miércoles, 4 de abril de 2007

España, por fin


¿Es la metaEspaña? ¿Es éste el territorio costumbrista e identitario a donde hemos llegado? ¿Para qué discutir más de política, de lo bueno y lo malo, de las trancas y barrancas? He aquí, pues, la suma de ideales, el acontecer de lo inmóvil, ¿Qué necesidad de banderas si cada uno encarnamos tan en cuerpo como en alma la idiosincrasia por excelencia, la de la apariencia y el postín? Unidos en la mística uniforme y simpática, queda visto y superado todo lo que haya detrás: la hipoteca llevada con penuria y dignidad, la excursión cotidiana a la jornada laboral, los chatos de mediodía, las cañas vespertinas, las huidas de puente, los naufragios conyugales, los insomnios. He aquí la estampa de lo seguro y lo recio: el marchamo de la masculinidad protectora y protegida (¿qué habrá bajo el capuchón de supuesta carne y hueso?) He aquí la advocación más entregada: la santa esposa de volantes y seguiriyas. He aquí el futuro ratificador de esencias y desavenencias: las nuevas generaciones de la alternancia sin player ni mp3. He aquí, el espíritu de San Francisco encarnado en esa metamorfosis del bulldog ¡y español!, nunca mejor dicho. ¿Lo más entrañable? El toque humanoide y caritativo con los objetos, representado en la silla colgada de la pared en la que se sientan con comodidad las macetas cual nalgas floridas. Tras tantos años de tránsito, globalización y obituarios varios, al fin España se ratifica en su propia chusma y poderío. Tanta fina tela de araña, que decía el poeta, para, al fin, ser la de siempre. La de los capullos. Que no se esfuerce ni se desasosiegue la derecha española. España sigue siendo una unidad, decena o centena de destino en lo primaveral.
(La fotografía de Antonio Iglesias nos brinda la imagen más íntima del Ruedo Ibérico)

2 comentarios:

  1. Divertido, haces Meta-España de la intra-España tradicional (= tópica), pero bien vale el humor, porque los tópicos de cada día, esos que acechan desde los bancos de la negada oposición parlamentaria, no deben ocultar el bosque, aunque con este país nunca se sabe. Me gustó la diversión.

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  2. Sí, en este país se confunde la realidad con la infra o subrrealidad. El Roto, por ejemplo, lleva radiografiando el país desde hace treinta años, y ese mundo mitad onírico mitad surrealista que expone es auténtico y con frecuencia nos deja mudos. Saludos, Zeleste.

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