Mira, Sandrine, lo que leo en un libro de autor portugués. "Aprovecha la vida mientras sea vida dentro de ti. Aprovecha tu cuerpo mientras seas tú quien vive en él". ¿No es estimulante el pensamiento? Sandrine se sirve más café y sujeta la taza con ambas manos para paliar los signos del invierno. No dice nada nuevo, objeta. Pero hay que decirlo, replico con énfasis. Hay que reconocerlo. Incluso tendríamos que repetírnoslo cada vez que algo nos aflija y perturbe. El cuerpo, o mejor la totalidad que bulle en él en cada individuo, hay que ponerlo a salvo no obstante las acometidas externas. Sandrine muestra una pizca de mirada irónica, la vuelca en palabras. No podría decir que no, Max. Ponerlo a salvo es afrontar y si es posible resolver aquello que nos zahiere, nos descoloca o incluso nos deja por los suelos. No es el invierno en sí, que no solo se trata de soportar el clima exterior del que hay que resguardarse, sino sobre todo plantar cara a los otros fríos. Los que proceden del hacer y deshacer de los hombres. Invierno debe ser, entonces, recogimiento. Consuela la propuesta de Sandrine, y la matizo. Pero entiendo, o quiero entender, que recogerse no quiere decir huir o abandonar. O entregarse a grotescas actividades que respondan a modas y ejercicios que condenan al individuo a un rol de consumidor. No me seas puro, me corta la mujer. A muchos les funciona cualquier cosa con tal de no perecer. Lo sé, digo. Pero aunque no perezcan de pronto, ¿no están cavando su entrega a largo plazo a los que saben manipular las mentes y por lo tanto las vidas para sus beneficios particulares? Sandrine me revuelve afectuosamente los cabellos. ¿A dónde vamos a llegar a estas horas con esta conversación, amigo mío? Es invierno, nosotros somos parte de él, debemos atendernos manteniendo fluida nuestra mente y encauzando nuestras emociones. Lo que dices, Sandrine, lo dice implíctamente el portugués: "Aprovecha tu cuerpo mientras estés dentro de él. Aprovecha mientras estás".
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Que todos los fríos te sean leves y encuentres siempre alguna brasa interior que poder atizar y despierte llamas que ofrezcan calidez.
ResponderEliminarHay fríos muy rigurosos, pero menos mal que uno tiene aún dónde calentarse. Muchas gracias por tu entrañable deseo.
EliminarEn relación con el texto, mis deseos para ti:
ResponderEliminarQue el invierno se quede siempre fuera de nuestros cuerpos, que nunca se nos congelen los buenos sentimientos, que disfrutemos estos días del reencuentro con familiares y amigos, que me da igual que los llamemos fiestas navideñas o mejor, en plan pagano, fiestas saturnales o Dies Natalis Solis Invicti, que mejor carpe diem que recogimiento religioso.
Hay que hacer reservas interiores y tirar de año en año, Cayetano. A cierta edad uno ya no puede engañarse en ningún plano e incluso debemos estar preparados para eventualidades cuyo alcance no controlaremos jamás. Revierto esos deseos de gratitud también en tu vida.
EliminarMe apunto a lo dicho más arriba, Ricard y Cayetano han argumentado con consecuencia, y la verdad, me agrada lo que han escrito.
ResponderEliminarCarpe diem, sin lugar a dudas.
Salut
Pues lo mismo que les respondo te respondo a ti. Algo más: que acaso no debemos tomarnos muy a pecho, y menos amargarnos, situaciones que no están a nuestro alcance dominar. Ese es mi gran deseo ahora mismo.
EliminarEl invierno no llega a todos por igual, mientras que el otoño se puede alargar por mucho tiempo. No dejes para mañana lo que puedas gozar hoy. A veces uno puede recogerse para luego expandirse.
ResponderEliminarSaludos.
El invierno de las edades por supuesto que no es el mismo para cada individuo. Como no lo es para las sociedades. Pero al paso que vamos el humano va a vivir en un otoño como poco o un invierno como mucho. Ojalá yerre. Salud para ti.
EliminarQue quede siempre encendida esa brasa que nos mantiene vivos en la cordura.
ResponderEliminarImportantísimo, Alfred. Empezando por la brasa biológica. Era la obsesión de mi padre, que llegó a 95. Vio la demencia senil de su madre y los problemas neurológicos de mi madre y vivió en un temor que afortunadamente no se cebó en él. Gracias a eso, primero, y gracias a un margen de evolución considerable y de adaptación a los tiempos la cordura fue su gran escudo. Un resistgente que jamás odió a nadie, y eso que le embarcaron durante mucho tiempo en la monstruosa guerra civil.
EliminarHola, Fackel, te leo y comparto esa sensación de recogimiento que impone el frío, aunque mi instinto de viajera siempre me ha hecho buscar el contraste. Otros años, cuando el invierno llegaba aquí, yo buscaba la luz en Asia, saltándome ese ciclo de oscuridad. Sin embargo, este año que me quedo, tus palabras me ayudan a entender el invierno no como una ausencia, sino como una tregua necesaria. ¿Es el invierno una condena de la que huir o un refugio donde encontrarse?
ResponderEliminarLos contrastes yo los valoro mucho, son no solo aliciente sino la manera de proyectarnos. De ahí que aun cuando no los viva de manera radical al menos los habite en mis ocurrencias, las que escribo. Solo hay que huir si se hace insoportable algo. El clima, por ejemplo, ya es suficiente razón. ¿No lo hacían las gentes de lo que llamamos prehistoria? Pero otras veces el desafío humano es la adaptación, con mayor o menor suerte pero siempre miotivados por el anhelo de superación. No pretendía yo hablar tanto del invierno estacional como del que los hombres parece que buscan incluso en su contra. El invierno, y tú seguro que lo sabes, es ambas situaciones. Condena de la que apartarse si es posible y refugio mental en el que reponerse. ¿O no?
EliminarPara llegar a esa conclusion, supongo que el autor sufrio o soporto algun predicamente que le impidio el uso normal del cuerpo, quizas la vejez o la enfermedad o un accidente le hizo reflexionar.
ResponderEliminares decir alguien en plenas facultades de su cuerpo, creo no se detiene a pensar o al menos a dejar por escrito reflexiones similares, de que pasaria si el cuerpo falla y atrapa la mente
Se pueden hacer reflexiones de muchas maneras y en muchos estados o incluso sin haber llegado aún a ciertos estados extremos, digamos. Pero la edad ya es un punto donde abunda -si no se es necio- la reflexión y los temores. Por supuesto, alguien de edad temprana no se plantea eso, más bien cree vivir en un mundo que durará siempre dentro de su cuerpo.
EliminarLos inviernos son duros climáticamente, pero hay recursos y medios para sobrellevarlos. Pero con los inviernos que pueden venir con los hombres, ¿con que recursos contamos?
ResponderEliminarAnder
Los inviernos traídos por los hombres son muy difíciles de combatir. Ejemplos abundan en nuestro entorno, si se quiere traspasar la visión del ombligo personal, por supuesto.
EliminarAproveitar o tempo é simplesmente viver...pouco importa a estação...
ResponderEliminaré descobrir como navegar por entre as dúvidas, as traições e os sucessos.
Boas Festas
Beijos e abraços
Marta