martes, 15 de mayo de 2007

Inutilidad


Acaso saludar ya otro día sea paradójico, porque aún es de noche. Pensar en los quehaceres de las próximas horas está fuera de lugar, porque aún decide el sueño pendiente. Calcular la administración de los esfuerzos es cansino, el cuerpo aún no responde. Contemplar los paisajes es inútil, toda obscuridad es ciega. Agitar la conciencia de la ocupación de los tiempos resulta banal, nada es posible magnificar sino los ecos de lo transcurrido. Pretender una saliva de placer es inoperante, está seca. Ejercitar una oración de propuestas es absurdo, carencia de fe. Imposible mirar de cara la identidad reflejada en el espejo, demasiadas legañas impiden entreabrir los párpados. Mi ojo se troca en túnel, sólo ve paredes vertiginosas, asfixiantes. La lágrima sólo es una secuencia de tres sílabas, ácida. Extraña obsesión la de navegar en una quietud que no lleva a ninguna parte. Parálisis de sospechas, sopor. Renuncia a las opciones que deambulan tras las tinieblas, perdido arrebato. Las palabras se malogran, caída libre. Un día más se liquida como si nada, como un espectro de cristal. Sus brillos se apagan y su fervor se vuelve denso, reducido, disuelto en duda. Saludar otro día, un brindis de cenizas.

(Acompaña pintura de Max Ernst)

1 comentario:

  1. Qué tal, Fakel. A veces la escritura hermética es sumamente clara. Hay noches y visiones de las noches, ¿no? Un buen día.

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