miércoles, 31 de julio de 2024

Fantasía de un muerto

 


Cuando mi amigo se queda pensativo en mi presencia no sé si es un acto espontáneo y natural o un ardid para ignorarme. A veces me dan ganas de decirle: si te aburre mi compañía mejor nos separamos y nos vemos otro día. Pero me callo. Espero sus reacciones. De pronto viene a este lado de la existencia y me sorprende: ayer tuve una fantasía onírica. Con frecuencia tienes esa clase de fantasías, replico sin mucho interés en escucharle. Pero esta fue especial o, mejor dicho, espectacular. Corrijo, no es que la tuviera sin querer, es que la forcé. ¿Cómo es eso?, digo. Si es en sueños, ¿qué podrías hacer tú voluntariamente? Pone un gesto confuso y prosigue. Fue inhabitual. Iba y venía entre dos mundos, tan pronto me parecía soñar las imágenes como inducirlas y alimentarlas a propósito, de tal modo que no sabía muy bien qué parte de mí imaginaba y qué otra parte soñaba aquellas escenas representadas. Me veía muerto, observándoos a todos vosotros. Como se suele decir, ni frío ni calor por mi no estar. No sentía nostalgia de nada ni aprecio por ninguno. Ni odios ni amores. Os contemplaba, no sé si por encima o entre vosotros, en vuestros quehaceres ordinarios, y disfrutaba al comprobar que podía traspasar paredes y pisos, acortar kilómetros y atravesar paisajes. Lo curioso es que me veía como un viajero de paso que de pronto llega a un lugar y lo observa todo sin afectación, libre de compromisos, sin una decisión previa de entrar en contacto con nadie, si no quiere. ¿Curiosidad? Sí, relativa. Esa mirada del muerto que le da a uno en pensar: mira mi amante con quién está ahora o mi compañero de trabajo que se desahoga ante mi desaparición o mi amigo de ocio, aunque no era tu porte, que se siente afectado dos días, o el funcionario con el que no me entendí nunca y que malévolo piensa: ya me lo quité de en medio. Ese mirar inquisitivo que le permite a uno saber de los demás a qué se dedican más allá de las apariencias, cómo se manifiestan dentro de sí mismos, cómo piensan y urden planes, cómo sienten ante una adversidad o se regodean en el placer, porque lo que me maravillaba era poder verles en una intimidad total, colándome en sus mismas profundidades, esa intimidad que cualquiera de ellos protegería ante mi presencia viva. Pero ahora estaba tan cerca de cada uno que casi podría ser yo, el muerto, uno de ellos, porque desde la prodigiosa instancia de la mirada incisiva penetraba en cada cuerpo, sin apenas ganas de permanecer en los cuerpos, que si eran ya ajenos cuando vivía ahora no me apetecía habitar, solamente pasar de largo. He querido provocarle. ¿No te hubieras quedado dentro de ninguno de ellos?, le he preguntado con retintín. Lo digo porque a veces me has comentado: me gustaría ser como aquel hombre tan seductor al que no se le niega ninguna mujer o como aquel otro que vive de las rentas o como aquel individuo que siempre va de aventura en aventura por países exóticos o como ese ser tan apacible que nunca se incomoda ni se altera por nada. Mi amigo hace una mueca escéptica. Se dicen muchas cosas sobre aquello de lo que carecemos o no llegamos a concluir cuando vivimos, matiza. Se expresan deseos, relativamente creíbles y sinceros, porque no es que queramos ser este o aquel otro, es que desearíamos ser de otra manera, o probarlo todo, y buscar formas de vida que nos hagan sentirnos diversos, porque acaso lo somos y no hemos llegado a descubrirlo y menos a revelarnos. Nos persiguen la monotonía y la obligación hasta hundirnos en el tedio. Tal vez por ello yo sueño, o imagino, ya no sé, que soy un muerto. 



* Figura alada, grabado de José Hernández.


18 comentarios:

  1. Soñar desde la soledad, o desde el hastío, puede crear esta sensación.

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  2. Acho que todos ficamos pensativos...e quem está presente pode efectivamente pensar que não estamos interessados.
    Penso que é o cansaço que provoca esse alheamento...essas sensações de que estamos perdidos, chegamos ao fundo do poço...
    Beijos e abraços
    Marta

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    1. Y nos entregamos a sueños ajenos o a ensoñaciones imaginadas.

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  3. No me puedo meter en ningún sueño, aunque me gustaria, solo un problema, llevo mucho tiempo que no sueño na de na, serán cosas de la edad.

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  4. Alguna vez he pensado que morir es como alcanzar un grado de sabiduría: lograr contemplar lo que llamamos realidad como lo que en realidad es, un breve momento dentro de la eternidad, sin mayor significancia ni significado para el todo. Un abrazo

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    1. Me haces pensar que por esa lógica tuya todos seremos al fin y al cabo (al cabo de nuestros propios días) verdaderos sabios. Aunque supongo que aspirar a ser sabio es una presuntuosidad como cualquier otra. Prefiero rebajar el termómetro de las conductas. Quedarme en tranquilo, en cauto, en comprensivo, en bonachón, en asimilador de cuanto vamos viendo y nos va llegando, etc.

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    2. Esa es una forma humilde y muy válida de la sabiduría

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    3. Y saludable, ¿no crees? Pero tampoco fácil de conseguir.

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  5. Soñar en que eres un muerto te da un rayo de esperanza, pues soñar implica vida, ni que sea cerebral.

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    1. En efecto, porque lo inútil de estar muerto es que ni imaginas ni sueñas ni deseas ni sientes emoción alguna. La muerte implica todas las pérdidas para el que se muere.

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  6. Existen muertos que no saben que se han muerto, pasean entre los vivos, no entienden nada de lo que les rodea y siempre sueñan con estar en otra parte... quizás tu amigo sea uno de ellos,. Claro, que si puedes verle, entonces quizás tu también lo seas...

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    1. Unos muertos muy vivos, deduzco, que saben mirar con más perspectiva que los que presumen de vitalidad o se dejan arrastrar por el curso inapetente. Ojo, que luego está la especie de muertos por esa imagen que trasladan de inanimados y despersonalizados, pero quién sabe si no es un escudo para defenderse porque nunca tuvieron intención de aprender a atacar. Complicado, opero lo dejo, porque me has hecho pensar más de lo debido (¿Cuál es lo debido? Ríe si sabes)

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  7. Fáckel:
    puestos a imaginar, soñar o fantasear, nunca lo haría pensando en un muerto. Más bien me dejaría llevar por la canción de Sabina, "La del pirata cojo".
    Salu2.

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    1. En mi opinión hay que fantasear lo que sea con tal de conjurar y aplacar temores.

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