martes, 11 de diciembre de 2007

Fluctuantes



Siempre fluctuando entre dos orillas. Mirando el curso de una navegación ajena. Repartiendo el tiempo entre lo frondoso y lo caduco. ¿A dónde nos lleva ese puesto de oteadores de la vida? Creemos que el tránsito sólo discurre ante nuestros ojos, sin darnos cuenta de que los terrenos que pisamos son ciénagas. Creemos que la vista es la distancia, cuando formamos parte de ella. Creemos que la textura está en los objetos que nos rodean, cuando reside en nuestra calidez. ¿Por qué pensamos que la sustancia de la que estamos hechos moldeará un supuesto destino triunfante? Nuestros pies son de la materia del barro. Nuestra fronda es la apariencia. Nuestra altivez, un paisaje de boira. ¿Qué hay firme en nosotros sino los sueños? Nos hipnotizamos en el reflejo de lo que apenas logramos ser. ¿Qué nos atrae de las aguas sino su lámina calma? Palpamos la aparente seguridad de la superficie de la vida, a despecho de lo turbio que se mueve por debajo. ¿A dónde se dirige la corriente sin darnos tregua? Transcurrimos anodinos y abúlicos entre un calendario de fechas repetitivo. ¿Qué viento nos voltea sin esperar a que nos decidamos?

Recita la poeta portuguesa Sophia de Mello Breyner Andresen:

NUNCA más
Caminarás caminos naturales.

Nunca más te podrás sentir
Invulnerable, real y densa:
Para siempre está perdido
Lo que sobre todo buscaste
La plenitud de cada presencia.
Y será siempre el mismo sueño, la misma ausencia.

3 comentarios:

  1. Los sueños...firmes...Sí, es posible que sea lo único, cuando haces balance. Pero, al fin y al cabo, rara vez se materializan. Y si ocurre, no tendrán nada que ver con lo que fueron. Pero vivimos de sueños una vida que es un sueño y nos aferramos a ellos porque despertar es tan duro...
    Y así, me siento una hoja más...
    Y el viento, es tan caprichoso...
    Y hoy tengo un día tan tonto, que me hubiera merecido más la pena no haber despertado.

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  2. Pero...todos nos sentimos una hoja más, ¿no? Puede que sin embargo el sueño sea suponernos una hoja diferente. Y con esa idea nos dejamos fluctuar entre quimeras o nos dejamos transportar por el capricho del viento...(Un día tonto no carece necesariamente de encanto, siempre que uno no se deje sucumbir en él. Como decía Antonio Machado:

    "Por cada vez que me acuerdo
    que me tengo que morir
    tiendo una manta en el suelo
    y no me harto de dormir"

    Parecen versos tontos, pero si se piensa dos veces no oculta la utilidad del intento propuesto. A mi me ha dado resultado más de una vez el remedio casero)

    Buenas noches -menos tontas, espero- Lagave; y gracias.

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  3. "¿qué hay firme en nosotros, sino los sueños?"
    Conmovedoramente real.

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