viernes, 6 de abril de 2007

Geometría rota



Hay veces que creemos vivir en tantos planos.
Planos secantes y planos paralelos.
Planos que proyectan y planos que nos recogen.
Planos que nos hacen crecer y planos que nos empequeñecen.
Planos que nos ensalzan y planos que nos derriban.
Planos que restan y planos que multiplican.
Como si la eternidad no tuviera medida.
Como si las dimensiones se hubieran inventado para nuestra satisfacción exclusiva.
Como si el desgaste no se produjera y la materia que nos forma
y nos recrea juguetonamente
estuviera naciendo cada día.
No se sabe muy bien qué papel juega la noche
y la luz y nuestras inquietudes y nuestras soberbias
y nuestros quiebros y nuestra desolación
en esa crucería de experimentos e insensatez que poco a poco se va desvaneciendo.
Ni de qué manera el amanecer oculto del sol
o los atardeceres cargados de tormenta o las tinieblas que se nutren de estrellas
revientan los silencios para sentir que nos estremecemos
con la pesadilla del dolor.
Calladamente, con o sin aspavientos, se irán disolviendo las torpes
y engreídas líneas
sobre las que nos hemos erigido.
Los planos se reducirán a la única y primitiva expresión, la original.
Nos recogeremos en circunferencia cerrada
entre los dos puntos de las extremidades,
ya mermadas y lasas,
para protegernos de una fuerza desafecta.
(La fotografía acompañante es obra del artista soviético Alexander Rodtchenko)

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