Somos como esos árboles, que se ven sometidos a las circunstancias a las que les empujan las estaciones. Nuestros ciclos también nos tornan exuberantes unas veces, y otras nos dejan escuálidos.
La escuché en un silencio tímido mientras ella observaba las huellas del invierno. A dónde querría ir a parar. Sus reflexiones siempre deparan alguna sorpresa, y más cuando las revela con lentitud. Prosiguió.
¿Dónde estamos ahora? Tal vez en un espacio temporal intermedio, donde ni hay copiosidad ni hay carencia. Pero donde empezamos a temernos, porque el mayor temor no nos lo causa lo externo, los otros o las situaciones adversas, con ser estas tan duras en ocasiones. El miedo es el que incubamos al ser conscientes de nuestras deficiencias o incapacidades. El espanto llega cuando nos damos cuenta de que carecemos de ilusiones. Porque las ilusiones, que tú te empeñas en desnudar, y no te quito intención, son como las aguas mansas de un río que no llevan a ninguna parte pero que nos mantienen a flote.
La vi tan inspirada como sincera, y no me atreví a intervenir. Elegí que no hubiera diálogo, porque preguntas y respuestas nunca explican nada de fondo. Son una treta para ejercitar ataques y defensas donde ser vencedores o vencidos deja insatisfechos, o tal vez maltrechos, a los contendientes. Era mejor dejar correr su vena y se dio cuenta de mi actitud.
Me gusta ser escuchada, dijo. No me siento en monólogo, ni alardeo de confidencia, y mucho menos de una confesión impenitente. Hablo para hacer que los pensamientos tomen una forma más acabada, si es que los pensamientos pueden ser moldeados alguna vez de modo determinante. Una forma esta de las palabras que a su vez desencadena nuevas ideas. Es una cinta sinfín, una correspondencia entre razonamientos ocultos que salen a la luz para comprobar su precisión o su inexactitud, y a los que las palabras someten a nuevos esfuerzos.
Me pareció tranquila y no apartó la mirada del ventanal. ¿Crees que también queda algo de belleza en el desamparo?, soltó a lo bruto, y su fijación en el paisaje revelaba en ella una búsqueda. O acaso una manera de amarrarse a lo vivido pero que se tambaleaba.
Me salió instantáneo, acaso retórico. La belleza, dije, siempre está a la espera, incluso cuando nos parece agotada o inexistente.
Se echó a reír con escepticismo, no con amargura.
* Fotografía de Inés González.
Para ser ouvida, temos que saber ouvir também....As árvores adaptam-se ao meio, os humanos nem sempre...
ResponderEliminarBeijos e abraços
Marta
La cuestión es que ya sabemos qué le espera al que no se adapta. Aunque hay maneras de adaptarse (algunos lo hacen marginándose)
EliminarFáckel:
ResponderEliminarla belleza siempre está a la espera... ¿porque creemos que siempre vendrá algo más hermoso aún? ¿Porque lo que creíamos bello puede dejar de serlo porque nuestra percepción y experiencia cambien?
Salu2.
Porque la espera la engendramos cada uno de nosotros con arreglo a nuestras necesidades y posibilidades.
EliminarLa belleza está ahí, entre las flores, las palabras y les objects trouves. También las cosas rotas tienen su belleza, depende de la mirada que las observa.
ResponderEliminarSaludos.
Siempre depende de la mirada del observador, es decir, de la receptividad. Ah las cosas rotas (o las situaciones, las personas quebradas...)
EliminarImagino a esos dos acompañándose durante la convalecencia de uno de ellos. Seres reflexivos que se sienten comprendidos y escuchados, sin que tengan que rendir examen o probar que se importan.
ResponderEliminarTal vez sin saberlo se están ejercitando ya en la prueba de una convalecencia.
EliminarEl escepticismo, crea duda, lo cual implica posibilidad.
ResponderEliminarAfortunadamente; nada se termina con lo que creemos que es certeza, a veces solo se reduce.
EliminarHablar como pensamos, es una especie de monólogo, y es realmente sano. No es el ideal de un encuentro, pero también nos hace reflexionar. La belleza no es la espera si bien en la espera, la esperanza purifica y embellece el anhelo, pero la belleza existe cuando la ves.
ResponderEliminarUn abrazo
La belleza está a la espera de que se la reconozca como tal, porque hay mucha insensibilidad en el ambiente, y entendiendo el concepto belleza de manera amplio (en gestos, comportamientos, acciones, ubicaciones...y no solo en el fachadismo de las personas)
EliminarAixò que dius al final ho subscric plenament. El que tu escrius n'és una mostra.
ResponderEliminarSigamos a la espera de aquello que rezuma belleza aunque esté recóndita o su insignificacia aparente o los prejuicios de cada cual obstaculice comprobarlo.
EliminarNo nos une el amor, sino el espanto, cantaba Amelita Baltar a todo pulmón un magnífico tango de Piazzola allá lejos y hace tiempo. Me lo ha recordado este texto que como una crónica de los pobres amantes, nos regalas. Y esa fotografía, ese paisaje invernal inolvidable que me cautivó en ese pequeño pueblo serbobosnio. Sin belleza no somos nada...
ResponderEliminarMuy buena esa frase: no nos une el amor sino el espanto. Se ve que el espanto también se plantea como medio de autodefensa y supervivencia frente a muchas clases de intemperie. Con alto riesgo, por supuesto.
EliminarPrecisamente tus fotografías reproducen la belleza de un instante y suscitan reflexiones. Hasta la crudeza del invierno, si no nos afecta en las carnes, podemos hallarla hermosa. Paradojas.
Lástima que la belleza acostumbre a estar empañada por la vanidad...
ResponderEliminarCiertamente, aunque matizando más pienso que cierto tipo (o estereotipo) de belleza. Hay de todo.
EliminarEl silencio, casi siempre, es la mejor opción ante el paisaje.
ResponderEliminarPero el miedo a ese mismo silencio impulsa a hablar y hablar, aunque no se tenga mucho para decir o creamos que lo que decimos es importante.
Saludos,
J.
Es que el silencio es siempre un imperativo en un diálogo. Y cuando nos vemos de frente a un paisaje geográfico, por ejemplo, se requiere el silencio para que hayauna comunión a dos, un diálogo íntimo. Con los individuos...según tesituras.
EliminarEn efecto, muchas veces tememos los silencios, por qué será.
Jo també en sóc escèptica. Tant de bo.
ResponderEliminarEscépticos pero expectantes en silencio.
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