jueves, 7 de diciembre de 2006

La marina




El salitre es azul. ¿Lo sabías? Pero cuando humedece tus labios es rosáceo, y cuando te sazona el cabello se vuelve pelirrojo. Aquella tarde te vestiste de turquesa y la seda de tu vestido se aireaba al compás del oleaje. ¿Por qué hiciste una diadema con tu cabellera? Contemplar la marina es una ceremonia, contestaste, y querías estar majestuosa para flotar en su viento. ¿Y el vertical acantilado de tu nuca? Su desnudez es mi consistencia, sugeriste. ¿Sabes que jamás había contemplado con esta luz tu cuello, desplegando los angulosos sedimentos que provocan el deslumbrante abismo de tu espalda? Rapa Nui queda al otro lado, y señalaste un punto imaginario, y las embarcaciones de totora pueden llegar en cualquier momento. ¿Por eso miras? Miro la partida de los héroes. ¿Tal vez ése es el impulso por el que se desliza lentamente el festón de los tirantes bocabajo de tus brazos? Me conmueve la audacia de los emprendedores. ¿Quieres recibir con la hojarasca de tu sonrisa a los osados marineros de las mil y una islas de los confines? Quiero celebrar el riesgo y escuchar el relato de sus dificultades, de sus pericias y de sus fracasos. Mientras oteabas la línea lejana e invisible que preñaba tus ojos con el oro del recuerdo, yo adivinaba el valle de tu dorso. Su claroscuro dependía de tu inmovilidad. Y tu firmeza de mi cercanía. Un péndulo midiendo el tiempo de la expectación: el pendiente se agitaba desde tu lóbulo como un testigo huérfano. La arena o las sirenas o los listrígones se habían empeñado en quedarse con el otro en un golpe de mano audaz sobre tu cuerpo. Seguiste impasible ante el despliegue de lluvia. Y pasó la jornada y transcurrieron las noches y se alternaron las mareas. Tú permaneciste a la espera de la llegada triunfal. Alguien, pero tú sobre todo, tenía que recibir a los esforzados viajeros que moraban dentro de ti.

2 comentarios:

  1. ¡me ha encantado el final!. Precioso

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  2. También tienes gracia tú para inmortalizar retratos de mujer, me ha encantado tu texto, y desde luego, la fotografía, es de una gran belleza!

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