten a los ciudadanos libres tratar de contenerlos.

Estas reflexiones radicales me vienen al magín mientras leo noticias de los últimos acontecimientos en Irán. Sucesos sobre los que nos iremos informando próximamente. La pugna entre dos conceptos de sociedad, la basada en la excusa teocrática y la fundamentada en el concepto de civilidad y de democracia modernas. Casi nada. Por supuesto, las ambiciones políticas y militares, las maneras de conducir por parte de los ayatolás del poder la economía y la política de un país de vasta y rica cultura como es Irán y la búsqueda a cualquier precio y arriesgadamente de un lugar en la hegemonía de la zona, son el mar de fondo de la gran coartada de Alá en aquella tierra.

En solidaridad con todos los que estos días luchan en Irán contra el golpe de estado totalitario de los ayatolás gobernantes, ejecutado a través de la falsificación de los resultados electorales y de un control férreo del ejército, invoco el poder del individuo y de su libertad, frente a lo tribal y religioso.

Dice el poeta persa Omar Jayyam:

Si es la naturaleza obra del hacedor,
¿por qué se permitió en ella excesos y defectos?
Si resultaba hermosa, ¿por qué, pues, destruirla?
Si hay rostros poco hermosos, ¿de quién será la culpa?

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