martes, 5 de junio de 2007

País de clérigos


Éste es un país de clérigos. Es un mal secular y heredado. Quien o más o quien menos pontifica. Quien menos o más promete la redención. Cuando no establece rituales, inicia liturgias o imparte sacramentos. El campo de actuación es la amplia y diversa sociedad civil. Pero los viejos y nuevos clérigos no la reconocen si no es para obtener su rendimiento particular. Para unos clericales, vistan sotana simulada o capelo o traje y corbata o polo con cuello de banderita española, las urnas no son garantía. Son un simple y a veces mal trago. Ni siquiera cuando confían en que se vacíen a su favor creen en ellas. Sus verdaderas urnas siguen siendo sus influencias, sus caciquismos, sus clientelismos, sus repartos de poder. Sus negocios, en suma. Los clérigos jamás han tenido fe en la civilidad independiente y laica. Ni confían en las relaciones sociales donde las reglas del juego y el juego mismo se pacta cada día. Ni admiten los cambios por muy asumidos y condescendidos que estén. Para otros clericales, ocupen escaños municipales forzados o se congreguen en banda armada, la política de los demás siempre es la equivocada. Ellos están ungidos por el Señor del Gran Estado Pendiente de Ser Parido y desprecian la convivencia, el diálogo y la vida. A mi me da la impresión de que existe un trastorno de bipolaridad en la sociedad española, donde esos tirios ultras y esos troyanos fundamentalistas, o viceversa, se necesitan mutuamente para existir. En el fondo son así. Tratan de autoafirmarse y pervivir clericalizando a la sociedad española, porque lo suyo no es dejarse cuestionar ni poner en debate sus ideas y creencias. Lo suyo es tratar de seguir imponiéndolas, con sus formas demagógicas y con los mecanismos que el Estado de todos les puede poner en sus manos si unas elecciones generales se lo concede. ¿Temo más a estos tipos de clérigos o a la tercera clase de clerecía? Esa tercera clase sería esa población conformista, anodina, cobarde, malamente letrada, autista, desganada para ejercitar la capacidad de pensamiento, vaga y temerosa para hablar con el prójimo, cada vez menos ética, cada vez más egoísta y que se aferra a sus limitados logros como gato panza arriba, que delega su primogenitura de ciudadanía libre que contiene un hondo poder democrático, si se supiera hacer valer a sí misma, en los vendedores de feria que no la van a tener en cuenta una vez le hayan pillado su voto. Esta clerecía que desgraciadamente se cuenta por millones, y que conforma una de las dos seculares Españas, no es que me deje helado el corazón. Es que me lo salpica de profundo asco. No vale ya echar la culpa a los políticos, ni a esa otra casta de acólitos de vía estrecha que se tienen por periodistas, pero que no son sino ordinarios charlatanes y desfiguradores de las verdades concretas. O ese sector de la ciudadanía cambia y deja de entregarse a los ratoneros, o aquí no se salva ni Dios.



PD. Mucho me temo, pero tras la ruptura del altoelfuego de la banda etarra, creo que los viejos clérigos van a encontrarse en el camino de los españoles, bajo la forma cínica del principal partido de la derecha y bajo el disfraz de encapuchados armados de los defensores de causas irredentas. No me gustan ni unos ni otros mesías. Que se citen en el desierto y se echen un duelo cara a cara, como en las películas del Oeste. Pero que no utilicen ni unos ni otros a los ciudadanos como rehenes de sus predicaciones. Por lo demás, disculpen si el tono aparenta pesimismo y exageración. Pero ¿no es verdad que algo huele a podrido en nuestra Dinamarca?

2 comentarios:

  1. Ciertamente, país clerical éste. Aunque no tengo claro si todo es lo que parece. No sé muy bien dónde está con claridad el nivel cultural de los españoles. ¿Soterrado? ¿Aplazado por la mentalidad desaforada del consumo? ¿Alineado en ancestrales anclajes? Pero... ¿de qué hablamos? ¿No han tomado ya el relevo varias generaciones? ¿O las nuevas viven sólo pendientes del pan y circo? No sé, temo que todos generalizamos, Fackel. Comprendo tus rabietas y tus amarguras, pero francamente no te veo analista. Claro, que tampoco muchos de los que salen en televisión lo son. Aunque te aprecio en lo que de ciudadano común y con capacidad de enfocar temas críticamente tienes. Cierto que hay mucha mala milk por este mundo de politiquillos al uso. Y tanta envidia, tanto resquemor, tanta sed de revancha. ¿Son elementos patrimoniales de la vieja clase dirigente que con este Gobierno teme perder su turno? Desde ese punto de vista uno ansía una derecha como la francesa, por supuesto. Pero, ¿todo se reduce al espectro político? ¿Tiene la gente satisfechas sus necesidades o vive al día? Una brecha por donde profundizar sobre si el mundo español es un mundo feliz a pesar de tantos voceros. ¿O ya no existen, acaso, los trabajadores? Tantas preguntas. Tantos criterios a ordenar y no perder el rumbo.

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  2. Abrumador, Max (¿o Alex? El tema daría para largo. En efecto, no voy de analisis, al menos no en este blog. Como ya dice la coletilla que acompaña al blog, voy de resistente y de indignado, por llamarlo al estilo de Karl Klaus, que fue preciso pero prudente. A propósito de las foto que acompaño. Este tipo de personajilos que hacen sus negocios y tienen veleidades de clase dirigente...¿dónde estñan mejor representados? ¿Con sus máscaras clónicas o con su fealdad cotidiana? Y con lo de fealdad no me refiero necesariamente a sus expresiones físicas, si no a sus manifestaciones estéticas. Hay un feísmo entre los que copan los media y que copian a los que copan que da espanto.

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